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progressive 3 capitulo 5

Capitulo 5
Barcarolle of Froth

Era un nuevo día: Viernes, 23 de diciembre, 12:15 am.

Una vez más, pasábamos a un nuevo día por las afueras del pueblo –y no era seguro que estuviésemos de vuelta en la posada al amanecer.

La mazmorra inundada en las montañas orientales del cuarto piso era más grandes de lo esperado.

— ¡Asuna, el ataque de tenaza viene por la derecha!

Mi compañera adoptó ligeramente su posición en la proa. La tenaza del cangrejo gigante solo rozó su larga cabellera mientras se ondeaba en el aire.

Con brillantez, su pasajera evadió el ataque, pero el bote en sí no era tan ágil, y la tenaza se aferró al lado derecho de la embarcación. ¡Gachunk! Un golpeteo aturdidor atravesó la madera y sacudió el bote.

— ¡Hrrg!

Apreté mis dientes, sintiendo la pérdida de la durabilidad del bote como si fuese mi propia vida. Quise rotar puestos con Asuna una vez y embestir mi Anneal Blade +8 en una suave grieta en el caparazón del cangrejo gigante, pero no podía soltar el remo que controlaba el curso de la Tilnel.

Asuna, debiendo haber sentido mi pánico, se volvió hacia mí por un momento:

— ¡No te preocupes, romperé su próximo ataque y eso nos dará una abertura! ¡Así que aguanta!

— ¡C-comprendido!

Su voz calmada, intocable por la fatiga, aun después de nuestras diversas batallas, me azotó nuevamente. Deposité en ella mi confianza y esperé el momento justo.

The Scuttle Crab, uno de los monstruos más resistentes de esta mazmorra acuática, media unas buenas cuatro yardas de ancho si se incluía las dos tenazas. Echó hacia atrás ese objeto gigante y abrió completamente sus fauces, completándolo con unas pequeñas patas escurridizas muy asquerosas. Esa era la señal para su Aliento de Burbujas. Si eso nos golpeara, seriamos incapaces de ver el espacio ante nosotros, y no se iría hasta que hubiésemos saltado en el agua para deshacer el efecto.

Justo antes de que el cangrejo pudiese disparar ese ataque de finas espumas, Asuna saltó de su posición agachada, ajustada con la mecida del barco, para liberar una Secuencia de Corte Diagonal.


Ese era un ataque básico de estoque, tal como el empuje horizontal Lineal y el empuje bajo Oblicuo, pero aún seguía siendo mortal con el poder del mejorado Chivalric Rapier. Como el poderoso movimiento lo golpeó directo en la boca, el punto débil del Scuttle Crab, la criatura perdió más del 40 por ciento de su HP en el acto.

— ¡Kirito-kun, ahora! –gritó desde su congelada posición de post-ataque.

Pero ya me encontraba empujado el remo hacia adelante con todas mis fuerzas. La Tilnel se impulsó a toda potencia, llevando el Cuerno de Oso de Fuego fijado debajo de la superficie del agua hacia la barriga carnosa del cangrejo. El material del cuerno del Magnatherium emitió un calor terrible cuando atacó, produciendo una enorme cortina de vapor desde el agua y haciendo girar momentáneamente el desagradable caparazón verde oscuro del cangrejo.

Al mismo tiempo, su barra HP medio drenada se disparó a cero. El caparazón rojo explotó en trozos poligonales de color azul y Asuna se levantó de su retraso para destellarme otra señal de victoria en V.

El Scuttle Crab dropeó un material llamado Gran Caparazón de Cangrejo, unas cuantas gemas por alguna razón, y dos ingredientes de comida: Carne de Pata del Gran Cangrejo y Carne de Pinza del Gran Cangrejo.

Asuna se sentó en la baranda del bote para descansar y verificar su lista de objetos con aparente insatisfacción.

—…por favor, dime que el cangrejo gratinado que comimos en el restaurante del pueblo no estaba usando esta carne de cangrejo…

El chico inmaduro dentro de mi quería decir si, pero decidí ser amable y usar mis preocupaciones de compañero.

— Los restaurantes NPC no necesitan importar ingredientes, por lo que dudo grandemente que el chef salga a reunir carne de Scuttle Crab. Sin embargo, he de ser cuidadoso con respecto a cualquier bollo de cangrejo al vapor que encuentres en una tienda manejada por un jugador.

— Nunca los compraría. Tampoco vendería esta carne de cangrejo a ningún jugador comerciante.

— S-suerte con eso. Pero es un ingrediente de clase D, por lo que siento que es probablemente  bueno…  el  cangrejo  gratinado  tenía  un  sabor  lamentable, ¿recuerdas? –noté. Ella desvió su rostro. Probablemente sintiéndose aun extraña por compartir nuestros almuerzos.

Aproximadamente unas horas antes, ordenamos el cangrejo gratinado y almejas al vapor en ese pequeño restaurante en Rovia, dividiendo a la mitad nuestros platillos. Una vez la ansiosa Asuna había acabado con la mitad exacta del gratinado y deslizó el plato en mi dirección, ella pareció comprender la naturaleza de avance de sus acciones.

Su rostro se volvió rojo y me dijo que esperara solo un segundo después que ágilmente me llevé una enorme cucharada de cangrejo a mi boca. El platillo en si era bastante bueno, y no noté cambio alguno en el comportamiento de Asuna hasta que acabé con el platillo hasta dejar un cuarto, y para entonces era demasiado tarde.

Si un chico y una chica de escuela media que no estaban involucrados románticamente compartían un gratinado de cafetería desde el mismo plato, serian sumidos en un infierno de burlas y silbidos en clase.

Pero ya va. Este era un mundo virtual, donde ese sistema de valores bárbaro, infantil, rudo e ineficiente no tenía sentido. El empleado probablemente no nos llevaría platos separados para compartir, incluso si se lo pidiésemos. No teníamos más elección que compartir la comida de esa forma –me dije.

— Eh, escucha… tal como lo dije en el restaurante, Aincrad es un mundo virtual. Creo que no tiene sentido quedarse colgado en esas cosas como alimentos a medio comer o reutilizar los utensilios. Puedes incluso botar el bollo al vapor en el piso, y mientras lo recojas antes de tres segundos, no perdería puntos de durabilidad o coger algún efecto de suciedad…

— Eso no es lo que me sorprendió –dijo rápidamente. Parpadeé.

— ¿Eh? ¿Entonces que fue?

— Fue el hecho de pensar las mismas cosas que acabas de decir. Que no había ningún problema porque esto es un mundo virtual. Pero mientras más lo pienso, ese es un problema…

— Eh, ¿por qué lo seria? Este es un mundo virtual.

— ¡Estoy diciendo que no quiero imitar el mismo lado insensible que tienes!

— ¿I-insensible? ¿Qué es eso… un efecto de bono o algo así?

— ¡Cállate! ¡¡In-sen-si-ble!! ¡Puedes buscar en un diccionario una vez que hayas acabado el juego!

Ella desvió la mirada con un poderoso temperamento. Ya a este punto sabia lo suficiente para entender que la situación no mejoraría por si sola en treinta minutos, por lo que sacudí mi cabeza y volví a tomar el remo.

— E-entonces… dejando de un lado al gratinado, ¿continuamos avanzando? Esperé que la esgrimista se sentara en su asiento frontal antes de movilizar nuevamente a la Tilnel. El amplio canal era tenue, y el camino al frente estaba cubierto en oscuridad, por lo que no había forma alguna de adivinar cuánto de la mazmorra esperaba delante de nosotros.

Una vez terminado de comer y reabastecernos la tarde anterior, envié un numero de mensajes instantáneos a Argo con información mientras circulábamos por el distrito comercial de Rovia. Aproximadamente a las cuatro y treinta minutos, vislumbramos un bote que encajaba con la descripción.

Era al menos el doble de grande que la Tilnel –unos buenos cincuenta pies en todo. Era incluso más grande que unas góndolas de turismo para diez personas, aún tenía cuatro NPCs a bordo. Dos hombres grandes con dagas anchas estaban de pie en la proa, mientras que un bogante fornido remaba a cada lado de la embarcación. En el centro estaba una pila con unas diez cajas de madera enormes cubiertas con una manta.

El barco negro azulado probó flotar pese a su tamaño, serpenteándose por los canales cerrados con la velocidad suficiente como para determinar que seguirlo a distancia podría ser una tarea difícil. Sentí que mi habilidad de Pilotaje como jugador vagamente rozaba los cien puntos durante la persecución.

El gran bote se escabulló del área comercial sin usar el canal principal y dejó el pueblo a través de la puerta sur, fundiéndose en la oscuridad. No tuvimos más elección que seguirlo, y por eso, no fuimos capaces de celebrar el primer viaje de la Tilnel fuera del pueblo debido a la tarea que teníamos en mano. A través de los cursos de agua naturales por los que íbamos, eventualmente terminamos pasando por una gran cascada en esta mazmorra sumergida.

La multitud en la gran góndola debió haber viajado regularmente entre Rovia y esta mazmorra, ya que remaban por la oscuridad con demasiada facilidad. Nos llenamos de coraje para el problema en el momento en el que entramos, tratando de seguir al barco adelante, pero pronto fuimos interrumpidos por nuestro primer encuentro con un Scuttle Crab. Nos las arreglamos para ganar nuestra primera batalla naval a pesar de no saber nada que hacer, pero para cuanto todo terminó, el bote ya se había ido.

Eran aproximadamente las seis en punto de la tarde cuando entramos al lugar, lo que significaba que estuvimos vagando por los pasillos acuáticos por más seis horas. Había habido un par de descansos por aquí y por allá, pero ya estábamos a un punto en que nuestra concentración era incierta.

Mantuve una velocidad a paso de tortuga mientras cambiaba mi ventana a la pestaña del mapa y verificar nuestra  ubicación. Todas las dimensiones de  la mazmorra aún eran desconocidas, pero sentí que como si ya estuviésemos cerca de alcanzar el centro del lugar.

— Oh, hay una puerta a la derecha –apuntó Asuna. Levanté la vista y vi un pequeño rellano a unos pies al frente, además de una puerta de metal en el muro.

— Aunque parece ser otro punto muerto –añadió, frustrada. Descubrimos incontables puertas como esa y nos preparamos para una posible lucha contra un jefe en cada oportunidad, solo para encontrar más caminos confusos desligados de nuestra misión.

— B-bueno, al menos usualmente hay un cofre del tesoro en la mayoría de los puntos muertos –ofrecí, el tipo de jugador que no puede evitar no explorar cada rama de una mazmorra para completar el mapa. Asuna no estaba alegre con ese consejo.

— Probablemente más armas y armaduras oxidadas…

— Nunca descuentes el equipo oxidado. ¡De vez en cuando, puedes llevarlo a un herrero para repararlo, y este termina siendo un descubrimiento legendario!

¡Como, uno en cada cien años…!

— Si, si, lo capto… ¡No, espera, detente!

Ella levantó su mano izquierda con urgencia, y me propuse levantar el remo hacia adelante. La góndola se estancó en el acto.

— ¡¿Q-qué pasa?! –murmuré. Asuna se inclinó hacia el frente del barco, luego se volvió hacia atrás con una mirada mortalmente seria en su rostro.

— Creo que hay un enorme espacio allá adelante. Y… escucho un montón de voces provenir de allí.

— Uh… ¿de gente o cangrejos? –pregunté. Los ojos de Asuna brevemente mostraron un rastro asesino, por lo que rápidamente sacudí mi cabeza–. Gente, por supuesto. Que tonto soy. Acerquémonos lentamente, entonces.

Ella asintió sin decir nada, y una vez que se agachó en la proa, cuidadosamente empujé el remo hacia adelante.

Cruzamos por la puerta y por el canal oscuro, rogando que ningún monstruo nos interrumpiera. Ciertamente había una gran superficie abierta visible al frente. Parecía muchísimo un enorme vestíbulo en el cual se conectaban muchos caminos.

Detuve la Tilnel justo antes de que el camino nos lanzara en el espacio abierto y me colé en la eslora del bote para espiar sobre el hombro de Asuna.

Era incluso más grande de lo que esperé. El salón semicircular tenía que tener unas buenas cien yardas de distancia. El muro curvo en este lado del espacio contenía al menos unas cinco o seis bocas de túneles, incluyendo esa en la que nos posamos actualmente. Los muros opuestos a nosotros eran planos, sin embargo, con una amplia escalera en el centro que se elevaba desde los escalones. Debajo estaba un muelle con…

— ¡….!

Asuna contuvo un agudo aliento debajo de mí.

Atada al muelle estaba la misma góndola que habíamos estado siguiendo desde Rovia, cubierta con sogas densas. Estas estaban exactamente en el medio de la descarga de esas cajas de madera.

Los mismos cuatro marineros estaba descargando las cajas por su cuenta, mientras guerreros imponentes con cimitarras delgadas en sus cinturas tomaban las cajas y las cargaban escaleras arriba. Eran delgados pero altos, cubiertos por una armadura de cuero gris verdoso, y usaban mascaras escalofriantes que cubrían sus rostros.

No pude evitar sentir que los había visto antes en algún lugar… y cuando noté las orejas largas, estuve seguro de ello.

— ¡¡….!!

Esta vez fue mi turno de contener la respiración. Bajé mi cabeza hacia el oído de Asuna y susurré tan rápido como pude:

— Ellos son Elfos Caídos –había tensión en su perfil mientras asentía.

Elfos Caídos –una raza que sirvió como los enemigos del clímax de la campaña «Guerra Élfica» en el tercer piso. Asuna y yo junto a la caballero Kizmel nos vimos envueltos en un número de feroces batallas contra las criaturas élficas.

De acuerdo al comandante Élfico Oscuro, los Caídos eran descendientes de los elfos que conspiraron para ganar la inmortalidad mediante la espada con la magia del Árbol Sagrado, mucho antes de la Gran Separación, y habían sido expulsados acordemente. Ellos eran expertos en medios poco honrados tales como veneno, trampas, y ceguera, e incluso con la formidable presencia de Kizmel, no fue fácil derrotar al Comandante Élfico Caído.

Se suponía que ellos estarían tras la Llave Jade de la misión de campaña, así que ¿por qué tenían un escondite secreto establecido aquí y por qué estaban los hombres de Rovia transportando suministros a este lugar? Asuna claramente se hacia la misma pregunta que yo.

—  ¿Qué  sucedió aquí en  la prueba  beta?  –susurró.  Yo  me  esperaba  esa respuesta.

— No recuerdo siquiera perseguir a los Caídos aquí. De hecho, esta mazmorra ni existía en la prueba beta.

— Significa… ¿Qué todo esto es parte de una misión independiente? ¿O recae bajo la sombrilla de la campaña?

—…no  lo sé. Pero puedo  decir  que  luché  con  los  Elfos  Caídos  en  varias ocasiones en la prueba beta, y nunca los vi cooperando con los humanos NPC de esta forma.

— Esto no me gusta… si esos marineros están con el Gremio de Aguadores de Rovia… entonces el gremio en sí podría estar alineado con los Elfos Caídos –apuntó Asuna.

Miré y fruncí el ceño. Mi imaginación estaba corroída por mi extensa carrera como un beater, pero me las arreglé para hacer andar las cosas de nuevo.

Podíamos extrapolar por las declaraciones de Romolo que los artesanos como él una vez fueron libres de construir barcos en Rovia tanto como desearan, hasta algún punto en el tiempo en el cual el gremio monopolizó ese trabajo, excluyéndolo del negocio. Al mismo tiempo, las góndolas civiles tenían prohibido dejar el pueblo.

Mientras tanto, el Gremio de Aguadores estaba enviando este barco destinado al transporte fuera del pueblo hasta el escondite de los Elfos Caídos, cargando una gran cantidad de cajas misteriosas.

Era natural asumir que el gremio estaba embarcado en esas políticas para ocultarle al pueblo su negocio sucio. Pero no podíamos asumir nada más, porque…

—…necesitamos descubrir qué hay en esas cajas –finalicé fuertemente. Asuna estuvo de acuerdo.

Mientras nos sentábamos y observábamos, los marineros sacaron la última caja del bote, y uno de los guerreros Caídos la tomó. Con el fin de conocer el contenido de esa caja, teníamos que cargar en la escena con la Tilnel y derrotar a todos los oponentes presentes, pero eso era imprudente y extremo.

Pero algo, los Elfos Caídos tenían cursores de enemigos de color rojo, pero los marineros eran el típico amarillo de NPC. Estos podrían volverse rojo si nos viesen, pero no estaba seguro si quería llevar a cabo y ataque malicioso.

Mientras dudaba en qué hacer, el Elfo Caído con la caja alcanzó la cima de las escaleras y desapareció a través de la enorme puerta que había allí. El grande e imponente Caído enmascarado que parecía ser su líder entregó una pequeña bolsa a uno de los marineros. El hombre miró dentro para verificar el contenido, y asintió satisfactoriamente y movilizó a sus compañeros para irse.

— Bueno, ya sabemos lo que hay en esa bolsa –susurró Asuna.

— Realmente dinero en efectivo –añadí–. Si todas son monedas de oro de mil col… eso serian 200.000 en tot…

Ella me calló en el acto: — No te atrevas a pensar en atacar y robarlos cuando terminemos.

— ¡D-de ninguna manera! ¡Al fin y al cabo, ellos parecen realmente tipos duros!

Mientras tanto, los cuatro marineros desataron la soga de amarre y la amontonaron en la góndola. Los dos remeros la empujaron, y la gran embarcación comenzó a moverse.

Salté rápidamente a la proa, esperando que realmente no fuese a regresarse por el mismo camino. Tenía en mi mano el remo, listo para lanzar el bote en reversa si fuese necesario.

— ¡Vienen por este camino! –siseó Asuna, asustada.

¡Mierda! Necesitaba pensar. Podíamos esperar aquí por el gran bote y prepararnos para la batalla, si se necesitase… pero esa no era una opción. El hecho de que nos fue mostrada la escena de los marineros recibiendo la bolsa de dinero era claramente una advertencia de que si luchábamos con ellos, la misión terminaría en fracaso.

Eso dejaba la opción de retroceder, pero el canal en el que estábamos ahora tenía solo cinco yardas de ancho, demasiado estrecho para que la Tilnel virara. Ir en reversa era demasiado lento; la enorme góndola podría descubrirnos antes de poder retroceder al primer túnel.

Eso solo dejaba una opción.

— ¡Hnng!

Incliné el remo hacia atrás con el gruñido más silencioso posible, colocando el bote a una reversa a toda velocidad. Una vez que estuvimos de vuelta ante la puerta que Asuna había dicho que era otro punto muerto, salté hacia el muelle estrecho y le estiré mi mano a la estupefacta esgrimista.

— ¡La soga!

Una vez que lo captó, ella fue cegadoramente rápida. Tomó la soga enrollada en la proa y me la lanzó. Sujeté el extremo alrededor del poste, asegurándome de que me notificara que la ubicación del bote estaba asegurada, luego volverme y abrir la puerta, saltando dentro.

A diferencia de los incontables caminos laterales que explorarnos antes, esta puerta se abrió hacia un enorme taller. Diversos bienes estaban pegados contra los muros, pero no había cofres. Espera, ese no era el punto aquí.

— ¿Incluso importa si nos escondemos aquí dentro? ¿No verán a la Tilnel allá afuera? –susurró Asuna mientras trataba de cerrar la puerta sin emitir sonido alguno.

Asentí y añadí: — Buen punto, pero no hay otra escapatoria para nosotros. Si ellos avanzan sin notarlo, grandioso, e incluso si desembarcan, no pueden destruir un bote no tripulado mientras esté atado.

— ¡¿Pero qué pasa si vienen acá?!


— Entonces solo tendríamos que ocultarnos…

Miré alrededor de la habitación y tomé un trozo de tela enrollado que había en el suelo a una pequeña distancia. Al desenrollarlo, descubrí que era sorprendentemente delgado y ligero, y lo suficientemente largo para ocultarnos a los dos.

—…aquí debajo –sugerí, pero Asuna sujetó mi muñeca.

— ¡Espera! Esto no es solo un trozo de tela suelta.

Sus delgados dedos tocaron la superficie del material gris plateado, haciendo saltar la ventana de propiedades. Inmediatamente noté que la descripción era demasiado extensa para un pedazo de basura.

SÁBANA DE ARGYRO: UN MATERIAL HECHO DE LA SEDA DE UNA ARAÑA ACUÁTICA RARA. ESTE ELEMENTO ESCONDERÁ CUALQUIER COSA QUE
CUBRA, PERO SOLO EN UN LUGAR RODEADO DE AGUA.

El instante en el que esas palabras se registraron en mi cerebro, corrí hacia la puerta del taller y la abrí lo suficiente para ver la salida del vestíbulo. La silueta de la gran barca estaba más cerca, pero no había entrado aun al túnel.

No había tiempo para dudar. Le ordené a Asuna quedarse aquí con una mirada, luego me deslicé por la puerta y corrí hacia el bote, me agaché. En segundos, ya había ubicado la sábana plateada sobre la Tilnel.

El momento en que el material ligero cubrió el bote desde proa a popa, tomó exactamente el mismo color de la superficie del agua, e incluso cuando lo intenté, apenas pude distinguir el bote. Los marineros no lo notarían ahora –asumiendo que no se acercaran.

Sin embargo, todo quedaría en manos de la suerte. Corrí de nuevo hacia el taller y cerré la perta. Asuna y yo presionamos juntos nuestras cabezas para espiar a través de la mirilla en la puerta, al mismo tiempo. Incluso a esa distancia tan cercana, no había forma de ver a la Tilnel atada a solo un pie de distancia.

— Si solo hubiésemos buscado primero en esta habitación, no habríamos tenido que estar tan asustados –Asuna murmuró con lamento.

No pude evitar sonreír, a pesar de las circunstancias: — ¿Ves? Vale la pena explorar los rincones y las grietas. Apuntemos por un cien por ciento de exploración del mapa para la próxima mazmorra.

— ¡Shh! ¡Aquí vienen!

Me dio un codazo en un costado para callarme. Segundos después, la proa del enorme barco apareció a la derecha, seguida por la enorme longitud de la embarcación, luego su popa. Los marineros no notaron a la invisible Tilnel, ni chocaron con ella. Solo siguieron pasando, mucho más rápido ahora que su carga había sido removida.

Solo una vez que el barco había viajado la distancia apropiada, ambos exhalamos de forma extensa.

— Ahh… no me gustan esas… ¿cómo las llamas? ¿Misiones de Sigilo?

No tenía diferencias con ella con respecto a eso: — La tensión es mucho mayor en un VRMMO… si no hubieses notado las propiedades especiales de ese material, ellos nos habrían descubierto.

Eso estaba destinado a ser una observación vaga, pero la esgrimista parpadeó varias veces, sorprendida y con aparente conflictividad.

— ¿A q-quien le importa eso? ¿Cuál es nuestro plan ahora? ¿Seguiremos de nuevo el barco?

— No… supongo que solo regresará a Rovia –noté, activando mi ventana para verificar el registro de misión. La última línea aún era la vaga orden de «Encuentra el secreto del barco de transporte»–. Parece que aun necesitamos descubrir lo que hay en esas cajas de madera.

—…lo supuse. Y eso significa infiltrarse en esas escaleras llenas con Elfos Caídos.

— La misión de sigilo continúa. Si estás cansada, probablemente podamos volver al pueblo y retomarla mañana. ¿Qué piensas? –pregunté, por si acaso, pero Asuna refutó una vez más.

— Gracias, pero estoy bien. Prefiero no tener que luchar contra esas tortugas y cangrejos y crustáceos de nuevo.

— Buen punto… pongamos un poco más de esfuerzo entonces.

Cuando regresé al muelle, tuve que acércame y sentir la Sábana de Argyro con el fin de quitarla del bote. Incluso limitada a una orilla, su habilidad de ocultación a gran escala parecía demasiado conveniente para existir en un piso tan bajo en todo el juego. Cuando nuevamente verifiqué la pestaña de propiedades, asegurándome lo suficiente, ya había perdido diez por ciento de su durabilidad, solo por esos cinco minutos de uso.

— Debí imaginarlo… si te dejas llevar por esta cosa, se romperá en poco tiempo.

La  sábana se enrolló automáticamente, luego  la coloqué  en el espacio de equipaje en la parte posterior del bote. Asuna removió la soga de amarre y miró con depresión.

— ¿Entonces, qué hará la gente que realice esta misión después de nosotros? No hay más de esas sábanas de nosequé en el taller, ¿o sí?

— Estaba en el piso, no en un cofre de tesoro especial… por lo que supongo que se generará cada vez que un grupo a la mitad de la misión circule por aquí. Si ese es el caso, entonces los gremios más grandes con mayores jugadores probablemente tomen ventaja de eso para generar un montón de esas sábanas, pero nosotros tenemos que hacerla solo con esta.

— Bueno, probablemente necesitemos usarla cuando atemos el bote frente a esas escaleras, también. Vamos a volver tan rápido como podamos.

— Bien. Aquí vamos.

Incliné el remo hacia adelante, movilizando el bote hacia adelante hasta que nos detuvimos en la boca del túnel, otra vez. La cámara de cien yardas de ancho, y diez de alto no mostraba pistas de ningún monstruo acuático o Elfos Caídos.

Asuna se volvió a verme. Asentí y empujé el bote hacia adelante. La única luz provenía de las antorchas en diez soportes de pared. Seguí avanzando cuidadosamente por el agua, tan rápido como podía, de forma razonable.

Cuando hicimos aterrizar el bote al pie de las escaleras, escondí a la Tilnel nuevamente bajo la Sábana de Argyro. Si cinco minutos eran suficiente para consumir 10 por ciento de su tiempo de utilidad, significaba que teníamos cuarenta y cinco minutos antes de que se esfumara.

— Apresurémonos –susurré.

Asuna asintió y manipuló el maniquí de su equipamiento en el menú. En momentos, su usual capa con capucha de color rojo fue reemplazada por una capa violeta de apariencia costosa con patrones cruzados en ella.

— Huh… oh, si, esa fue la recompensa del tercer piso, ¿no? ¿Por qué no la habias usado hasta ahora? –pregunté mientras íbamos ascendiendo.

Sus hombros encogidos, rozaron el material sedoso y medio brillante: — Bueno, su durabilidad máxima es muy baja, y mi habilidad de Costura no es lo suficientemente alta como para repararla, todavía no. Por eso estaba guardándola para cuando de verdad la necesitara.

— ¿No puedes repararla con un NPC costurero?

— Eso traté en la última aldea del tercer piso, pero ella dijo; «lo siento, me temo que no soy buena reparando esto».

— Hmmm… es posible que los NPC en este piso puedan manejarlo, pero es conveniente ser capaz de reparar las cosas por tu cuenta. En la prueba beta había muchos jugadores de combate que tomaban las habilidades de artesanía para ese propósito…

Alcanzamos la puerta metálica de aspecto pesado al final de las escaleras. Nunca encontramos alguna llave mientras explorábamos la mazmorra, por lo que si esta estaba cerrada, quedábamos sin opciones. Sujeté el mango rojo oxidado y tiré con delicadeza.

Afortunadamente, no obtuve esa reacción especial que siempre aparecía de esas puertas bloqueadas por el sistema, como si estas estuviesen pegadas en el lugar. Pero si tiraba muy fuerte una vez que estaban abiertas una o dos pulgadas, se producía una resistencia persistente –probablemente el tipo de trampa que podía crujir fuertemente y alertar a los oponente que hubiesen dentro. Si solo tuviese un spray lubricante, podría colocarlo en las bisagras, pero tal objeto no existía aquí. Solo tenía que ser demasiado lento.

Una vez que la puerta estuvo abierta cuatro pulgadas, fui capaz de espiar dentro. Un vestíbulo sombrío y tenue se extendía adelante por unos buenos sesenta pies antes de detenerse y bifurcarse a la izquierda y a la derecha. A medio camino en forma descendente del salón había una silueta delgada caminando con su espalda hacia nosotros, alejándose. No necesité ver la cimitarra en su costado para saber que era un guardia Élfico Caído. Lo más seguro, el nombre del pálido cursor rojo rezaba: Guardia Élfico Caído.

Nuestra expedición en el escondite de los Elfos Caídos del tercer piso también fue una misión de sigilo, pero teníamos a Kizmel con nosotros, por lo que no estuve particularmente preocupado por ser descubiertos. Pero la caballero de elite no estaba aquí para ayudarnos ahora.  Asuna y yo  teníamos que un margen de seguridad saludable, y él no parecía ser tan duro basándose en el color de su cursor, pero quise evitar todas las batallas mientras pudiese.

No te voltees, no te voltees –recé mientras lo miraba irse. Afortunadamente, el deseo funcionó, y el guardia se giró a la derecha al final del pasillo, alejándose del campo visual.

Pero si estaba andando por una ruta establecida, se daría la vuelta. No había tiempo para estar esperando. Tiré de la puerta para abrirla un poco más y así poder colarnos dentro. Una vez que la puerta fue cerrada detrás de nosotros, descendimos a la intersección lo más silencioso posible.

Espié  alrededor de  la  esquina  derecha  y vislumbré  la  espalda  del  guardia mientras caminaba por el pasillo, sus botas tintineaban. Parecía como si hubiese un punto muerto delante de él, por lo que ciertamente regresaría pronto.

El pasillo a la izquierda giraba a la derecha luego de un corto trayecto. No había que decir que estaba cerca de la esquina, pero se trataba de nuestra única elección. Gesticulé a Asuna y corrimos a la izquierda.

Giramos a esa esquina ciega en el mismo momento que los pasos de guardia que retrocedía pausaron. En unos segundos, los pasos retomaron su curso, esta vez acercándose, pero al mismo ritmo. Habíamos    logrado    pasar    el    primer checkpoint.

No había guardias en el pasillo que acabábamos de entrar, al menos por ahora. Dirigía hacia adelante tan lejos como el ojo pudiese ver, con un número de puertas de madera de derecha a izquierda durante su extensión. Teníamos que probar todas y cada una de las puertas, ya que no había forma de saber dónde estaban siendo resguardadas las cajas de madera.

— Este será un largo trabajo, pero tenemos que avanzar lenta y cuidadosamente –susurré.

Mi compañera asintió en respuesta.

Al final, todas las puertas estaban estropeadas.

Había un número de cofres, y tuvimos un pequeño descanso en una habitación destrozada, pero eso facilitó un poco mi fuerte fatiga. Yo era alguien perfeccionista cuando se trata de mapear, pero aun así yo tenía mis límites.

En el tiempo que terminamos de buscar en el pasillo de más de trescientos pies de largo, eran casi las dos de la mañana. A estas alturas, ya no podríamos regresar al pueblo hasta el amanecer, tal como la mañana anterior.

— Hmm… aún queda un largo camino que avanzar, creo –murmuré, espiando las escaleras que encontramos al final del pasillo. Asuna me plantó una mirada.

— ¿Estás cansado?

— N-no… estoy bien. ¿Qué hay de ti?

— Estoy perfectamente bien. Tuve un mejor sueño que el de ayer.

Me preguntaba sobre eso. Ella estuvo dos o tres horas en la mecedora del viejo Romolo, pero era difícil recuperarse de la fatiga solo por pequeños sueños como ese. Si eso fuera mejor de lo usual, ¿Cómo dormía usualmente?

Ella pareció sentir lo que yo pensaba: — Al fin y al cabo no suelo dormir mucho.

— Ya veo…

No estaba seguro si ella se estaba refiriendo a sus hábitos de sueño en la vida real o solo esos desde que había quedado atrapada en este juego mortal, pero Asuna no lo elaboró.

— Vamos, sigamos. Mi instinto me dice que esas cajas de madera están allí abajo –dijo, dándome una palmada en el hombro. Me apresuré en seguirla.

Al final de las extensas escaleras estaba un almacén abierto de par en par, algo diferente a los densos corredores de arriba. El muro posterior incluía una puerta de doble hoja resguardada a cada lado por guardias Élficos Caídos, por cómo se veían, estaban vestidos con armaduras pesadas. En los muros laterales estaban apiladas descuidadamente las cajas de madera.

— Ohh, allí están –susurré desde el muro de la escalera. Asuna se mostró arrogante por un momento, pero rápidamente se removió la sonrisa.

— Probablemente captemos la atención de los guardias si solo avanzamos hacia allí… si de alguna forma solo pudiésemos colarnos detrás de las cajas de izquierda a derecha.

— Siento como si pudiésemos derrotarlos en una batalla, pero sea lo que sea que esté detrás de esas enormes puertas me preocupa… creo escuchar algo extraño provenir detrás de ellas.

Ambos nos detuvimos para concentrarnos. Ocasionalmente había sonidos de arañazos o portazos débiles pero claramente audibles.

— Me pregunto si de alguna manera podemos distraer a esos guardias.

—…podríamos también darles un impacto –murmuré, y tomé una piedra del suelo. Si tuviese el mod de Distracción para la habilidad de Lanzar Cuchillos, eso podría elevar mis posibilidades, pero no era útil quejarse de algo que no poseía. Apunté a una de las cajas de madera que estaban en la derecha y lancé la roca.

Apenas sonó contra la esquina de la caja, pero fue suficiente para atraer la atención de las máscaras imponentes de los guardias. En ese preciso instante, empujé a Asuna hacia el almacén y corrí detrás de ella. Saltamos y nos abrimos paso hacia las sombras detrás de las cajas de la izquierda a la máxima velocidad posible.

Afortunadamente, ambos teníamos armaduras de cuero y tela, por lo que nuestro pequeño truco funcionó. Dejé escapar un pequeño suspiro de alivio una vez que mi espalda quedó presionada contra la caja.

— Whew... ahora veamos que hay en estas cosas –murmuré, volviéndome alrededor para verificar todo. De lo que pude decir, ninguna de las cajas estaba claveteadas. Fijé mi vista en una caja sin nada atravesado encima y muy, pero que muy cuidadosamente levanté la pesada tapa para prevenir cualquier ruido.

El instante el que vi lo que había dentro, Asuna y yo compartimos una mirada antes de volver a mirar atrás nuevamente, seguida por otra mirada compartida.

— ¿…que significa esto?

—…ni idea…

No había otra reacción posible. La caja de madera estaba completamente vacía.

— Quizá ya han vaciado el contenido de la misma –supuse, y comencé a abrir la siguiente. Pero el resultado fue el mismo. La siguiente y la siguiente después de esa no contenían más que aire.

— ¿Por qué…? Ellos estuvieron tratándolas con mucho cuidado…

— Y pagaron por ellas con dinero…

Apenas estuvimos expresando nuestras dudas y decepciones cuando escuchamos el sonido de enormes puertas abriéndose más allá de las montañas de cajas.

La ansiedad sobre mi oportunidad de verificar lo que estaba en la siguiente caja pronto se evaporó en chillidos. El sonido de siete u ocho pares de botas pesadas fluyó en el almacén.

Por medio segundo, consideré solo ocultarme en las sombras, pero esa opción estaba fuera de mi ventana. Mis sentidos de eventos in-game me decían que esta escena solicitaba acción. Afortunadamente, la fuerte marcha y conversación nos dio tiempo de cubrirnos cuando llegaba el sonido.

No había tiempo para dudar. Abrí entrometidamente la tapa de la caja más cercana con una mano y empujé la espalda de Asuna con la otra.

— ¡Entra! –grazné, y mi miedo la convenció a hacerlo. Una vez que dio un paso sobre el lado del cajón, salté después de ella.

— Oye…

Sentí algo suave presionado contra el lado derecho de mi avatar. Era mucho más pequeño de lo que esperé dentro, pero no podía moverme a la siguiente caja, no ahora. Presioné más de mi cuerpo en el espacio vacío como pude y deslicé la tapa otra vez a su sitio, dejando solo una ligera grieta para que entrara el aire.

Antes de siquiera tener tiempo de suspirar de alivio, un susurró muy confundido e incómodo sonó en mi oído.

— ¿Por qué esto es… tan estrecho…?

— B-buena pregunta. Parece bastante grande desde afuera… quizá las paredes de la caja son bastante gruesas…

— Si ellos estuviesen haciendo cajas tan densas y no colocan nada dentro, quizá
las cajas en sí son…

— ¡Shh! –le corté en el acto. A través del espacio abierto, vi un número de figuras entrar en el marco desde la izquierda.

Estando a la cabeza había un hombre grande que era más robusto para ser un Elfo Caído –parecía más un artesano que un soldado, si tuviese que suponerlo. Su máscara plana solo cubría la mitad inferior de su rostro, y sus enormes brazos estaban cubiertos con largos guanteletes de cuero. Cargaba un martillo enorme.

Al principio, no podía decir si eso significaba un arma o una herramienta. El color de su cursor lo identificaba como Eddhu: Capataz Élfico Caído, y no había aprendido el significado del término español capataz en la escuela.

El hombre llamado Eddhu se detuvo solo a cinco yardas de nuestra caja antes de volverse hacia su grupo de unos diez seguidores.

— Gracias al cargamento de hoy, ahora tenemos todo lo necesario.

¿Todo de qué? ¡Si están vacías! Quise quejarme. Pero Asuna, quien estaba presionada contra mí en una posición incomoda, solo sacudió su cabeza como si dijese: «Aguanta».

Asentí y me concentré en escuchar.

— Bien. Buen trabajo –de un hombre alto y delgado, que encajaba en las expectativas de elfo, llegó una voz tan hermosa y fría como el hielo. Su armadura era una mezcla de cuero y metal, una rareza para un Caído, y una capa carmesí fluía desde sus hombros. Su máscara negra tenía dos cuernos crecidos desde la frente, pero sus ojos detrás de ellos parecían brillar y destellar con una luz roja.

— Pero la asamblea está tomando más de lo previsto –el hombre con capa siguió. Eddhu hizo una reverencia profunda: — Lo lamento muchísimo, Su Excelencia.

Deberíamos tenerla lista dentro de tres días.

— Bien. Entonces puedo asumir que todo estará completamente terminado en cinco días, ¿tal como el plan fue dictado?

¡¿No puedes decir lo que estará terminado?! –grité silenciosamente, otra vez, centrando mi mirada en el hombre con capa para verificar su cursor. Tan pronto como lo hice me encogí, sacudiendo mi propio cuerpo y el de Asuna.

El color era tan oscuro, era casi negro. Los cursores de los monstruos cambiaban en tonalidad desde el claro al oscuro para distinguir la diferencia en niveles desde el que lo observase, pero nunca había visto un color de cursor tan oscuro como el que pertenecía a «Su Excelencia». El Comandante Élfico Caído del tercer piso no era nada comparado con él.

El problema era que mi nivel actual era 16, completamente superior a la dificultad esperada para el cuarto piso. ¿Cuán alto podría estar el hombre con capa si este fuese negro?

Miré el nombre al final del cursor, apenas pendiente de que Asuna estaba apretando mi hombro derecho.

N’LTZAHH: GENERAL ÉLFICO CAÍDO.

¡General!

¡Espera, ¿cómo demonios se pronuncia ese nombre?!

Afortunadamente, Eddhu estaba allí para resolver al menos la mitad de mi mezcla de miedo y confusión.

— Comprometeré mi vida para hacer que eso suceda, General N’ltzahh.

— Muy bien. Haz tu trabajo, Eddhu.

El general –cuyo nombre el capataz había pronunciado como «Noltza»– le dio una palmada a Eddhu en uno de sus fornidos brazos y comenzó a caminar, su capa fluía detrás de él. Directo hacia la caja en la que estábamos escondidos.

Un escalofrió recorrió mi espina dorsal, y solté la tapa para cerrar apropiadamente. N’ltzahh solo sería más que una minoría, pero si tuviésemos         que   tratar   con los otros ocho guerreros y el indudablemente fuerte Eddhu, nuestras oportunidades de ganar se reducirían a nada. Si ellos nos descubrieran dentro de la caja, nuestro único chance de sobrevivir seria saltar fuera dela caja y correr hacia las escaleras de la derecha, todo el camino hasta salir de su escondite.

El ritmo lento y burlón de sus botas se detuvo aproximadamente a diez pies de distancia. La voz chillona de N’ltzahh cortó a través de la densa tapa de madera de la caja.

—…realmente es una farsa, ¿no? Millones de años desde que fuimos removidos de la bendición del Árbol Sagrado, aun somos limitados por los tabúes de la raza élfica –se burló. La primera respuesta vino no de la voz enojada de Eddhu, sino de una fémina mezcla de dulzura y agudeza.

— Si… si fuese por ese tabú sin sentido, no necesitaríamos tener este trato con
los asquerosos humanos con el fin de obtener esos materiales.

— No vale la pena quejarse por eso, Kysala. Págales todo el oro que quieran. Una vez que tengamos todas las llaves y abramos la puerta del Santuario, incluso la magia más grande dejada a la humanidad se desvanecerá sin dejar rastro…

— Claro, Excelencia. El momento de nuestro triunfo se acerca más.

— Exactamente. Pero nuestra misión inicial es recuperar la primera llave que el comandante de las fuerzas especiales dejó escapar de nuestras manos. El plan comienza en cinco días, una vez que todos nuestros preparativos estén completos. Tengo grandes expectativas para todos ustedes.

Los soldados gritaron un saludo al unísono, el cual se filtró por la tapa de la caja.

Incluso después que los innumerables pasos se perdieran en la distancia, y la enorme puerta de metal se cerrara con un portazo, no pude moverme.

Traté de guardar el mayor detalle de esa conversación en la memoria como me fuese permitido –tenía que ser escrita tan pronto escapara de esta atadura. Esa era la información más crucial que los Elfos Caídos hayan revelado. Las llaves secretas del Santuario– ambas palabras claves de la misión de campaña durante la prueba beta, pero nunca reveladas en términos tan concretos. Y nunca me había encontrado con el hombre llamado General N’ltzahh en ese tiempo. ¿Quién era…?

—…oye.

— ¿Ese es el verdadero líder de los Elfos…?

—…oye, Kirito-kun.

Ella empujó mi hombro, sacándome de mis pensamientos.

— ¿Huh? ¿Q-qué?

— ¿Qué quieres decir con qué? ¿Cuánto tiempo vas a hacer esto?

— Oh, mierda, l-lo siento –comencé, luego bajé la mirada a mi lado derecho. Tardíamente comprendí que mi brazo estaba pegado en una situación complicada. 


— ¡Shry…!

Casi grité «lo siento», pero cerré mi boca. Mi brazo derecho estaba atascado exactamente entre la nueva coraza de Asuna y su túnica. Traté de dar un tirón para zafarlo, pero no había lugar detrás de mí para liberar el brazo. El único resultado era una continua presión blanda y suave contra mi brazo.

— Oye, no solo me estés empujando.

— P-pero estoy tratando –pero es extraño.

— ¡Ah…! Escucha, si lo estás haciendo a propósito, voy a lanzarte a la otra habitación.

— ¡En lo absoluto, Su Excelencia! –quise gruñir. Mientras tanto, enrollé mi brazo de una forma acrobática y me las apañé para tirar de él y sacarlo de la armadura. Naturalmente eso no fue el fin de mi amenaza; levanté la tapa de la caja lo suficiente para escapar de la fuerza de la mirada de rayo láser fijada en mi mejilla como cualquier otra cosa.

No podía ver a ninguno de los Elfos Caídos. Pero esos guardias tenían que estar a los lados de las masivas puertas al otro lado de la pila de cajas. Me levanté, la tapa aun sujetada en mi mano, y ayudé a Asuna a salir. Una vez que me agaché a un lado de la salida de la prisión de madera, cuidadosamente coloqué la tapa.

Antes de poder disfrutar de un breve momento de paz, Asuna se posó frente a mi cara. Yo esperaba que ella me insultara por mi trasgresión, pero su susurro en realidad era de un asunto serio.

— Necesitamos descubrir cuáles son los «materiales» que mencionaron antes de dejar este lugar. Debe haber una pista en una de estas cajas de madera que aún no hemos revisado.

—  Sí,  estoy de acuerdo…  pero…  es posible  que…  –murmuré, mi  cerebro trabajaba ansiosamente sobre las frases que habíamos escuchado.

El total necesario. Completado como lo planeamos. Tabú élfico. Tratos con los humanos. Recuperar las llaves. El plan comienza en cinco días…

Mi mente estaba atrapada en ese espacio donde la inspiración estaba sugerentemente a la palma de la mano. Convertí una pregunta en las palabras que me habían estado preocupando.

— Oye, Asuna. La clase de ese tipo, Eddhu, fue marcada como «capataz». ¿Sabes qué es eso?

Ella asintió al instante –probablemente aprendió en el colegio el término español.

— Si. Es el líder de un grupo de trabajo para una compañía, por ejemplo. O el líder artesano. 

— ¿…líder artesano…?

Eso significaría que el martillo que cargaba era una herramienta, no un arma. Sea lo que fuere en lo que trabajara, debía ser enorme…

De repente, todas las piezas encajaron en su lugar en mi cabeza con un ¡ka- ching! Audible.

— ¡……!

Casi grito por la sorpresa, pero me contuve y miré la pila de cajas.

Es cierto –estuve a punto de decirle a Asuna cuando estuvimos escondido dentro. Esas enormes cajas de madera no estaban destinadas a transportar algo. Eran algo más disfrazado de cajas para ocultar el secreto del trato sucio de los Elfos Caídos.

Todo lo que estábamos buscando eran materiales de barcos.

Lo que había al otro lado de la puerta tenía que ser un enorme taller, donde ellos desmantelaban las cajas para formar trozos de madera. Los débiles sonidos del martilleo eran la evidencia.

Entonces ¿por qué necesitaban establecer un trato con el Gremio de Aguadores de Rovia para construir un barco? Probablemente algo que tenía que ver con el tabú élfico que el General N’ltzahh habia mencionado. Los elfos en este mundo tenían prohibido cortar los arboles vivos para tener madera. Ellos solo podían tomar los árboles que hubiesen caído de forma natural. Por lo que establecían tratos con los humanos para tener materiales extras y agilizar el proceso.

— ¿…descubriste algo? –preguntó Asuna, apuñalando mi brazo. Mi mente se detuvo.

— Eh, s-sí. Pero será una larga explicación, por lo que dejemos este lugar primero. Nunca se sabe si ellos pueden regresar.

— Si eso sucede, nos ocultaremos en una caja de madera –anunció. No tuve más elección que aceptarlo de todo corazón.

Usé el truco de la distracción con la piedra para comprarnos un espacio del almacén y así retroceder a las escaleras en el primer nivel. Ya fuese falta de cuidado o fatiga mental, fuimos descubiertos por el guardia que patrullaba cerca de la entrada del escondite pero fuimos capaces de derrotarlo antes de que este pudiese llamar a sus compañeros. Al final, estuvimos de vuelta en el muelle de la mazmorra acuática.

Debido a que la infiltración tomó más tiempo de lo esperado, la Sábana de Argyro estaba a menos del 10 por ciento de su durabilidad cuando la removimos. La enrollé cuidadosamente en agradecimiento de su valioso servicio, luego la coloqué en el inventario e hice que el barco se moviera. 

Nos encontramos con varios cangrejos y tortugas y cosas así en el camino de regreso, pero la Carga Ardiente de la Tilnel –que era como me gustaba llamarlo– facilitó el trabajo, y escapamos de la mazmorra.

El momento en el que dejamos la cueva por el rio antes del oscuro amanecer, el registro de la misión tintineó alertándonos de una actualización.

Mantuve una mano en el remo mientras llamaba mi ventana. La nueva instrucción decía que alertáramos a la persona indicada la información obtenida.

Asuna leyó la misma instrucción mientras observaba el espacio delante de la góndola. Ella se volvió y dijo: — Cuando dice «la persona apropiada», ¿se estará refiriendo a Romolo-san?

— Quizá, pero la instrucción anterior lo llamaba «el carpintero naval», por lo que quizá no…

— Entonces ¿alguien importante del Gremio de Aguadores?

—  Hmm.  Algo me dice  que  ellos  no  tendrán  una  reacción  amistosa  hacia nosotros…

— ¿Entonces a quién?

— Descubramos eso una vez que regresemos al pueblo –sugerí. Asuna aceptó, aunque a regañadientes. Comenzó a mirar hacia adelante pero se volvió para añadir–. Oh, cierto. ¿Quieres cambiar de posada? El lugar junto  al portal de teletransporte no está mal, pero no quiero que levante otro disturbio en ese muelle.

— Oh, buen punto. Podemos buscar algún lugar un poco más alejado del camino. Además, necesitamos dejar que los equipos azul y verde sepan pronto de la misión –murmuré, luego detuve mi curso.

Si Lind y Kibaou se las arreglaban para construir sus barcos y terminar la misión, grandioso. Pero ¿qué  si  seguían  yendo  como nosotros ahora?  ¿Qué  si ellos escucharon de la historia de Romolo, descubrir y seguir al barco misterioso regresar a la mazmorra acuática, luego entrar en el escondite Élfico Caído… y resultaba una entrada en batalla con el General N’ltzahh y sus hombres? Confiaba en la fuerza de Lind y Kibaou, pero ¿podrían realmente retar al general, quien podría ser tan poderoso como un jefe de piso, sin sufrir ninguna baja?

Pensé nuevamente en el cursor completamente negro de N’ltzahh y temblé. No, la derrota era segura si ese evento terminaba en una batalla. Quizá habría un aspecto de prevención de fracasos que estuviese incorporado, tal como el que había en la batalla entre los campeones Élfico Oscuro y el Élfico de Bosque al comienzo de la misión la «Llave Jade» del tercer piso. Pero si no, eso podría dar como resultado la muerte de un grupo completo de seis integrantes. 

— Quizá primero debamos discutir con Argo de cuanta información revelar – murmuré, remando lentamente. Adelante, la vista cercana de la puerta sur de Rovia llegó a mi visión.

Terminamos tomando una pequeña posada en la esquina del cuadrante suroeste para nuestra nueva base de operaciones, nuestra elección se selló por la pequeña cabaña que podíamos usar para mantener la góndola. Colapsamos en una de las dos habitaciones que rentamos, yo en la mecedora, y Asuna en la cama.

Luego de compartir un suspiro extenso y lujoso, vagamente levanté un dedo para devolver mi arma y armadura al inventario. Eran las tres y media de la mañana. Regresamos mucho antes que el día anterior, pero las diez horas de aventura amenazante calló mi cerebro con fatiga.

No podía dormir ahora, sin embargo. Necesitaba establecer juntos la información mientras aún estaba fresca en mi mente, y además, esta era la habitación de Asuna, no la mía.

— Bueno, comencemos con las cajas de madera –empecé, ahogando un bostezo. Asuna no respondió. Me senté y miré la cama. Ella estaba tendida boca abajo con su cara enterrada en la almohada, completamente. Su ventana de menú todavía estaba mostrada justo encima de la almohada.

Para alguien que se queja de no ser capaz de dormir, ella estaba haciendo un buen trabajo ahora –pensé. Me levanté de la mecedora y me situé junto a la cama.

— Oye, dejaste tu ventana abierta –la llamé, sacudiendo suavemente su hombro. Ella no se despertaba. La ventana estaba establecida en modo privado por defecto, pero lo que solo me mostraba un cuadro en blanco, pero aun así no se sentía un poco descuidado.

— Asuna-san, despierteeee.

Sin respuesta. Si seguía sacudiéndola, ella recibiría otra advertencia de acoso. Hablando de eso, necesitaba descubrir que fue lo que pasó con la orden de advertencia. Pero por ahora, lo más importante era que ella cerrara su menú.

Luego de pensarlo un rato, tomé su mano derecha de su lugar tendido en la cama. El menú principal desaparecería con un buen y largo chasquido de la parte superior, por lo que moví su dedo a la derecha y tiré hacia abajo. En el tercer intento, funcionó, y la ventana desapareció. Volví a bajar su mano, aliviado.

— Podemos tener la reunión luego. Buenas noches –murmuré, y dejé la habitación lo más silenciosamente que pude. 

Capitulo 4                                                        Indice                                                           Capitulo 6

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