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progressive 3 capitulo 8

Capitulo 8
Barcarolle of Froth

— ¡Desde la izquierda, Kirito-kun! –gritó Asuna.

Apreté mis dientes y presioné  el remo hacia la izquierda. La  Tilnel  estuvo maniobrando gracias a sus pequeñas dimensiones, pero esta tenía su límite. La radio de giro de la góndola a toda velocidad era aproximadamente dos veces la longitud del bote, unos cincuenta pies exactos, y requería anticipación en todas las oportunidades.

— ¡Nuaaaaah!

Remé con todas mis fuerzas. Un enorme bote marrón saltó a la esquina de mi visión. Aunque estaba oculto detrás del roció del bote, la proa estaba equipada con un enorme ariete, e incluso con su excelente habilidad defensiva gracias a nuestra elección de materiales finos, la Tilnel probablemente no saldría ilesa.

Un soldado Élfico de Bosque de pie en la proa blandió una lanza de diez pies.

— ¡Lo tengo! –gritó Kizmel desde el centro del bote, levantando su sable. Con una brillante y veloz oscilación, ella cortó la punta de la lanza mientras esa se dirigía hacia mí.

Valía la pena confiar en la asistencia de Kizmel y mantener el curso, ya que aseguró que la Tilnel solo perdiera el ariete y pasara a babor del enorme bote.

El barco enemigo comenzó a virar, pero una vez que estuvimos en su parte posterior, no había nada que ellos pudiesen hacer. La popa indefensa de nuestros enemigos llegó a la vista mientras dos barcos circulaban uno cerca del otro.

— ¡Asuna, Kizmel, aquí vamos!

— ¡Bien!

— ¡Lista!

Ellas se acuclillaron y se aferraron a los lados del barco mientras cargábamos a toda velocidad. El Cuerno del Oso de Fuego fijado en la proa de la Tilnel colisionó directamente con el único punto débil del poderoso barco Élfico de Bosque, su extremo posterior. El ariete rojo ardiente dividió la delgada madera y evaporó el agua a su alrededor, produciendo una explosión que hizo volar la mitad posterior del barco.

Incluso mientras usábamos la presión de retroceso para dar reversa a la Tilnel, el barco enemigo comenzó a llenarse de agua y sumergirse desde la proa. Los once Elfos de Bosque a bordo del barco fueron lanzados al lago, gritando, e inmediatamente comenzaron a hundirse.

— Si, ¡van dos! –vociferé. 

Mientras tanto, Asuna gritó en alerta: — ¡Barco enemigo atrás a la izquierda! ¡Están de espaldas a nosotros, así que es nuestra oportunidad!

— ¡E-entendido!

Volví a sujetar el remo y lo giré a la derecha esta vez.

Era jueves, 27 de diciembre. Tal como había proclamado el General N’ltzahh, los «cinco días después» fueron ciertos: una pequeña flota de barcos llevando Elfos de Bosque ingresaron al lago cerca del Castillo Yofel justo después del mediodía.

Ya estábamos listos para enfrentarlos, nuestros exploradores Élficos Oscuros nos advirtieron con tres horas de anticipación, pero no pude prevenir el escalofrió que  recorrió  mi  espalda  cuando  los barcos  enemigos  aparecieron,  resonando cuernos. Ellos mostraron dieciséis poderosos barcos, mucho más de mi estimación inicial de diez.

Eso era el doble de barcos para los Elfos Oscuros en el Castillo Yofel. Eso significaba que, asumiendo que los barcos en cada extremo tenían el mismo poder de batalla, nuestra pequeña Tilnel tendría que hundir seis barcos por su cuenta.

Nunca había esperado experimentar una batalla naval a gran escala aquí en Aincrad, pero aquí estábamos, dos líneas de barcos marrones y negros cargaban entre sí como antiguas flotas Griegas. Dos barcos de Elfos de Bosque y uno de los botes de los Elfos Oscuros se agujerearon y se hundieron en la primera colisión. Eso nos dejaba catorce enemigos contra siete.

Pero como opción itinerante, la Tilnel no tenía la obligación de alinearse apropiadamente. En lugar de eso, usé una táctica de la Batalla de Salamina y los sorprendí por sus flancos.

Claro, en un enorme lago circular, no había lugar para ocultarse. Pero tuvimos la muy útil Sábana de Argyro de nuestro lado. Con la habilidad de Costura de Asuna y algo de paciencia, logramos reparar algo de su durabilidad perdida.

Ocultos aseguradamente desde la vista hacia el extremo este del área de batalla, programamos cuidadosamente nuestro primer ataque en el mismo instante que ambos lados se hubieron detenido y hundimos el primer bote con un golpe perfecto. Luego de eso, las cosas se pusieron caóticas, pero logramos hundir el segundo, lo que significaba que los Elfos de Bosque deberían quedar con doce barcos.

— ¡Kizmel, cuenta el número de botes sobrevivientes! –grité mientras remaba con frenesí. Eso tomó dos segundos para su respuesta.

— ¡Seis de nuestro lado, doce por el enemigo!

— Ugh… 

El número de botes enemigo era tal como esperaba que fuese, pero habíamos perdido otro aliado.

Como un podria esperar de los barcos preparados improvisada y apresuradamente de la madera adquirida de las cajas desmanteladas, los barcos de los Elfos de Bosque tenían popas y proas cuadradas y feas. Eran más lentas y menos maniobrables que las elegantes góndolas de los Elfos Oscuros, pero más fuertes.

Encima de eso, como Kizmel temía, la disciplina y la moral de los Elfos Oscuros era inferior a la del enemigo. Un par de barcos estaban alineados y bloqueados en un feroz combate a bordo, pero más Elfos Oscuros cedían ante las espadas del enemigo y caían al agua en lugar de ser al contrario.

— ¡Valientes guerreros de Kales’Oh! –gritó un enorme caballero que había adoptado la apariencia de un comandante enemigo, en el centro de un barco que ondeaba una bandera verde con un escudo y una espada dorados–. ¡Envíen a esos cobardes Elfos Oscuros a dormir en el fondo de este lago! ¡Ellos se han aliado con la humanidad y construido barcos con el propósito de derribar nuestro castillo!

¡Afortunadamente, su plan falló, y reclamamos sus barcos para nosotros! ¡No debemos desaprovechar esta oportunidad!

¿…qué?

Quedé sorprendido de eso mientras remaba con todas mis fuerzas. ¿Acaso el comandante enemigo había dicho que los Elfos Oscuros se habían aliado con los humanos? ¿Eso significaba que los Elfos Oscuros les pidieron a los humanos construir los barcos y que los Elfos de Bosque los robaron? Hasta donde sabia, eso no era cierto. Al final, sabía que los Elfos Caídos habían construido esos barcos que los Elfos de Bosque estaban usando ahora, era su petición… o eso pensé.

— ¡Nos han descubierto, Kirito-kun!

El grito de Asuna me trajo de vuelta a la escena que se desarrollaba ante mis ojos.

El remero del barco de los Elfos de Bosque al que apuntábamos estaba tratando de virar a la derecha mientras nos miraba fijamente. Empujé nuestro bote a la izquierda y luego esperé el momento exacto para hacer un giro repentino. Prediciendo la ubicación por donde del barco enemigo pasaría dentro de diez segundos, comencé a remar alocadamente.

Con dos golpes instantáneos más rápidos de lo que el ojo pudiese seguir, Asuna desarmó a los dos enemigos de lanza, a continuación, el ariete de la Tilnel ardió a través del casco de estribor de la retaguardia enemiga. Kizmel se había apoyado y tiró de Asuna hacia atrás antes de que esta pudiese caer con el impacto.

Ese fue otra explosión de vapor, y el barco enemigo fue destruido. Eso hacia… 

— ¡Tres!

Ignoré a los soldados enemigos que caían en el agua y busqué nuestro próximo objetivo. En el lado norte del lago donde la lucha principal tomaba lugar, los Elfos Oscuros seguían cayendo. Los seis barcos restantes estaban alineados para prevenir la entrada al castillo y envolvían al enemigo en un combate mano a mano, pero más Elfos Oscuros que Elfos de Bosque caían en el agua.

Mientras tanto, el enemigo aún tenía once barcos activos, y tres de ellos estaban girando cerca de la batalla principal para acercarse al muelle del castillo por el lado oeste.

— Eso no es bueno –murmuró Kizmel, justo como el comandante Élfico Oscuro en el medio de su flota levantaba una cimitarra y nos gritaba.

— ¡Ustedes, el pequeño bote! ¡Dejen de perder el tiempo y detenga la fuerza naval enemiga!

— ¡¿C-como puede hablarnos de esa forma?! –demandó Asuna, irritada. Esto provino del mismo comandante que arrogantemente nos informó que él no sería un factor en la batalla y que se quedaría fuera del camino del navío oficial.

Pero en este caso, no teníamos más opción que obedecer. Solo habían seis guardias restantes en la entrada al castillo, y su los treinta Elfos de Bosque en esos tres barcos desembarcaban, seria acabados fácilmente mediante esas defensas.

— ¡Maldición! ¡Simplemente tenemos que hacerlo! –gruñí, avanzando furiosamente. Inútilmente deseé que hubiese elevado mi fuerza un poco más, pero incluso si así fuera, tenía que ser agradecido de que no fuese la vida real, donde mis brazos serian inútiles para todo lo acumulado del ácido láctico de ahora.

Los tres barcos de fuerzas oscilantes en una formación lado a lado estaban apuntándonos. Podríamos hundir uno de ellos con una carga trasera, pero el problema era lo que vendría después de eso. Para que el ariete atacante funcionara apropiadamente, teníamos que ir a toda velocidad, y el enemigo simplemente no iba a sentarse y esperar que nosotros retrocediéramos y cargáramos de nuevo.

Kizmel pudo decir lo que me preocupaba, por lo que se volvió y gritó: — ¡No te preocupes, Kirito, simplemente carga hacia el barco central!

— ¡E-entendido! –tuve que responder. Fijé la vista en el barco de en medio y ajusté nuestro curso. El lancero en la parte posterior de ese barco ya nos había notado, pero ellos ni siquiera parecieron intentar detener su progreso hacia el castillo.

— ¡Gooooo! 

Movilicé el remo una última vez, rugiendo como el héroe de cada anime o película cuando hace su última carga suicida. Una vez más, Asuna nos defendió contra las lanzas enemigas, y nuestro ariete ardiente atravesó la popa plana del barco.

Nuestro cuarto objetivo se hundió en instantes, y los soldados Élficos de Bosque a bordo nadaron por seguridad. Los observé irse y comencé a retroceder a la Tilnel, pero luego los dos barcos restantes nos cortaron por ambos lados. La barra de aguante de la Tilnel justo debajo de la barra HP de Kizmel cayó un cinco por ciento. Pero el daño no se detuvo allí; este continuó cayendo poco a poco. Los dos remeros estaban remando alocadamente de forma perpendicular hacia nuestros lados enfrentados, tratando de aplastar el bote entre ellos.

Encima de eso, los lanceros a cada lado estaban apuntando sus armas afiladas en mí. Rápidamente desenfundé mi espada y derribé las puntas, pero eso solo fue para prolongar nuestra declinación.

Kizmel sugirió calmadamente: — ¡Kirito, Asuna, salten hacia el barco de la derecha y golpeen al remero! ¡Me encargaré del de la izquierda!

— ¡¿Whuh?!

No esperaba esa orden, pero claramente era la una forma de salir de nuestro apretón. Asuna y yo hicimos contacto visual, luego saltamos descuidadamente sobre el otro barco.

— ¡Aqueresas ratas humanas! –un lancero élfico escupió, pero esas lanzas de diez pies de largo estaban hechas para batallas navales, no combates cerrados. Lo golpeé directamente con una habilidad de espada Slant, sin siquiera molestarme en una finta. El elfo voló por la borda. A la izquierda, Asuna abrumó a otro lancero con un Parallel Sting de dos partes, su capa de seda especial se sacudió.

El temible Caballero Élfico Oscuro Santificado con el que luchamos al comienzo del tercer piso era bastante memorable, pero él era un mob de élite de alto nivel como Kizmel. Pero los lanceros y espadachines Élficos de Bosque a bordo de esos barcos no eran diferentes de los monstruos intermedios del cuarto piso, hablando en términos de poder, claro está. Esta breve lucha me recordó que en una batalla de uno a uno, ellos no poseían nada de qué preocuparse.

Aun así, no había punto en ser descuidado. En una batalla naval, el casco del barco absorbía el daño, pero cuando luchaban los marineros a bordo, nuestros HP estaban otra vez en riesgo. Incluso en medio de este evento-historia dramático y climático, era imperativo que recordáramos que nuestras vidas estaban en peligro dentro de este juego mortal.

Asuna empujó a lancero por la borda con un combo de ataques de puñetazos pesados, y el espadachín detrás de él se acercó. 

— ¡No hay necesidad de derrotarlo! ¡Solo úsalo como un muro para así evitar que esos tipos se acerquen! –le ordené a mi compañera, dejando de golpear al espadachín que atacaba de mi lado. El remero –llamado oficialmente remero Élfico de Bosque– estaba al otro lado de este luchador.

Aunque las embarcaciones de madera construidas por los Elfos Caídos podían contener a diez, la cubierta solo tenía espacio para que dos se mantuviesen de pie. Si Asuna y yo luchábamos hombro a hombro, los enemigos en la retaguardia no serían capaces de alcanzarnos. Este tipo de ubicación establecida era gran parte de jugar un juego de RV, y podíamos usar los cuerpos de los enemigos como bloqueos en un espacio tan cerrado como este.

Asuna cambió a una estrategia defensiva, pero con el fin de llegar al remero, yo necesitaba eliminar al espadachín en mi camino. Había un gran trecho en nuestros niveles de poder, por lo que fácilmente podía acabar con su HP mediante pura fuerza. Pero repentinamente comprendí que tenía un deseo interno de evitar asesinar a los soldados Élficos de Bosque. Pensando nuevamente en ello, había golpeado a todos los enemigos que hasta ahora derrotado en el agua en lugar de desaparecerlos.

Pero esta vacilación no era producto de solo uno o dos días. Cuando tuve la tarea de robar las ordenes ultra-secretas del campamento Élfico de Bosque en el tercer piso, traté de colarme y removerlas mediante sigilo, evitando el combate en general. Esa sensación debió haber estado en mi mente también. No quería invadir su campamento en la noche y asesinarlos a todos, y tampoco quería que Kizmel o Asuna lo hicieran.

La emoción en sí probablemente era sin sentido. Asuna y yo comenzamos la misión la «Llave Jade» que iniciaba toda la línea histórica al asesinar al caballero Élfico de Bosque. La adorada hermana de Kizmel fue asesinada por un halconero Élfico de Bosque. Ya fuese que asesináramos a los soldados o no, eso no tendría efecto en el progreso de nuestra misión. Pero…

— ¡Humanos cobardes!

El guerrero élfico me atacó, su cabello y piel eran pálidos y su voz joven –aunque probablemente era mucho, mucho más viejo que yo. Detuve su ataque con mi Anneal Blade +8. Mi espada familiar, cerca del fin de su tiempo de utilidad ahora que estaba completamente mejorada, desvió su ataque con un peso y dureza placenteros. Aturdido por mi desvió, el elfo se tambaleó hacia atrás, y lo pateé por un costado con un balanceo izquierdo. La habilidad de Artes Marciales, Water Moon, dejó un rastro de luz pálida fluyendo desde mi pie.

— ¡Ahhh!

Desde la esquina derecha de mi visión, observé al elfo caer al lago mientras gritaba, pero ya estaba moviéndome hacia adelante. Habia otro enemigo justo a la izquierda, pero tenía toda su atención en Asuna y estaba concentrándose en bloquear, por lo que él no me preocupaba.

Solo adelante estaba el remero élfico, su remo completamente plano en un intento de aplastar a la Tilnel con toda la fuerza del gran barco.

— ¡Suficiente! –advertí y dividí el remo en dos con una oscilación de mi espada, seguido de una patada rápida del remero desarmado sobre la borda. Ni siquiera esperé verlo caer sobre unos cuantos compañeros en su vuelo –estaba demasiado ocupado volviéndome y noqueando a los soldados que atacaban a Asuna con un buen puñetazo Flash Bow.

— ¡Volvamos!

Ambos saltamos nuevamente en la Tilnel y descubrimos que Kizmel estaba regresando en el mismo momento. Me pregunté qué había hecho con los soldados enemigos y me sorprendió ver ni una sola alma a bordo de la góndola a nuestra izquierda.

Kizmel notó mi asombro silencioso y dijo tranquilamente:

— Los derribé a todos en el lago y quebré sus remos.

Una rápida examinación al agua que rodeaba al barco mostró claramente una pequeña cantidad de chapoteos, mientras los soldados nadaban por seguridad. Como era de esperar, los soldados empujados al agua estaban siguiendo un algoritmo que les decía retirada. Luego de un momento, ellos comenzaron a nadar hacia el norte.

Aunque quedaban cinco o seis enemigos en el barco derecho, pero no había forma de que siguieran moviéndose. Guardé mi espada y tomé el remo de la Tilnel, guiándola entre los barcos enemigos y regresando al punto donde podríamos ver la confrontación principal.

En este punto, habían seis barcos en pie por parte de los Elfos Oscuros, y ochos en estado activo por parte de los Elfos de Bosque. No solo la cantidad exacta era mucho más cercana, sino que la mayoría de ellos estaban aferrados en combates navales ahora, había solo una pequeña amenaza para los barcos de los Elfos Oscuros en sí.

— Bien… ¡hundamos el buque insignia enemigo antes de que entremos en otra batalla de arietes! –le urgí a Asuna y a Kizmel, volviendo a la Tilnel duramente a estribor.

A unas cien yardas del muelle del castillo, donde la mayoría de los combates navales se llevaban a cabo, los seis barcos Élficos Oscuros restantes y un número igual de barcos Élficos de Bosque estaban alineados de este a oeste, sus lados presionados entre sí para que los luchadores pudiesen entrar en batalla. Los Elfos 

Oscuros claramente estaban en su punto final, pero ellos al menos podrían aguantar un poco más.

Los dos barcos Élficos de Bosque restantes estaban situados en la retaguardia. A la cabeza de la nave capitana estaba de pie el comandante con una gloriosa armadura plateada y una ondeante capa blanca, de brazos cruzados. No parecía preocupado por nosotros, a pesar del hecho de que habíamos neutralizado la fuerza de movimiento de sus tres naves.

Si asumía que sus fuerzas iban a emerger de forma triunfante, podíamos usar ese descuido para embestir el barco exitosamente.

— ¡Asuna, Kizmel, hagamos lo de siempre! –sugerí, y tiré de la Sábana de Argyro desde la retaguardia del barco. No sabía si el mismo truco volvería a funcionar, pero no haría daño estar preparados. Cuando los tres esparcimos la sábana sobre la Tilnel, todo el interior se sumió en oscuridad, pero a través del delgado material pasaba la luz necesaria para poder ver el exterior.

—…voy a acercarme con calma y lentamente –susurré, moviendo con cuidado el remo. Temía que la sábana se rasgara si íbamos demasiado rápido, por lo que nos envié hacia la nave capitana lo más rápido pero calmadamente que podía hacer.

Unas veinte yardas más, y quitaríamos la sábana y cargaríamos. Pulgada a pulgada nos acercamos…

Pero cuando estuvimos dentro de las cinco yardas del punto de emboscada, el comandante Élfico de Bosque desenfundó su espada de la cintura.

— ¡Mierda!

— ¡¿Nos descubrió?!

Asuna y yo nos tensamos, y Kizmel cuidadosamente colocó su mano en la funda de su sable. Pero la espada larga del comandante no estaba apuntando a la oculta Tilnel.

— ¡Ahora! ¡Barcos uno y do, comiencen a cargar! ¡Barcos cinco y seis, limpien el camino!

Su voz resonó en el lago como un trueno. De repente, fuera de los seis barcos Élficos de Bosque enredados en combate, los dos centrales se separaron a los lados.

Eso dejaba dos barcos Élficos Oscuros con sus lados completamente expuestos, incluyendo la nave capitana.

— ¡Oh, no! –exclamé, rápidamente quitando la Sábana de Argyro y la lancé en el espacio que había en la popa. Incluso mientras hacía eso, los dos barcos Élficos de Bosque estaban abalanzándose hacia los indefensos botes Élficos Oscuros. 


— ¡Detén eso de una vez! –Asuna clamó mientras yo remaba alocadamente. La Tilnel envió una estela blanca en persecución, pero la nave capitana Élfica de Bosque estaba al menos a veinte yardas delante de nosotros.

— ¡No lo vamos a hacer a tiempo! –comentó Kizmel.

Dos segundos después, la embestida del buque insignia enemigo creó un agujero en el hermoso casco de la nave capitana Élfica Oscura en un choque ensordecedor.

Momentos después, el segundo barco enemigo chocó con el otro bote Élfico Oscuro. Los dos barcos víctimas se llenaron el agua debido a los enormes agujeros en sus lados y comenzaron a hundirse.

— ¡Malditooooos!

El comandante Élfico Oscuro rugió con odio puro mientras caía en el agua. Con un segundo vistazo, los Elfos Oscuros que habían caído en el agua sobre el curso de la batalla estaban pisando el agua en el sitio. A diferencia de los Elfos de Bosque, ellos no estaban nadando hacia un lugar en particular, sino que parecían exponer una regla similar: una vez que caían en el agua en este evento de batalla, el sistema no les permitiría volverse a unir a la misma.

Incluso después de que su maniobra perfectamente programada hubiese destruido la nave capitana de los Elfos Oscuros y su ejército, el comandante Élfico de Bosque no descansó. Nuevamente levantó su espada.

— ¡¡Barcos uno y dos, avancen!! ¡¡Todos los soldados, prepárense para tocar tierra!!

— Ugh –gruñí. Usé toda mi fuerza para remar, pero los dos barcos enemigos ya estaban procediendo a través del nuevo agujero en la formación antes de que la Tilnel pudiese alcanzarlos. Nada estaba en su camino hacia el muelle del castillo.

— ¡Maldita sea! ¡Tenemos que abrirnos paso por ese agujero también! –anuncié, pero los barcos Élficos de Bosque que se abrieron paso para que su nave capitana pasara ahora regresaban a sus filas. La brecha se hizo más pequeña por el momento, pero era demasiado tarde para nosotros retroceder.

— ¡Nuaaaah! –rugí, usando el 120 por ciento de mi fuerza para remar. La punta de la Tilnel entró en el pequeño espacio restante.

Las quillas de los barcos enemigos y los lados de babor y estribor de nuestro bote entraron en contacto con un horrible sonido de arañazo. En la parte superior izquierda, la barra de durabilidad del bote cayó del 80 por ciento al 70. Pero con sus materiales caros que nos costó a Asuna y a mí nuestra fuerza de voluntad y aguante para reunirlos, y las mejores habilidades del anciano Romolo, la Tilnel trazó su camino a través del bloqueo de las góndolas mucho más grandes y se empujó hacia adelante. 

— ¡Estamos pasando!

— ¡Puedes hacerlo, Kirito!

El apoyo de Asuna y Kizmel me dieron un segundo aire de energía que me puso de vuelta en mi remada. Ahora que estábamos moviéndonos otra vez con velocidad, los dos barcos delante de nosotros estaban a una buenas cincuenta yardas. No estaba claro de que pudiésemos ser capaces de alcanzarlos a tiempo.

Bajo el intervalo de un minuto, mis miedos fueron confirmados. Los dos barcos entraron en contacto con el muelle mientras aun estábamos a vente yardas detrás.

Veinte soldados, incluyendo al comandante, saltaron en el muelle con un rugido. Delante de la masa de Elfos de Bosque estaba –un grupo de solo seis guardas Élficos Oscuros en la entrada del castillo. Parecía que ellos debiesen ser capaces solo de bloquear las entradas y quedarse dentro, pero incluso esas puertas de apariencia resistente no durarían tanto en estas circunstancias.

— ¡¿Kizmel, los sacerdotes no pueden ayudar?! ¡¿No tienen magia… eh, encantamientos que puedan invocar?! –preguntó Asuna, en pánico, pero la Elfa Oscura solo sacudió su cabeza.

— Me temo que los sacerdotes alojados en el castillo son simples oficiales sin experiencia en combates. En estos momentos deben estar encerrados en una habitación subterránea secreta, temblando de miedo.

— No…

Asuna se mordió el labio. Yo seguí remando a máxima potencia e hice una pregunta distinta.

— ¡¿Qué hay del vizconde y los niños?! ¡¿No están escondidos junto con los sacerdotes?!

—…no lo sé… después de todo, el Castillo Yofel nunca ha cedido desde los tiempos antiguos. No puedo suponer que decisiones tomará el vizconde.

Aunque era fácil de olvidar, si Asuna y yo estuviésemos progresando adecuadamente por la línea de misiones la «Guerra Élfica», Kizmel no debería estar presente. Por lo que a diferencia de los demás soldados aquí, a ella no se le había otorgado un rol específico en la batalla, y podía actuar libremente con nosotros. Pero ¿qué pasaba con el Vizconde Yofilis?

Él era un maestro con el estoque, pero no podía exponerse a fuerte luz del sol debido a su enfermedad, por lo que estaba encerrado en su oficina completamente negra durante las horas diurnas. Había imaginado que pieza de trasfondo estaba fuera de lugar en este evento, porque parecía que el momento en el que los Elfos de Bosque tocaron el muelle del castillo, habíamos fallado el evento de batalla. 

Pero como un asunto dado, la batalla no había acabado cuando los veinte elfos llegaron al puerto. Los cuatro barcos Élficos Oscuros restantes estaban luchando fuertemente para prevenir que cualquier unidad adicional los atravesara, y los seis guardias en la entrada adelante blandían valientemente sus lanzas.

Tendría que haber una forma de ganar dentro de esas terribles circunstancias. Aunque no tenía prueba de ello, no pude evitar sentir que Yofilis era la pieza clave de la victoria. Había demasiados misterios que lo rodeaban. Lo suficientes como para que ellos pudiesen fácilmente apoyar más la línea de misiones…

— ¡Asuna, Kizmel! –llamé a mis compañeras–. ¡Vamos a atravesar a los Elfos de Bosque!

— ¡Bien!

— ¡Está en tus manos!

Llevé a toda velocidad el barco hacia el muelle. Pasamos las líneas de los soldados élficos aventajados y frenamos una vez que la Tilnel estaba cerca de la entrada del castillo. Salté en el muelle –sin tiempo de soltar el ancla.

Los seis lanceros aliados estaban de pie, firmes, ante la entrada, en una línea recta que era tan ancha como el muelle. El enemigo había formado tres líneas de seis, similares, con el comandante en la retaguardia y los espadachines con capa que aparecieron ser sus asistentes. Miré los rangos de los soldados marchantes con sus espadas largas y escudos, y un curso de color sobre ellos.

El cursor que flotaba era más rojo que esos pertenecientes a los espadachines y lanceros con los que habíamos luchado hasta ahora. Sus títulos eran «GUERRERO LIGERO ÉLFICO DE BOSQUE», un poco más imponente. Parecía que los soldados a bordo de la nave capitana y sus buques compañeros eran un rango mayor que los normales.

Por otro lado, nuestros guardias del castillo eran porteros Élficos Oscuros. No sabía si eran mayor o menor que un guerrero ligero, pero nuestra inferioridad en números era aparente. Nosotros tres, alineados, ciertamente no podríamos bloquear todo el muelle, y no podíamos evitar que los guardias fuesen abrumados por los Elfos Oscuros que les triplicaban su número. Encima de eso, la batalla naval no duraría mucho más. Si los cuatro barcos Élficos Oscuros sucumbían, el enemigo se reforzaría pronto.

¿Confiábamos que podíamos perseverar y luchar aquí?

¿O sigo mi instinto si base?

Luego de un instante de decisiones, me hice la idea.

— ¡Ustedes dos, aguanten aquí solo por cinco minutos! 

— ¡¿Qué hay de ti, Kirito-kun?! –preguntó Asuna, parecía preocupada. No perdí tiempo en calmarla.

— Tranquila, solo voy a llamar refuerzos. No se presionen, sin embargo. ¡Si están en peligro, corran de una vez por seguridad!

Apreté sus hombros cariñosamente y pasé a través de ellas para correr hacia atrás. Mientras me acercaba a la línea compacta de los guardias Élficos Oscuros, sujeté el anillo de sello destellante en lo alto del aire.

— ¡Déjenme pasar!

El poder milagroso del Sello de Lyusula hizo que los guardias se apartaran del centro y la puerta detrás de ellos crujió para abrirse un poco. Cuando remaba la góndola, estaba usando toda mi estadística de fuerza, pero ahora dejé que el número de agilidad se hiciera cargo y corrí a través de la entrada del castillo y el jardín frontal mientras las puertas rugían al cerrarse detrás de mí.

Una vez que me abrí paso por la puerta del castillo, el interior estaba mortalmente silencioso. Incluso las damas y nobles se habían ido a esconder.

Si el mismísimo vizconde había evacuado a otra ubicación, todo esto era en vano. Pero no podía hacer más que confiar que todo funcionaria. Corrí a través del pasillo principal hasta las grandes escaleras y subí hasta el último piso.

El momento en que llegué al quinto piso del castillo, uno de los cinco minutos que le había prometido a Asuna y a Kizmel se había ido. Tomé una esquina derecha con mi cuerpo apoyado y vi la gran puerta al final del pasillo, pero los guardias ya no seguían allí. Frené justo en frente de la puerta, una sensación invadió mi cuerpo.

— ¡Milord, deseo entrar! –grité. Luego de varios segundos interminables, la extraña voz resonó desde detrás de la habitación.

— Adelante.

Empujé la puerta para abrirla y entré en la amplia oficina. Como siempre, la única luz era la de la pequeña lámpara en el escritorio, y no pude ver donde estaba pisando. Pero dado que ya había pasado por aquí varias veces para cambiar misiones, estaba lo suficientemente familiarizad para cruzar rápidamente la habitación y detenerme ante el escritorio.

Corrí todo el camino hasta este lugar solo por premonición, pero no tenía idea de que decir cuando el momento llegara. Por una cosa, el vizconde no era un NPC con una IA de alto funcionamiento como Kizmel. Probablemente él ni siquiera respondería apropiadamente a menos que usara términos que encajaran en su base de datos… y aun así, antes de poder siquiera hablar, su voz calmada sonó desde la oscuridad más allá de la lámpara.

— ¡Parece que la batalla va de mal en peor! 

Asentí con la cabeza y expliqué la situación: — S-sí, Milord. Cuatro de nuestros barcos han sido hundidos, incluyendo el buque insignia, las fuerzas enemigas están en el muelle del castillo.

— Ya veo… entonces solo es cuestión de tiempo hasta que el enemigo llegue a este lugar.

—…a esta velocidad, solo serían veinte… no, cincuenta minutos.

— Entonces debería esperarlos aquí. Guerrero de la humanidad, tu ayuda es apreciada. Toma a tus compañeros y vete de este castillo.

Pasaron dos minutos. Si iba a mantener mi promesa con Asuna, tenía que salir de esta habitación y descender las escaleras dentro de otros dos minutos. Apreté mis puños, tratando de suprimir mi pánico naciente.

— Desde un principio, la moral de los Elfos Oscuros ha sido inferior a la de los Elfos de Bosque. Creo que esto se debe a la falta de su verdadero comandante de batalla.

— Ahh. ¿y quién sería su verdadero comandante?

— Usted, Milord.

Creí que detecté una sonrisa desaprobatoria en mi respuesta directa, pero eso pudo haber sido solo mi imaginación.

Su mano derecha se extendió desde la oscuridad y tocó dos veces el escritorio de madera negra.

—…me temo que eso no es posible. Podría ser difícil que un joven humano como tú lo entendiera, pero si luchas eternamente, está garantizado que la derrota llegará eventualmente. Si el Castillo Yofel está destinado a caer el día de hoy, y yo ante las espadas de los enemigos, entonces sería la guía del Árbol Sagrado. La gente de Lyusula debe aceptar ese destino.

Había una profunda resignación en su sonora voz que no podía creer que proviniese de una línea de diálogo prescrita.

Desapreté mis puños redondeados y estiré los dedos, luego los apreté otra vez con toda mi fuerza.

— ¡Milord, sus soldados están luchando en este momento! Ellos deben estar esperando escuchar la voz de su señor. Kizmel me explicó su enfermedad. ¡Si va a esperar la muerte aquí en la oscuridad, ¿por qué no aventurarse en el exterior para que así pueda entregarle un mensaje final a sus guardias?!

Esperaba que mi solicitud fuese en vano. Debí haber perdido algún tipo de misión relacionada a la enfermedad del vizconde. Quizá si la completaba, él podría haber superado su aversión a la poderosa luz y liderar gloriosamente a las tropas Élficas Oscuras en la batalla, en lugar de dejárselo a ese arrogante e inútil comandante…

Como esperaba, el maestro del castillo no hubo respondido por un momento. Cuando la marca de los tres minutos pasó, comprendí que mis instintos estaban errados y comencé a dejar la habitación.

Pero entonces…

— Joven humano. Respóndeme solo una pregunta.

Me volví para ver una marca «?» dorada que flotaba en la oscuridad. Algún tipo de misión acababa de empezar. Mientras contuve la respiración, sentí una mirada clara y sin color con una fuerza oculta que perforaba mi alma

— ¿Por qué prestas tu ayuda a la gente de Lyusula y no a Kales’Oh?

Era una pregunta tan simple que tuve respuesta inmediata. Decirle que era «porque estaba jugando en la facción Élfica Oscura de la campaña» no era una respuesta verdadera.

Cuando enfrenté el inicio de la misión la «Llave Jade» en el tercer piso. Asuna y yo elegimos a la Campeona Élfica Oscura –Kizmel– sin debatirlo mucho. Fue porque ya la había hecho en la prueba beta. En el centro, eso era todo.

— Al principio… no tuve una razón verdadera –comencé a explicar, sin plan o certeza en mi mente–. Pero eso ya no sigue siendo cierto. Tanto Asuna como yo amamos a Kizmel. Por lo que queremos ayudarla a proteger a su gente y su nación.

Otro largo silencio llenó la oscuridad de la recámara.

Después –mucho, mucho después– aprendí que el programa que controlaba el mundo de Sword Art Online era capaz de monitorear las emociones y los estados mentales de sus jugadores. En otras palabras, si le mentía al adulador Vizconde Yofilis, el sistema lo habría visto y posiblemente fracasara la misión.

Cuando ella escuchó eso, Asuna sonrió y dijo:

— Es bueno que hayas respondido honestamente, porque tú siempre has sido un pésimo mentiroso.

Justo antes de que el contador golpeara los cuatro minutos, el marcador de misión dorado desapareció sin sonido. No hubo un pequeño bleep para señalar que había sido completado; en lugar de eso, el vizconde habló con un tono más fuerte del que haya escuchado.

— Debo tomar que tus palabras son ciertas. Por esa razón, responderé con la verdad. Joven espadachín, la historia sobre mi enfermedad que escuchaste de Kizmel… 

La silla crujió mientras se él se levantaba. Tenues pasos circularon alrededor del escritorio y a mi lado. Una esencia de bosque flotó en el aire, y una voz de alegría llegó a mis oídos.

—…es una mentira.

— ¡¿…huh?!

— Sígueme.

Los pasos comenzaron a alejarse, y hubo un sonido de procesamiento en algún lugar en la pared norte. La luz del medio día perforó la oscuridad que llenaba la habitación. De pie en el centro del rectángulo del modelo blanco puro de la pared estaba una silueta delgada, su larga cabellera se sacudía con el viento.

Debía tratarse de una puerta secreta a lo largo de la pared. Pero este era el quinto piso del castillo. Teníamos que estar a unos buenos cincuenta pies sobre el suelo. No había forma de saltar hacia abajo.

Pero la figura del vizconde de repente se había ido. Corrí hacia la entrada, conmocionado, y bajé la vista para ver los marcos de la ventana proyectarse solo a dos pulgadas del muro, formando una escalera que descendía hacia la entrada del primer piso. el vizconde estaba saltando ágilmente por la serie de saliente.

Un escalofrió se disparó en mi espalda cuando miré hacia abajo, pero quedaba menos de un minuto. Pude oír el choque frenético y el sonido de habilidades de espada provenir más allá de la puerta cerrada. Las barras de HP de Asuna y Kizmel habían perdido más del 20 por ciento desde que alejé.

—…puedo hacerlo –me dije, y pisé en el saliente justo debajo de la abertura. Todo lo que tenía que hacer era saltar en saliente de ventana sucesiva, cinco pies debajo de la otra. Eso era un salto mucho más pequeño que el salto temerario de góndolas que intenté en Rovia.

Cuando llegué al suelo, diez segundos después del vizconde, dejé escapar un gran suspiro de alivio.

Finalmente, fui capaz de dar un vistazo preciso del Vizconde Yofilis. Su atuendo era perfectamente noble: una levita de estilo rococó cubierta de muaré y botones, un chaleco, pantalones que acaban debajo de la rodilla y calcetines blancos. Un lazo blanco lleno de adornos descansaba en su pecho, y su larga cabellera negra estaba atada detrás de él. En su cintura estaba un frágil estoque, incluso más delgado que el tamaño normal.

El vizconde levantó una mano cubierta por un guante blanco y se acarició el lado izquierdo del rostro, donde yo no podía ver. Cuando se volvió hacia mí vi su cara, completamente, me olvidé momentáneamente del pánico de la situación y miré, sorprendido. 

Una antigua cicatriz vertical recorría sus rasgos hermosos, los cuales parecían muchos más antiguos que los de Kizmel. La cicatriz pasaba desde su línea de cabello hasta su mentón, claramente el resultado de un corte de espada.

Yofilis me fijó una mirada con el ojo verde-grisáceo restante, un giro sardónico en su mejilla, la cual era bastante clara para un Elfo «Oscuro».

— Esta cicatriz es la vergüenza más grande en una larga vida de lamentos. Me había ocultado en la oscuridad por muchos años, esperando liberar a mis hijos de la herencia de su desgracia… per parece que el tiempo  de exponérsela a la humanidad ha llegado.

— Eh… l-lo siento –tartamudeé, desviando la mirada. El vizconde sonrió.

— No hay necesidad de disculparse. Quizá me volví un idiota al intentar fuertemente esconder mi pena. Vayamos hacia donde mis soldados y tus amigas están luchando.

Sus botas comenzaron a resonar, y el vizconde comenzó a avanzar rápidamente hacia la puerta cerrada. A medida que caminaba, él levantó su mano y gritó: ¡Abran!

Las enormes puertas comenzaron a rugir para abrirse, justo cuando la sub- ventana que dejé abierta en la esquina inferior derecha de mi visión marcaba los cinco minutos.

De  los  dieciocho guerreros  Élficos  de  Bosque  en  el muelle  (excluyendo  al comandante y su asistente), solo quedaban diez, pero los lanceros Élficos Oscuros que defendían habían sido dividido de seis a tres. Asuna y Kizmel estaban luchando fuertemente para compensar la diferencia, pero ese estoque, un arma de solo empuje, tenía habilidad limitada para golpear múltiples objetivos.

Apenas ese pensamiento había pasado por mi mente cuando uno de los Elfos de Bosque pasó a través del bloqueo horizontal. Desenfundé mi espada y lo intercepté, abrumando al elfo con el choque de nuestras empuñaduras. Una vez que me empujé junto a Asuna, grité una disculpa.

— ¡Lo siento, me tomó un poco más!

— ¡Nosotras estamos bien aquí! Pero los barcos…

Miré a lo lejos –hacia la batalla naval– y noté que los cuatros barcos Élficos Oscuros aún estaban flotando, pero la tripulación de cada uno era menor de tres o cuatro. Una vez que la línea de defensa fuese rota, tendríamos al menos cincuenta enemigos frescos descendiendo hacia el muelle.

— ¡¿Cómo te ha ido a ti, Kirito-kun?! –preguntó. Por un instante no estaba seguro de que decir. Al final, no necesité decir nada. 

Una voz como un viento refrescante fluyó a través del lago resonando detrás de nosotros.

— ¡¡Soy un caballero de Lyusula y maestro del Castillo Yofel, Leyshren Zed Yofilis!!

Kizmel jadeó desde el otro lado de Asuna, pero seguía luchando sin volverse. El suave tintineo de una espada era indudablemente el sonido de Yofilis desenfundando su arma. Nuevamente gritó:

— ¡Guerreros de Lyusula! ¡Me disculpo por mi extensa ausencia y pido su fuerza!
¡El futuro de nuestro reino descansa en esta batalla! ¡Por el bien de la reina, familiares y amigos, manténganse fuertes y luchen conmigo!

Por solo un instante, el choque y rugido de la batalla cesó, y el silenció cayó sobre el lago. Este fue roto por el rugido de un volumen tan increíble que parecía estar levantándose desde las profundidades del cuarto piso.

Los soldados en el muelle, en los barcos, e incluso flotando en el agua levantaron sus puños y espadas mientras rugían. En el plácido lago se formaron ondulaciones, mezclándose junto a las grandes olas que se esparcían hacia afuera.

Un efecto de sonido refrescante golpeó mis oídos, e instintivamente levanté mi vista hacia la izquierda, a un nuevo número de iconos sobre la información de nuestras barras HP.

La flecha superior sobre la marca de la espada significaba un aumento de ataque. La flecha sobre un escudo significaba incremento de defensa. La marca de explosión amarilla era un incremento de rechazo. El trébol de cuatro hojas significaba un aumento de suerte.

Si esos bonos habían sido otorgados a cada Elfo Oscuro en la batalla, entonces la presencia del Vizconde Yofilis era de valiosa adoración, pero no podíamos darnos el lujo de desperdiciar un segundo de esos preciosos aumentos.

— ¡Si!

Aclamé y me deshice de la plana habilidad Horizontal delante de mí. El Elfo de Bosque enemigo fue claramente empujado al lago por el incremento del efecto de rechazo. Asuna y Kizmel abrumaron a sus enemigos de la misma forma, y nos abalanzamos hacia adelante.

— ¡No teman! ¡La inclusión de un miserable señor real no afecta nuestra ventaja! –bramó el comandante Élfico de Bosque desde la retaguardia de su tropas formadas. Desenfundó su espada larga y apuntó hacia adelante.

Los seis enemigos restantes se alinearon ante nosotros y levantaron sus espadas en alto con un mismo movimiento. Las espadas de acero tomaron un débil brillo azul. Estas iban a liberar la misma habilidad de espada, todas al mismo tiempo  – probablemente la habilidad de corte Vertical. Incluso una habilidad básica podía ser mortal si estas eran preparadas al mismo tiempo.

Nuestra única defensa era contratacar con el mismo ataque, pero de nosotros seis, yo tenía una espada larga, Asuna un estoque, Kizmel un sable, y luego tres espadas por parte de los guardias. Sería casi imposible programar diferentes habilidades de espada.

Repentinamente, una orden llegó desde la retaguardia.

— ¡Evadan a los lados!

Mi cuerpo se movió sin pensarlo. Asuna, un guardia y yo fuimos a la derecha, mientras que Kizmel y los otros dos guardias fueron a la izquierda, todos de pie a la orilla del muelle.

Los guerreros enemigos  adelante  pisotearon  el muelle  de  piedra.  Sus seis espadas cargaron hacia abajo con líneas azules. Levanté mi espada valientemente para defender, pero incluso si lo bloqueaba, la fuerza me lanzaría al agua.

Pero mi miedo no llegó.

Una lanza gigante de  una  cegadora luz blanca nos pasó  disparada a una velocidad fenomenal. Esta dividió nuestros rangos como un comenta y se lanzó hacia los seis espadachines a medio oscilar.

Los seis fueron lanzados al aire con un poderoso destello de luz y una onda de choque. Ellos giraron y volaron, cayendo en el agua, tres a cada lado del muelle. Cuando la luz se esfumó, dejó atrás la figura del Vizconde Yofilis, su cuerpo inclinado muy adelante con su estoque extendido de forma original, casi a cuarenta pies de donde había estado parado.

— ¡¿Qué era… esa habilidad de espada?! –exhaló Asuna. Todo lo que pude hacer fue asentir rápidamente.

Nunca antes había visto ese movimiento en Aincrad, ni siquiera en la prueba beta. Pero había visto un video del efecto y nombre en un sitio oficial antes de que el juego fuese liberado. Era el ataque de empuje más grande en la categoría de estoque: Flashing Penetrator.

Apenas tuvimos tiempo de registrar la sorpresa, sin embargo. El ataque de nivel ultra-elevado tenía un efecto de retraso considerable, dejando al vizconde inmóvil mientras el comandante enemigo miraba con rabia.

— ¡Vamos, Asuna! –grité, saltando hacia adelante. Pasé corriendo por un lado del arrodillado vizconde para interceptar al caballero blanco. Mientras tanto, Asuna se mantuvo a su lado.

Esta, tendría que ser la batalla final del evento. 

— ¡Fuera de mi camino, humano! –rugió el comandante, oscilando su espada larga. La bloqueé con la mía, sintiendo el choque aturdidor de su fuerza en mis muñecas.

Era demasiado rápido y pesado. Incluso con todos mis aumentos, sería muy difícil enviar al enemigo al agua. El cursor lo identificaba como un caballero Élfico de Bosque inferior. Él no era un mob de elite que alardeaba tener más estadísticas que otros monstruos del mismo nivel, pero estaba claro por el cursor rojo brillante que sería lo bastante duro para una batalla uno a uno.

No podía volver ahora o lo que le había dicho al vizconde se volvería una mentira.

— ¡No te dejaré pasar!  –respondí, y oscilé por su lado derecho, donde la armadura parecía más débil. El caballero blanco elásticamente hizo retroceder su espada y sin esfuerzo bloqueó el ataque con su empuñadura en forma de cruz.

La serie de cortes que liberó a continuación tenía que ser desviada o evadida, mientras su defensa firme era suficiente para bloquear mis respuestas. A mi lado derecho, Asuna estaba teniendo un problema similar por parte de un guerrero Élfico de Bosque pesado, altamente acorazado.

A pesar de esto, Kizmel y Yofilis no mostraron señales de volverse nuestros aliados. Incluso en la batalla naval, los soldados de ambos lados habían dejado de luchar para ver los duelos gemelos en el muelle.

Incluso mientras resistía en la feroz batalla, una pequeña parte de mi mente comenzó a reconstruir la respuesta a una pregunta fundamental que tenía sobre la campaña Guerra Élfica.

Los Elfos Oscuros clamaban que cuando las seis llaves estuviesen juntas y la puerta al Santuario abierta, el castillo flotante Aincrad se arruinaría. Mientras que, los Elfos de Bosque creían que todos los pisos de Aincrad regresarían a la tierra a la que pertenecían. No creía que ninguno de los dos casos en realidad llegase a ser ciertos.

Entonces ¿por qué el equipo de producción escribió este escenario y le dio a los elfos esas historias de trasfondo, haciéndolos creer en esas leyendas? En la prueba beta, las llaves solo eran MacGuffins, apoyos simples que estaban destinados a reunir o robar y nada más. Eso era suficiente para que la historia de campaña funcionara. Entonces ¿por qué incluyeron esos conceptos obviamente imposibles e irrealistas del «desastre» y «regreso» en la historia para el lanzamiento comercial?

De hecho, ¿el equipo en la vida real había escrito ese escenario…?

Justo cuando esta pregunta extraña y sin sentido flotó en mi cabeza, el caballero enemigo y yo cortamos al mismo tiempo, nuestras empuñaduras se bloquearon. Apreté y empujé contra la presión, mi espada crujió. 

— Chico… ¿Por qué un humano lucha por el bien de los Elfos Oscuros? –llegó la pregunta del yelmo apropiadamente decorado del caballero.

Hacia solo unos minutos, Yofilis me había hecho exactamente la misma pregunta. Pero mi respuesta sobre el afecto hacia Kizmel no significaba nada aquí.

Tuve la sensación de que me estaban interrogando, no personalmente, sino que me cuestionaban como un representante de cualquiera de los jugadores que eligiese esta facción en particular de la misión de campaña.

Completar esta campaña no era un requerimiento para completar y escapar del mundo de SAO. Claro, experiencia considerable, col, y objetos estaban disponibles por hacerla, pero esas cosas también eran dadas por hacer misiones individuales, y hablando estrictamente en términos de eficiencia, sería mucho más lucrativo cazar en sitios con monstruos particularmente activos que quedar atrapado en misiones que consumen tiempo y cuyas historias son pesadas. Probablemente, esa era la razón principal por la que los DKB y los ALS habían decidido poner un alto temporal en la campaña.

Pero ni yo ni Asuna teníamos pensado en dejar la línea de misiones de lado. Teníamos nuestra razón personal –nuestra promesa a Kizmel–   pero había otro motivo, uno más brumoso.

Un pequeño sonido de agrietamiento pasó a través de la intersección chispeante de nuestras espadas. Como si ese sonido me incitara, grité: — ¡Porque… creo que la guerra entre los elfos está errada!

Ni siquiera sabía por qué dije eso. Si realmente lo sintiese de esa forma, sería una contradicción tomar un lado y batallar con el otro. Pero por otro lado, sabía que era cierto lo que creía.

— ¡Tonterías! –bramó el caballero con una voz de acero.

Quizá estaba programado para reaccionar de esa forma sin importar la respuesta que yo diese. Pero sentía que había una ira real y consciente en su rostro.

— ¡Desde tiempo ancestrales, la gente de Kales’Oh ha derramado, sin fin, sangre en nuestra batalla contra los Elfos Oscuros! ¡Todo por el bien de liberar las almas atrapadas en esta prisión vacía y sin sentido! ¡Y nuestra tarea sagrada no será detenida por los gustos de un niño tan estúpido como tú!

Una onda de choque pareció viajar a través del cuerpo del alto caballero, y mi Anneal Blade de repente fue echada hacia atrás por la espada enemiga.

— ¡Nwuaaah! –aulló el caballero blanco. En mi oído derecho, escuché a Asuna gritar mi nombre. Los cuatro iconos de aumentos que el vizconde nos había dado ahora parpadeaban.

— Gah… 

Apreté mis dientes y traté de aguatar mi apretón. La espada larga del enemigo adoptó un claro brillo plateado en lo alto del aire. Se trataba de una habilidad de espada: el combo de tres partes Sharp Nail.

Ya era muy tarde para cancelar el ataque con una habilidad, y tampoco me encontraba en posición para evadirlo con un paso lateral. Todo lo que podía hacer era defenderme con mi espada. Pero un bloqueo normal haría que mi espada fuese echada a un lado en el primer golpe, dejándome abierto para un segundo y un tercero.

Solo me quedaba una única opción.

Con mi pie plantado firmemente, sujeté la Anneal Blade sobre mi cabeza. Con mi mano izquierda, apoyé la punta de la espada mientras estaba horizontal. Esta era una técnica de defensa de armas llamada «bloqueo a dos manos», pero su máximo valor defensivo traía consigo su propio riesgo.

El primer golpe de Sharp Nail llegó justo al extremo de la Anneal Blade, enviando una lluvia de chispas. El choque perforó mis oídos, pero la vibración en mis manos me dio la misma sensación terrible que sentí mucho antes.

Un bloqueo de dos manos usaba la mano libre para apoyar la espada, lo que significaba que cualquier ataque siendo defendido llegaría justo en la parte plana de la espada en lugar del borde de la hoja. Eso causaría doble cantidad de daño a la durabilidad del arma, mucho más de la forma normal. Encima de eso, había una pequeña oportunidad de que el arma se rompiera, independientemente del número de su durabilidad.

¡Aguanta! –le rogué a mi amada espada mientras captaba la segunda oscilación del caballero. Una vez más, tuve esa horrible sensación en mi palma.

Los +8 puntos en mi Anneal Blade estaban divididos; cuatro para Filo y cuatro para Durabilidad. Eso significaba que su dureza contra el estrés era mucho mayor que su valor inicial. Yo le había mantenido un mantenimiento rutinario, claro está, y recientemente había visitado los herreros NPC para revisarla tanto en Rovia como en el Castillo Yofel.

Pero era cierto que había llevado esta espada hasta el infierno desde que la gané en mi primera misión en el primer piso. No había información que sugiriera que el tiempo de uso afectaba de alguna forma las estadísticas de durabilidad, pero ciertamente se sentía como si las habilidades de espada del caballero blanco estuviesen dañando terriblemente mi arma.

La idea saltó en mi cabeza para captar el tercer golpe con mi arma, tirar hacia tras, y dejarle el resto a Kizmel, como una forma de salvar mi arma. Pero en lugar de eso, convoqué toda mi fuerza de voluntad y continué peleando. 

Justo antes de que la batalla naval comenzara, este comandante élfico había anunciado que los Elfos Oscuros estaban trabajando con los humanos para construir barcos y derribar el castillo de los Elfos de Bosque, pero el plan falló y los barcos cayeron en manos de los Elfos de Bosque.

Eso tenía que ser un error. Si el comandante no solo estuviese mintiéndole a sus subordinados, eso significaría que él estaba trabajando con la inteligencia errada. Pero ¿Quién lo alimentó con eso? Los de rango más alto entre los elfos o los Caídos.

En caso de tratarse de la primera, los Elfos de Bosque y los Caídos no trabajaban juntos, eso lo habíamos estado pensado desde antes. Pero en caso de ser lo último, significaba que tanto los Elfos Oscuros y los de Bosque estaban siendo engañados por los Caídos.

Tenía que ver a través de esto con el fin de descubrir la verdad.

— ¡Haaah!

El tercer y último golpe del ataque Sharp Nail descendió. Por tercera vez, recibí el ataque en la parte baja de la Anneal Blade.

¡Kchiiing! –un pequeño trozo de la hoja crujió, pero la espada se mantenía. El registro de mensaje al fondo izquierdo de mi vista anunció que el nivel de la Habilidad de Espada a Una Mano había llegado a 150.

Una imagen de la lista detallada de la habilidad de espada destelló en mi mente, tan familiar desde el inicio hasta su fin interminable desde el inicio de la prueba beta. Sabía que había dos movimientos que permitieron que el nivel 150 de la habilidad estuviese disponible.

— ¡Ahhh!

El caballero blanco cayó en su retraso post-ataque, y yo di un paso pesado hacia adelante.

Mi brazo derecho se movió por su motu proprio, sujetando mi espada a un nivel perfecto. La habilidad de espada de cuatro partes Horizontal Square.

La hoja adoptó un profundo y netamente puro, brillo azul cielo. La espada, se movió hacia atrás y a la derecha, volviéndose un rayo de luz que perforó profundamente la coraza del enemigo. El caballero se tambaleó hacia atrás, abrumado por el destello brillante y el choque del impacto.

Mi espada rebotó hacia atrás y se mantuvo a mi lado izquierdo por un instante. Hubo otro destello, y la combinación de la ayuda del sistema y el salto hacia adelante movió la espada de izquierda a derecha. Era otro golpe de nivel, mucho más profundo que el anterior, cortando la garganta y el hombro izquierdo del objetivo. Gracias a la ayuda de mi aumento aun activo, empujé al caballero hacia atrás, bastante. 

La fuerza del segundo golpe hizo que mi cuerpo girara en sentido de las agujas del reloj, la espada terminó en mi flanco izquierdo.

— ¡¡Ahhh!!

Salté fuerte con mi pie derecho. La punta de la Anneal Blade cortó otra vez el pecho del enemigo, despedazando la densa coraza metálica. Esta tocó la carne detrás de él, dispersando una pequeña cantidad de partículas rojas que estaban destinadas a parecer sangre.

— ¡Hrrg! –el caballero blanco gruño. Intentó sujetar su espada para otro ataque. Pero mi habilidad aun no terminaba. El último ataque del Horizontal Square fue un golpe directo desde la derecha que completó un cuadrado de luz brillante que se expandió hacia afuera.

— ¡Raaaaah!

Mi espada y yo danzamos, cortando el aire que parecía más espeso de lo usual con la aceleración de mis sentidos. Si este último disparo golpeaba su corazón indefenso con un golpe crítico, eso eliminaría su HP. Pero incluso mientras yo rugía, alteré ligeramente mi curso hacia el escudo cometa en su mano izquierda en lugar de su corazón.

El destello de la colisión entre la espada y el escudo cubrió mi visión con un color blanco. En el medio de ese halo… la silueta del caballero se hizo rápidamente más pequeña a medida que su cuerpo salía expelido con la fuerza del impacto.

En un mundo de silencio, escuché nuevamente el sonido. Un ligero agrietamiento sonó. Una voz de despedida.

Cerca de ocho pulgadas de la punta de la Anneal Blade +8, el metal se fracturó, disparando frágiles fragmentos que se fundían en el aire como si fuese hielo.

Cuando el color y el sonido volvieron, las primeras cosas que oí fueron el estridente tintineo del metal y un chapoteo inmenso. El caballero menor Élfico de Bosque había caído en el agua a unos treinta pies de distancia, su espada larga, la única parte de él, quedó en el muelle.

No sabía si él sería removido de la batalla una vez que cayese al agua, de la forma que los otros elfos lo hicieron. Pero no me preocupé por seguir el estatus del comandante. En lugar de eso, me volví a mi lado.

En la retaguardia, Asuna aún estaba dentro de un combate con el asistente pesadamente armado. Ninguna de sus barras HP había tocado siquiera la línea amarilla.

Coloqué la Anneal Blade partida a la mitad de vuelta en mi funda y grité: ¡¡Asuna, Rotación!! 

Comprendiendo rápidamente mi intención, la esgrimista suavemente se echó hacia atrás y sujetó su Chivalric Rapier +5 ante ella.

— ¡¡Yaahh!!

Era su señal del ataque Linear. Golpeó el punto muerto del escudo enemigo. Aunque era un movimiento básico, la combinación del nivel de la habilidad de Asuna, estatus del arma, ampliación de fuerza por su paso delantero, y los últimos cinco segundos de los efectos aumentados del vizconde lanzarían la contextura considerable del guerrero pesado Élfico de Bosque hacia atrás.

Naturalmente, Asuna se puso a sí misma en un retraso notable al haber defendido exitosamente su habilidad de espada, pero yo estaba allí para cargar contra el asistente y tomar ventaja del momento de reposo. 


Yo estaba allí para romper su defensa lateral con Crescent Moon, un ataque de patada con voltereta. Elevado en el aire por la habilidad, el guerrero pesado aulló con ira y consternación, cayendo en el agua al lado derecho del muelle.

Salpicó en el agua con un chorro de agua esplendido. Bloqueé el rocío con mi brazo y examiné la superficie del lago.

El asistente del comandante se hundió de cara uno o dos pies, luego liberó su espada ancha y escudo redondo para comenzar a nadar hacia la superficie. Nos miró con lamento, luego se volvió para alejarse nadando. Estuve sorprendido de que siquiera pudiese nada con tal armadura de plata puesta, pero probablemente se trataba de otro encantamiento élfico funcionando.

Nuestros aumentos finalmente se desvanecieron, y volví mi vista de emoción vacía hacia el muelle. Mi compañera se recuperó del retraso y caminó para un primer choque de celebración.

Aunque finamente habíamos ganado la exhaustiva batalla, Asuna no parecía muy feliz. Yo sabía la razón, y acaricié la empuñadura de mi espada para explicar.

— Ya era tiempo de dejarla ir… aun así, me alegra haberla tenido tanto tiempo.

Bajé mi cabeza y le di una palmada al brazo de mi compañera. Nos volvimos para mirar más allá del extremo del muelle. Los soldados restantes de los barcos Élficos de Bosque estaban abandonando sus puestos y saltando al lago. Ellos nadaron para unirse al comandante y su asistente y formaron una extensa línea para nadar hacia el cañón-salida del lago.

Mientras tanto, los Elfos Oscuros andando en el agua escalaron el muelle y asumieron una formación, mientras los soldados en las cuatro góndolas regresaban a sus posiciones. Mientras no hubiese forma de saber cuántos soldados de ambos lados murieron en el conflicto, era obvio que muchos de ellos ya habían sido sacados de la batalla al caer al agua.

¿Esta  era  la mejor  forma  de  terminar?  Dándole  a  los  Elfos  de  Bosque  la posibilidad de poder atacar de nuevo, quizá deberíamos haber sido más rudos en la búsqueda de asesinatos.

Cuando la última línea de Elfos de Bosque desapareció en la niebla distante, una voz familiar pronunció mi nombre:

— Esa fue una lucha brillante, Kirito.

Me volví lentamente y me fijé en la sonriente caballero Kizmel con una mirada firme.

— ¿Crees que… esta era la elección correcta? –murmuré, cabizbajo. Kizmel se colocó delante de mí y sujetó cariñosamente mi hombro. 

— Mantén tu cabeza en alto. Fuiste quien nos advirtió de un ataque Élfico de Bosque, ayudaste con el balance, y derrotaste al comandante enemigo en una batalla uno a uno, Kirito. Lo más importante de todo, protegiste sin problemas las dos llaves en el castillo. ¿Qué más podemos pedir?

Dado que esto venia de Kizmel, cuya amada hermana había sido asesinada por los Elfos de Bosque, solo pude asentir silenciosamente.

Aunque había estado esperando ese gesto, mi registro de misión saltó y anunció que la misión había sido completada –específicamente la misión «Fortaleza en el Lago» que seguía al «Carpintero Naval de Antaño». Una gran cantidad de experiencia vino con ella.

Cerré la ventana, inseguro de cómo me sentía realmente. Mientras que Asuna susurró: — Voy a dejar el lago por un momento y chequear los mensajes de Argo.

— Oh… gracias, hazlo.

El Castillo Yofel y su lago eran un mapa instanciado creado para Asuna y para mí, lo que significaba que, al igual que las mazmorras, no se podían enviar ni recibir mensajes instantáneos. Habíamos pasado mucho de nuestro tiempo en las misiones mientras estuvimos en el castillo, por lo que habíamos estado comprando mejoras en el progreso del piso por parte de Argo, pero el ataque de los Elfos de Bosque nos mantuvieron ocupados e incapaces de recibir un mensaje de medio día.

Asuna saltó en la Tilnel y tomó el remo de una forma torpe, enviando el pequeño bote a navegar a través del, ahora calmado, lago. Mientras le veía irse, el Vizconde Yofilis se acercó.

— Es una pena lo que le pasó a tu espada.

Me volví y sacudí rápidamente mi cabeza: — N-no, la forcé demasiado.

Los cicatrizados pero hermosos rasgos del vizconde se formaron en una sonrisa.

— Es bueno que no culpes a tu espada. Con la mayor parte de la hoja restante, los herreros del castillo deberían ser capaces de repararla.

— Mmm… –sacudí mi cabeza–. No, la fundiré y la habré convertido en un arma nueva o un trozo de armadura.

— Ya veo. En ese caso…

Yofilis levantó su mano. Dos soldados trotaron desde la entrada, cargando un enorme cofre de aproximadamente seis pies de ancho. Ellos bajaron el cofre de apariencia pesada junto a su maestro e hicieron una reverencia antes de volver a su lugares entres las tropas formadas. 


— ¿Qué es esto? –pregunté, curioso. Yofilis sacó una llave dorada de su bolsillo –no una de las seis llaves secretas, claro está– y desbloqueó el cofre, lo abrió. Un brillo varias veces mayor al del sol vespertino llenó mis ojos.

El enorme cofre estaba completamente lleno con armas, armaduras, y accesorios que habían sido pulidos a brillo de espejo. Mientras miraba con asombro, una ventana de dialogo apareció ofreciendo una opción de recompensas.

Yofilis se levantó y sonrió:

— Estos son los tesoros heredados de la familia Yofilis. Guerrero humano, por favor acepten uno de ellos como un regalo personal de mi parte y otro como una recompensa por su valor en combate.

— ¿Huh? Eh, pero…

La asombrosa generosidad del vizconde destruyó completamente la penumbra que cubría mi mente luego de no haber sido capaz de acabar con el caballero Élfico de Bosque.

— ¿D-dos? ¿Está seguro?

— Por supuesto.

— ¿Para mí y para mi compañera? ¿Dos cada uno?

— Naturalmente.

— ¡G-gracias, Milord!

Emocionadamente di un saludo Élfico Oscuro, con el cual Kizmel sonrió y movió sus ojos. Pero no pude ser culpado por mi reacción. Incontables veces había sido agradecido con las opciones de recompensa de misión y pesaba: ¡si solo pudiese tomar dos! Era un crédito a mi auto-control fenomenal que no levantara mis puños al aire y gritara de forma triunfante.

— B-bueno, si usted lo dice –terminé, tocando cada uno de los objetos en la extensa lista de recompensas para chequear cada una de sus propiedades –el placer más grande encontrado en Aincrad.

Cinco minutos después: ¡Si solo pudiese tomar tres!

Aún estaba agonizando sobre cual tomar cuando escuché un enorme chapoteo junto a mí. Era Asuna soltando el ancla de la Tilnel mientras volvía. Levanté la vista de la lista y señalé a mi compañera.

— ¡Oye, Asuna, ven a ver esto! ¡Tenemos dos esta vez –dos!

Su rostro fue tan grave mientras saltaba al muelle y corría. No pude culparla, dos objetos eran noticias serias.

— ¡Y no dos entre nosotros, no, me refiero a dos cada uno! 

— ¡Ya basta de tutús, Kirito-kun! –clamó, chispas volaban de sus botas con el impacto de un desliz de frenada. Ella sujetó mi hombro y contuvo la respiración–.

¡Esto es importante! ¡Ellos se acaban de ir!

— ¿Quiénes?

— ¡¿Tu qué crees?! ¡¡La raid del jefe de piso!!

— ¿…qu…?

¡¿Queeeeeé?! –Kizmel y Yofilis parpadearon con sorpresa ante mi grito.

— P-pero… la información de esta mañana decía que la batalla del jefe seria mañana a primera hora de la tarde…

— Es cierto, pero ellos descubrieron la recámara del jefe antes de lo esperado, esta mañana, y la exploraron. ¡Por lo que tomaron un descanso en la aldea cercana para reabastecerse y decidir que ellos «deberían continuar con la batalla», esta misma tarde!

—…no tienes que detallarme sobre quien dijo  eso –grazné, invocando una imagen mental del mapa del cuarto piso. El Castillo Yofel estaba en la parte inferior derecha del mapa circular –al sureste. El castillo de los Elfos de Bosque estaba en la meseta al suroeste. Y la torre laberinto entre ambos, más al extremo sur de este piso.

La aldea más cercana a la torre estaba apenas a unos cuantos cientos de yardas de distancia, de acuerdo a lo que recordaba. Y el diseño de la torre laberinto era bastante simple en este piso. Si ellos ya habían trazado la ruta a la recámara del piso, desde el pueblo, eso solo les tomaría dos… no, una hora y media para llegar.

— ¡¿Sabes el tiempo exacto que queda para la raid?! –demandé. Asuna volvió a ver su mensaje: — ¡Hace cincuenta y cinco minutos!

— ¡Ellos ya están en la torre… Hmm, supongo que no tenemos más opción que dejárselos a ellos esta vez…

— Si… quizá tienes razón…

Con el ritmo apresurado que los DKB y ALS estaban llevando, estaba seguro de que ellos podían derrotar al jefe de piso en el primer encuentro sin sufrir bajar. Solo tuve que tragarme mis preocupaciones por si acaso. Mientras tanto, Kizmel se nos acercó.

— Kirito, Asuna, ¿retaran al guardián del Pilar de los Cielos?

— Uh… si, pero parece que nuestros compañeros ya han comenzado a subir la torre…

Una sombra tenue cayó sobre su rostro. 

— Ya veo. Si confían en ellos, entonces no hay razón para preocuparse… pero por lo que entiendo, la bestia de este piso…

Ella se detuvo, y el vizconde tomó su lugar.

— Solo sabemos basándonos en la leyenda, pero se dice que la bestia guardián que aguarda en la torre de este piso emplea algún poder misterioso.

— ¿Poder misterioso…? –pregunté.

El jefe de piso con el que luché en la prueba beta era conocido como un Hipogrifo –mitad águila, mitad caballo. Su mandíbula era poderosa, pero en una recámara interna con un tejado, todo lo que sus alas podían hacer era producir viento. No recordaba mucho problema o algún tipo de poder «misterioso».

Pero a continuación, recordé que mi conocimiento beta ya no significaba nada.

— La bestia guardián de este piso se llama Hipocampo –un cruce entre caballo y pez. Hace que el agua brote incluso de la tierra más seca y pueda inundar los pies de uno desde debajo de él –anunció Yofilis, luego añadió–. Cualquiera que lucha con la bestia necesitara un encantamiento para flotar en el agua, es lo que se dice.

— ¡…!

Asuna y yo contuvimos la respiración.

Si interpretábamos directamente sus palabras, el hipogrifo convertido en hipocampo tenía la habilidad de llenar toda la recámara del jefe con agua. Por esa razón, necesitábamos flotar. Pero no había forma de que Kibaou o Lind tuviesen a sus hombres cargando las góndolas mediante fuerza manual hacia lo alto de la torre. El sistema ni siquiera permitiría hacer eso.

Lo que me golpeaba aun peor, era la posibilidad de que, para que la habitación sea llenada con agua, no debía haber fugas –queriendo decir que podría forzar el cierre de la salida. Si una recámara de jefe sin escapatoria era llenada con agua, toda la raid seria acabada.

— ¡N-necesitamos enviarles un mensaje! –gritó Asuna, corriendo hacia la Tilnel. Rápidamente la detuve.

— ¡No, el mensaje no llegará a los jugadores dentro del laberinto!

— ¡Entonces, ¿qué hacemos?!

— Tenemos que ir. Si tenemos suerte, al menos la mitad de los miembros de la raid  todavía  tendrán  sus  fruta-flotadores  desde  el  viaje  a  la  ciudad  principal.

¡Mientras ellos puedan esperar por esos, tendremos tiempo de llegar a la recamara y abrir la puerta desde fuera! 

Elegí no mencionar que sucedería si no podíamos abrir la puerta desde el exterior. Era una posibilidad demasiado desastrosa, y no quería creer que ellos habían establecido una trampa tan leal tan cerca del principio del juego.

La reacción de Asuna fue rápida. Ella asintió con convicción y se volvió hacia Kizmel.

— Lo siento, Kizmel –necesitamos irnos. ¡Pero volveremos, lo prometo!

Pero los hombros de la caballero Élfica Oscura simplemente se encogieron, con una expresión de ofensa.

— ¿Cómo llaman a esto ustedes los humanos? ¿«Ser distantes»? Es obvio que me uniré a ustedes.

— ¿Qu…? –tanto Asuna como yo exclamamos al mismo tiempo. Pero esa sorpresa no fue comparada a la que provino segundos después.

— Y yo también debería –se pronunció Su Señoría el Vizconde Yofilis, maestro del Castillo Yofel, aunque era perfectamente ordinario. Asuna y yo lo miramos.

— ¡¿Queeeeeé?!

Para compensar mi rota Anneal Blade +8, reclamé los servicios de la espada larga del comandante Élfico de Bosque que yacía en el muelle. Asuna y yo nos dirigimos al lago en la gran góndola Élfica Oscura, no en la Tilnel, dejando la selección de recompensa de misiones como un trato para después. Y con el vizconde, Kizmel, y dos guardias exploradores, tuvimos un grupo completo de seis miembros.

Con los soldados manipulando los remos, la góndola pasó a través del lago vacío y se adentró en el cañón. Un único golpe terrorífico de su ariete fue suficiente para acallar a cualquier bestia acuática en nuestro camino, y cuando llegamos a la bifurcación del rio, nos dirigimos al sur.

Cada vez que veía una de las torres laberintos que se estiraba al piso superior, me abrumaba su tamaño, pero como representante de la humanidad en la presencia de los inexpresivos Kizmel y Yofilis, no podía estar mostrando miedo. Avanzamos a toda velocidad por un breve camino desde el extremo del cañón hasta el pie de la torre.

Argo estaba en la entrada, lista con la información del mapa. Mientras su rostro se tornó pálido cuando vio los cursores de los Elfos Oscuros, ella valientemente anunció que se uniría a nosotros.

Nunca dejamos de correr, incluso dentro de la torre. El grupo de la raid delante de nosotros había acabado con casi todos los monstruos en el camino, y los pocos que vimos fueron acabados inmediatamente por el vizconde. 

Lamentablemente, a diferencia de Kizmel, el Vizconde Yofilis nunca se unió oficialmente a nuestro grupo. Si él lo hubiese hecho, habríamos conocido en qué nivel estaba –pero quizá eso era algo que realmente no quería saber. Después de todo, dependiendo de nuestras elecciones en la campaña, la posibilidad era que podríamos terminar luchando con él.

Tras una alocada carrera, llegamos a la entrada de la recámara del jefe solo cuarenta y cinco minutos después de  dejar el lago. Eso significaba  que  solo estábamos a diez minutos detrás de la raid.

Las espesas puertas de granito estaban firmemente cerradas. Y a través de la brecha donde las puertas se encontraban fluyó una pequeña corriente de agua.

— ¡…Kirito-kun! –gritó Asuna. Asentí y saltamos hacia las puertas. Forcé a los Elfos Oscuros detrás de nosotros, luego sujeté fuertemente el mango con ambas manos, fijé mis pies, y tiré con todas mis fuerzas.

Pero al final, no hubo necesidad de tirar con mucha fuerza. Las enormes puertas se abrieron apenas resistiéndose contra la enorme presión del interior, y estas se ampliaron en el instante que tiré de ellas.

— ¡¿Whoaaah?!

El grito no vino de mí ni de Asuna, o de los cuatro Elfos Oscuros, o Argo.

A lo largo con una ola de agua pasando a través de las puertas llegó un enorme hombre de cabello rapado y con un hacha –Agil. Se deslizó hacia el pasillo sobre su estómago y me miró, tratando de mostrar una sonrisa a través de sus labios.

— ¡Oye, apareciste!

— ¡A-así que realmente se inundaron!

Me lancé contra la corriente y lo ayudé a levantarse. Más y más jugadores salieron después de Agil, pero ellos fuero soportados por una valla que rodeaba el pasillo circular ante la recámara del jefe. El agua pasó por la valla y se drenó por las escaleras en una cascada.

— Si. Les dije que podría haber problemas, ya que el jefe parecía diferente de lo que la guía estratégica decía –murmuró Agil. Al otro lado de la habitación Asuna estaba aferrándose a la valla.

— ¡Agil-san, ¿hay víctimas?!

— No te preocupes, nadie ha muerto. Algunos avariciosos tomaron todas las frutas-flotadores que pudieron allá en la escalera… por lo que gracias a eso, nadie se ahogó, al menos. Solo estuvimos intentando evitar los ataques del jefe y lograr que la puerta se abriera, pero estaba hecha para que no se pudiese abrir desde dentro. 

— S-sí, ya veo…

Mientras tanto, toda el agua que había llenado la recámara del jefe se había drenado. Cerca de cuarenta jugadores usando flotadores estaban apilados en el pasillo frontal, graznado y quejándose.

Espié por la puerta hacia la recámara, aun sujetando el mango de la misma.

Era muy amplia. La habitación rectangular tenia al menos unas cincuenta yardas de profundidad. No había ventanas y el piso y las paredes eran de granito gris. La única luz eran las lámparas azules en una misteriosa serie de pilares.

En el centro del piso mojado había una enorme silueta.

Tal como Yofilis nos había dicho, su mitad frontal era de caballo, y su mitad posterior era de pez. Pero en lugar de cascos en sus patas delanteras, la bestia tenía aletas con garras, y su melena era una masa de tentáculos retorciéndose. El cursor de color me decía que el nombre era «WYTHEGE THE HIPPOCAMPUS».

La barra HP de seis partes mojado jefe que resoplaba estaba casi al final de su primera barra. Por lo incluso mientras trataban con esa inundación inesperada, el grupo de raid había logrado mantener alguna ofensa en la bestia.

Justo cuando pensaba a preguntarme como comenzar a abordar al jefe, una voz cruda y fuerte brotó de la masa de jugadores detrás de mí.

— ¡Bueno, si ibas a mostrarte, podrías haberlo hecho a tiempo!

Luego llegó una voz adolorida desde el fondo de la pila: — ¡Aleja a esas personas de mí, Kibaou! ¡Todos fuera de la pila, comiencen a tomar pociones!

— ¡N-no te atrevas a seguir, Lind!

— ¡Claro que lo hago! ¡Conocemos los patrones de ataque, y ya hemos vaciado una barra; no hay que desperdiciar ese trabajo duro!

— ¡No actúes como si estas a cargo! ¡Si no fuesen por mis frutas-flotadores, todos ustedes se habrían ahogado!

— ¡Solo estuviste monopolizando los recursos de la humanidad por tu cuenta! ¡No actúes como si estuvieses siendo generoso!

Como sea, si no se ponen de acuerdo, perderemos el daño hecho al jefe y su barra HP se regenerará –pensé.

Estuve a punto de hablar y tratar de poner a los líderes de gremio en la misma página, pero –quizá desafortunadamente– no necesité hacerlo. El momento en que ellos vieron a Kizmel y a Yofilis acercarse, todo el grupo de la raid quedó en silencio, no solo Kibaou y Lind. 

Para ellos, el cursor del Vizconde Élfico Oscuro debió haber ido más allá del color negro, es decir una oscuridad profunda. El noble se volvió para ver a todo el grupo.

— Guerreros de la humanidad, si intentan luchar, entonces pónganse de pie de una vez. Si no, quédense quietos. En cualquier caso, a través de mi pacto con Kirito y Asuna, me desharé de la bestia invocada.

Y Yofilis desenfundó su estoque y lo sujetó en alto, el metal resonó. 


— ¡En mi nombre, Yofilis, caballero de Lyusula, ordeno a todos los que puedan mantenerse en pie que sigan mi liderazgo!

Un aura cónica emergió de la punta de su arma, y al tocarla, los cuatro iconos de aumento parpadearon nuevamente en existencia sobre mi barra HP.

No  pasó mucho  hasta  que  todos  los miembros  estuvieron  sobre  sus  pies, levantando sus armas y rugiendo con todas sus fuerzas.

El día jueves, 27 de diciembre de 2022, a las 2:32 pm, Wythege the Hippocampus fue derrotado por una raid de cuarenta hombres – siete grupos, más un grupo adicional.

La habilidad especial del jefe, Water Inflow, sobrecargó toda la recámara con agua, pero el intento de contrataque fue bastante simple. El poder del jefe hizo que la puerta de la recámara se cerrara, imposibilitando la apertura desde el interior, pero si fuese tirada desde fuera cuando cierto nivel de la presión de agua estuviese empujando, la puerta se abriría como un hechizo. Teníamos a Argo esperando afuera, con la única instrucción de abrir la puerta si el agua comenzaba a escaparse por la grieta. Eso nulificó esencialmente la habilidad especial.

Por otro lado, el Vizconde Yofilis pudo no haber necesitado tal estrategia especializada. A través de su encantamiento mágico, él fue capaz de correr por la superficie del agua y seguir atacando al jefe, incluso cuando la habitación estaba inundada. 

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