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progressive 3 capitulo 9

Capitulo 9
Barcarolle of Froth

— Por eso, estaba pensando –Asuna comenzó a murmurar mientras subíamos las escaleras en espiral hacia el quinto piso–. Kizmel y el Vizconde llevaron esa góndola negra hacia el castillo, ¿no? Y nosotros dejamos la Tilnel atada en el muelle del castillo. ¿Entonces cómo volveremos al castillo?

— Hmmm… –consideré varias opciones–. Una vez que activemos el portal de teletransporte del quinto piso, podemos usarlo para volver a Rovia y luego viajaremos nuevamente al Castillo Yofel… supongo.

— Pero no tenemos un bote en el pueblo. ¿Sugieres que nademos con los flotadores todo el camino hasta allí?

— No, podemos hacernos otra. Será sencilla, mientras no nos centremos esta vez en los materiales de mejor calidad.

— Bueno, seguro… pero ¿le pondrás nombre a la otra?

Cualquier cosa que fuese a decir se quedó atrapada en mi garganta. Yo estaba muy consciente de mi propia incapacidad de aportar un buen nombre.

Mientras trotaba al subir los escalones, murmuré y vacile, crucé mis brazos. Mientras tanto, Asuna volvió a hablar.

— ¿…entonces, seguras usando esa espada?

— ¿Eh? Ah, no…

Deshice el cruce de mis brazos y toqué la empuñadura que se extendía sobre mi hombro derecho. Su agarre de cuero estaba bien usado, fue fiel durante la batalla con el jefe de piso, y sus estadísticas no eran muy distintas a mi Anneal Blade +8, pero era la espada de alguien más. La espada de un NPC.

Quizá algún día podría luchar otra vez con ese caballero menor Élfico de Bosque. No era imposible, pero no podía escapar de esa idea.

— Cuando volvamos al Castillo Yofel, me haré con una espada de una mano con mi recompensa de misión y usaré esta para mi próxima arma principal. Debería pensar muy bien qué tomar, Asuna. Tenemos dos, recuérdalo.

— ¿Estaban tan emocionado por tener dos objetos? –preguntó, graznando–. Ese Lord era una persona muy extraña, ¿cierto? Pasar años de su vida encerrado en una habitación totalmente oscura, incluso fingiendo estar enfermo…

— Si, es extraño. Me pregunto si Kizmel nos dirá cómo se hizo esa cicatriz, si es que le preguntamos…

— No, no interfieras en eso.

— O-oye, tú fuiste quien comenzó a preguntarse sobre él. 

Nos mantuvimos subiendo las tenues escaleras conversando todo el rato.

Tras reflexionarlo, esta era la tercera vez que subía esas escaleras desde la recámara del jefe hasta el siguiente piso junto a Asuna –cuatro, sin contabas la primera vez cuando ella estuvo solo dos minutos detrás. Cada vez, éramos los primeros porque los dos gremios estaban muy ocupados discutiendo sobre sus recompensas luego de acabar con el jefe y reclamando que debíamos tomar la labor de activar el portal. No podía ser fácil satisfacer a todos con sus partes entre tanta gente.

Técnicamente, Asuna y yo teníamos el derecho de participar en su torneo de lanzamiento de dados, pero nos rehusábamos cada vez. Por un lado, era un truco largo y aburrido. Por otro…

— No importa como se hizo la cicatriz, el vizconde es una muy buena persona – murmuró Asuna, leyendo mis pensamientos a la perfección.

— Por supuesto que lo es. Nos ayudó a acabar con el jefe.

— No solo eso. Creo que facilitó todo con su ataque final para que pudieses obtener el bono de Last Attack, Kirito-kun.

—…q-quizá si lo hizo –murmuré, tosiendo incómodamente.

Levanté la vista para ver más allá de la penumbra, las puertas dobles que estaban al final de nuestra subida estaban a la vista. Pero ¿el relieve tallado en ellas tendría la misma escena que la prueba beta o sería diferente?

De repente, noté que los pasos a mi derecha y detrás de mí se habían detenido. Me volví y vi que la esgrimista encapuchada mirarme como si tuviese algo que decir.

— ¿…qu-qué? ¿Querías el bono de Last Attack?

— ¡No!

Ella infló sus mejillas por un momento, luego adoptó una mirada seria y vacilante. La pregunta que eventualmente hizo, no tuve nada que ver con el futuro que ella estaba tratando fuertemente de no pensar, de ninguna manera.

—…oye. ¿Cuánto tiempo planeas luchar junto a mí? –miré hacia atrás, hacia esos ojos marrón avellana que no parpadearon.

— Hasta que seas lo suficientemente fuerte como para no necesitarme.

—…Hmmm –murmuró Asuna, mostrando una sonrisa tan breve y frágil como las burbujas que emergen de la profundidad del agua. Luego saltó hacia otro escalón.

Me volví rápidamente, mirando las puertas que conducían al quinto piso de Aincrad, y retomé la carrera por los escalones. 

Capitulo 8                                                        Indice                                                           

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