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progressive 4 capitulo 4

Capitulo 4
Scherzo of Deep Night

Fue un alivio para Asuna que las escaleras que se dirigían hacia abajo no se envolvieran en un aura misteriosa y fantasmal.

De hecho ya había alrededor de una docena de jugadores en la gran sala que estaba justo al final de la escalera. Se reunían en pequeños grupos, distribuidos a lo largo y ancho de la habitación, manteniendo reuniones o desayunando, incluso había unos que estaban acurrucados en sus sacos de dormir situados a lo largo de las paredes.

— ¿Es esto una zona segura? –preguntó Asuna. Kirito se volvió hacia ella con una mirada desconcertada en su rostro.

— Por supuesto, seguimos en ella. El aviso no ha aparecido ¿cierto?

— C-cierto...

La tensión desapareció de sus hombros y volvió a mirar a su alrededor. Con esa información en su mente se dio cuenta que casi ninguno de los jugadores que se encontraban allí estaban en los grupos de asalto. La mayoría de ellos llevaban un equipamiento correspondiente al segundo y tercer piso, y algunos solo eran turistas desarmados.

— Así que solo están aquí para buscar reliquias.

— Eso creo. Seguramente se habrán encontrado con esta habitación vacía y probablemente decidan dirigirse hacia las ruinas subterráneas más cercanas.

De repente, una expresión de severidad se formó en el rostro de Kirito, ella le lanzó una mirada interrogativa, a lo que él se encogió de hombros y murmuró:

— El primer piso subterráneo estaba dentro de la zona segura durante la prueba beta, así que no había monstruos ni trampas en él. Me imagino que habrán venido hasta aquí para buscar reliquias debido a las noticias que circulan sobre esto, pero...

— ¿Hay algo de malo en ello?

— No, perdóname, le he dado demasiadas vueltas. Ven, continuemos nosotros también.

Kirito tomó la iniciativa de reanudar la marcha, deteniéndose únicamente para pedirle a Asuna que se pusiera al frente. Tragándose un suspiro ella miró hacia los portones que se encontraban en las paredes de la sala.

Por favor llévame primero hacia la misión del cachorrito o la del gatito –suplicó Asuna en silenció, mientras escogía el pasillo situado en la pared norte.

La sala estaba iluminada por unas cuantas antorchas, pero el pasillo se sumía de inmediato en las tinieblas, provocando una mueca en la cara de Asuna. En ese instante parecía como si la lluvia de la que habían intentado escapar se filtrara a través de las paredes, goteando por todos partes, incluyendo alguna vez su cabeza y espalda.

Con la calma fluyendo en el ambiente, se olvidó que estaban dentro de la zona segura de la ciudad, así que Asuna levantó su mirada por encima de su hombro para iniciar una conversación con Kirito.

— Supongo que en Aincrad también llueve.

— ¿No ha llovido un montón de veces antes de esta ya?

— No lo recuerdo, sé que durante la Navidad había nieve, pero...

— Cierto. A decir verdad esto no suele pasar mucho. En los antiguos MMORPGs las lluvias y las tormentas eran más frecuentes, pero en un VRMMO se convierte en un problema. Como puedes ver afecta a la visibilidad, aumenta el peso de tu equipaje, se te pega la ropa, al cuerpo y tienes frio... Al principio de la prueba beta solía llover bastante, pero disminuyeron las probabilidades de lluvia después de las quejas recibidas por parte de los “testers”.

— Ya veo... Así que eso fue lo que pasó. Realmente es malo... Yo prefiero ver la lluvia desde detrás de una ventana.

Mientras charlaban, Asuna se calmó. Pese a la apariencia del lugar, seguían estando dentro de la zona segura de la ciudad y ningún monstruo iba a aparecer.

Por ahora sólo necesitaban superar varias misiones para subir su nivel y prepararse para superar el piso de verdad.

Agarró la empuñadura de su estoque, sintiéndose valiente una vez más.

Durante el camino, Asuna abrió su ventana para revisar su mapa (en gran parte, vacío) y decidió tomar un desvío en pasillo central para dirigirse al punto de inicio de la misión. Caminaron de costado por un estrecho pasillo y luego se arrastraron por un túnel de no más de medio metro de altura (esta vez hizo que Kirito se pusiera al frente) mientras se acercaban cada vez más al punto de inicio.

Finalmente llegaron a un lugar parecido a una pequeña capilla. Había una fila de largos bancos de iglesia y, al fondo, al lado de la pared había una desmoronada estatua de aspecto misterioso. Unas cuantas velas distribuidas por el suelo proporcionaban luz a la sala, menos en las esquinas, que estaban bañadas por la oscuridad. Esa capilla parecía el lugar idóneo para encontrar unas cuantas reliquias, aun así, no había ningún otro jugador allí en ese instante.

Sintiendo como si algo horrible fuera a pasar, Asuna le susurró a Kirito;

— De que trata la misión de este lugar.

— ¿Ehh? ¿Quieres que te haga un spoiler ahora?

— Solo dímelo.

— Bueno, puedo darte el título, se llama... “¡El Lamento de los Treinta Años!”.

—.........

Asuna consiguió disimular con éxito el horror que sentía a causa de su mala suerte y revisó su registro de misiones.

La historia tras la misión era bastante simple. El “cliente” era un NPC soltero de mediana edad que se había mudado recientemente desde otra ciudad en el mismo piso, pero por las noches se sentía perturbado por extraños ruidos y por la cubertería que caía al suelo sin razón alguna. Él quería ayuda, así que revisaron su sótano, pero no encontraron nada a excepción de algún ratón. El
registró terminó con una sugerencia por parte del NPC, diciéndoles que exploraran por el debajo del subsuelo de la ciudad.

— Entonces... ¿Significa que esta capilla esta justo debajo de la casa de ese hombre? -preguntó Asuna.

Kirito sonrió.

— Lo entenderás si cambias de mapa.

—.........

Ella hizo lo él le dijo, se dirigió a su mapa y presionó las flechas que permitían cambiar verticalmente los niveles del piso desplazándose desde el primer nivel subterráneo hasta el nivel sobre el suelo. Tal y como dijo Kirito, el marcador del lugar donde se encontraban en ese instante y la casa del NPC se sobreponían perfectamente.

— Oh... ya veo. Así que es aquí donde el fan... las vibraciones misteriosas tienen lugar –se corrigió mientras cerraba el mapa e inspeccionaba la capilla de nuevo, pero no vio nada que pudiera tener algún efecto sobre la casa del NPC, fuera biológico o no.

Normalmente, su compañero habría tomado la iniciativa y le habría dicho la solución, pero esta vez se hizo a un lado, al igual que un maestro observando a su alumno durante su aprendizaje. Fue el resultado de un completo y total malentendido, aunque también era cierto que Asuna debería ser capaz de terminar misiones por su cuenta. No existía ninguna garantía que asegurase que su
asociación temporal fuera a durar para siempre...

Asuna se decidió a resolver la misión por su cuenta y repasó la información en su cabeza.

Una casa en Karluin estaba siendo asediada por fant... Fenómenos paranormales cada noche. La causa perecía tener su origen en el subsuelo, así que buscaron un lugar en las catacumbas que se situase justo por debajo de la casa.

Allí encontraron una lúgubre y misteriosa capilla. Para encontrar la causa del fenómeno podrían buscar el objeto indicado, o hacer que el fenómeno ocurriera delante de sus ojos... No pudieron encontrar nada, con lo cual solo les quedaba una cosa por hacer.

Una vez que llegó a esa conclusión, Asuna miró hacia el techo.

— ¿No dijo ese hombre que los ruidos empezaban cerca de las dos de la madrugada?

— Así es –le confirmó Kirito

— Entonces... deberíamos regresar aquí a las dos en punto para determinar la naturaleza del sonido, ¿verdad?

— Bien pensado. Es la mejor forma de resolver esto. De hecho, muchas misiones están restringidas por un horario, al igual que esta.

— Verás... Aprecio el cumplido, pero aún son las nueve de la mañana. ¿Vamos a quedarnos esperando aquí hasta las dos de la madrugada? –preguntó Asuna algo irritada.

Kirito agitó un dedo teatralmente.

— Podríamos, pero a veces este tipo de misiones se adelantan un poco. Tu solo espera y alguna pista aparecerá... ¡Ah! Hablando del rey de Roma...

Empezó a empujarla hacia atrás, pero ella le apartó la mano de un golpe.

— ¿Qué quieres decir con que una pista aparecerá? –le preguntó, confundida.

De repente, escuchó unos pasos chirriantes y escalofriantes detrás de ella.

Ahogó desesperadamente el grito que estaba a punto de escapársele por la boca, y se lanzó detrás de Kirito, acordándose de que seguían dentro de la zona segura de la ciudad.

Permaneciendo en pie, y en silencio, frente la puerta por la que habían pasado unos minutos antes, había un pequeño NPC, parecía un niño. Su rostro estaba oculto detrás de la capucha de su abrigo gris oscuro, sus pies descalzos eran exageradamente grandes en comparación al resto del cuerpo, sus brazos también desentonaban con su figura, dada su increíble longitud. En su mano izquierda
sujetaba un saco sucio y en la derecha, una vela larga.

El color de su cursor era amarillo, lo que garantizaba que se trataba de un NPC, pero Asuna dudaba de su humanidad. Mientras observaba atemorizada por encima del hombro de Kirito, el pequeño hombre (pensó ella) arrastró y golpeó sus pies a lo largo de la capilla para acercarse a uno de los pequeños montones de velas que se distribuían por toda la sala.

Se agachó y sacó una vela fresca del saco, encendiéndola con una pequeña, ya casi gastada, luego colocó la nueva en el suelo. Después se dirigió al siguiente montón y repitió el proceso. Parecía como si “eso” fuera una especie de conserje de la capilla subterránea, aunque su especie seguía siendo todo un enigma.

Esto debía ser a lo que Kirito se refería como “pista”. En ese caso tenía que ser valiente y conseguir su información. Podría parecer un ser terrorífico, pero era solo su diseño. No era más que un conjunto de datos. Reunió el coraje necesario, salió de detrás de su pareja y caminó hacia delante para hablar con el hombrecillo.

— Ho-hola.

—.........

El hombrecillo se detuvo, entonces, con movimientos lentos y torpes se volvió hacia ella. La capucha se sumía en la oscuridad, pero dos ojos brillaban perezosamente dentro de ella.

— Esto... ¿Eres tú el que ha estado poniendo las velas de aquí? –preguntó. El hombrecillo asintió en silenció. Reconfortada por el hecho de que se podían comunicar Asuna continuó.

— Umm... ¿Alguna vez has visto que algo extraño sucediera aquí durante la madrugada?

—.........

El hombrecillo no respondió, ella asumió que tal vez la pregunta era demasiado ambigua, entonces la larga pausa fue rota por una áspera voz.

— No vengo aquí por las noches. Me levanto por la mañana para encender las velas, durante el día las vigilo y las cambio, y por la noche las apago y me voy a dormir.

Se volvió a alejar. Una vez hubo terminado de poner una vela fresca en el último montón, se arrastró hacia fuera de la capilla.

En cuanto los pasos del hombrecillo se alejaron, Asuna pensó que se había terminado. Si sus palabras eran ciertas, las velas iluminaban la capilla desde la mañana hasta la noche. No sabía las horas concretas, pero supuso que a las dos de la madrugada la capilla estaría tan oscura como la boca de un lobo.

— Ahh...

Miró a Kirito, él no dijo nada. Asuna se acercó al montón de velas más cercana, se agachó y las sopló hasta que se apagaron. La capilla se volvió un poco más oscura que antes, pero ella estaba segura de que esa era la solución.

— ¡Apaga todas esas velas, Kirito! –ordenó a su compañero mientras apagaba otro montón.

Cuando el último montón fue apagado la capilla no tardó mucho en sumergirse en una oscuridad total. Era imposible moverse en esas condiciones, pero cuando Asuna estuvo a punto de activar su linterna desde su propia ventana, una pálida luz azul iluminó sus manos.

— Gra-gracias –dijo mientras levantaba su mirada para agradecer a su compañero por su amabilidad, pero Kirito estaba lejos y con las manos vacías. Miró a su alrededor, preguntándose por el origen de aquella luz.

El centro del suelo de la habitación brillaba débilmente. No se trataba del musgo brillante de las arañas del tercer piso, ni tampoco de un objeto mágico con propiedades luminiscentes. Tampoco era una luz cálida, de hecho, el débil resplandor parecía llenar la sala con un frío glaciar.

— Hyoooo....

Un sonido parecido al crujir de las ramas perturbó el silencio de la capilla. Asuna se quedó en pie, totalmente inmóvil.

Algo empezó a filtrarse por el suelo mientras tomaba forma. Era una mano delgada, pálida, casi transparente.

—...por favor, por favor, por favor, no, no, no, no, no....

Como era de esperar, su silenciosa súplica no detuvo la transformación. Se levantó del suelo con otro lamento de odio, primero un brazo, luego su hombro.

Tenía un cabello largo y filoso, un cuerpo delgado... Era una mujer. Pero en el lugar
donde deberían estar sus ojos, solo parpadeaban unos destellos rojos y de su boca
sobresalían unos dientes afilados.

No importaba lo mucho que Asuna se centrara en ello, no aparecía ningún cursor.
Obviamente no era un NPC, ni mucho menos un jugador. Era un monstruo... no, un fantasma.
La criatura, que se tomó un tiempo para transformarse en su totalidad y hacer su aparición más terrorífica, sacudió sus manos con uñas largas como garras chillando por tercera vez.


— Hyoooooh....

De repente toda la capilla retumbó violentamente. Los bancos caían uno tras otro, y pequeños fragmentos de escombros se desprendían de las paredes y del techo.

Tenía que mantenerse firme, o de lo contrario, su cuerpo perdería el equilibrio... Pero este no le prestó atención, haciendo que sus sentidos se desvanecieran y su cuerpo se desplomara en el suelo rígido, cual palo...

— ¡Estas aquí! –una voz le llegó a su oído, mientras unos brazos delgados pero firmes se apoyaban en su espalda. Sin saber cómo, Kirito ahora estaba a su lado.

— Vaya... ¿No te ha gustado? Pensé que era como el efecto alucinante de una casa encantada...

Entonces se dio cuenta del extraño estado de Asuna.

— ¿Estas bien?

Ella lo intentó tranquilizar, pero su boca no era capaz de articular ninguna palabra correctamente. Él se dio cuenta de la situación y deslizó su brazo izquierdo para abrazarla, llevándola hacia la pared.

El fantasma continuaba con sus lamentos, haciendo que la capilla temblara cada vez más. No había ninguna duda que ese era el origen de los ruidos que perturbaban al NPC durante la noche. Esto fue todo lo que Asuna pudo razonar.

Cerró los ojos con la mayor fuerza posible en los brazos de Kirito, mientras suplicaba que el fantasma desapareciera lo antes posible.

Los siguientes quince segundos se hicieron eternos, pero al final los temblores empezaron a disminuir, al igual que los gritos del fantasma que terminaron por desaparecer.

Cuando el silencio volvió, Asuna dejó escapar la respiración que había estado reteniendo en su interior. Cuando sus sentidos volvieron en sí, se dio cuenta de que Kirito la estaba sujetando, lo que le provocó un sentimiento de vergüenza. Abrió los ojos y le dijo que ya estaba mejor y que ya la podía soltar——

A unos 30 centímetros de su nariz había un rostro fantasmal que emitía una débil luz azul.

— ¡Ahhhhhhhhhh!

Asuna soltó un chillido perforador, que rivalizó con los aullidos del fantasma.
Agarró a Kirito con todas sus fuerzas y enterró su rostro en el abrigo de cuero negro de su compañero.

¿Desde cuándo le asustaban tanto los fantasmas? Por alguna razón ya no se acordaba del motivo.
A Asuna no le daban miedo las cosas sobrenaturales. Había algunos espíritus tradicionales de la cultura japonesa que le parecían incluso adorables, también le gustaban las películas de zombis. Lo que no podía soportar era todo aquello relacionado con el mundo de los fantasmas. Los seres incorpóreos, capaces de aparecer y desaparecer cuando quisieran, su capacidad de flotar y atravesar
paredes. La ansiedad de no saber cuándo aparecerían era lo que le provocaba pavor.

Pese a que ya había luchado con una gran cantidad de monstruos desde que se quedó atrapada en SAO aún no se había tenido que enfrentar a uno que fuera incorpóreo. Tenía la esperanza de que esta clase de monstruos no hubiesen sido programados en el juego, pero solo eran fantasías suyas. Kirito había mencionado algo acerca de un “espíritu maligno” y sin duda alguna ese fantasma era la causa
de los ruidos que atormentaban al NPC.

En ese momento, el espíritu estaba flotando solo a un par de centímetros, observando a Asuna con una mirada brillante y misteriosa.

Sabiendo eso, de ninguna manera iba a apartar su rostro del abrigo de Kirito.
Quería hacer la misión por su propia cuenta para depender menos de la ayuda de su compañero temporal. Pero en un instante su determinación se rompió en mil pedazos. Esconderse era lo único que podía hacer para mantener su boca cerrada y evitar volver a gritar.

Después de unos diez segundos su compañero murmuró:

— Esto... ¿Señorita Asuna...?

Ella continuó presionando su cara en su abrigo para no ver nada y preguntó:

— ¿Y-ya se fue?

— Emm...no, está justo aquí...

— ¡¡Yaaaaaah!!


Gritó de nuevo, aunque no era de gran ayuda. Agitó su cabeza de un lado a otro velozmente y le suplicó como un niño:

— ¡Aléjalo! ¡Aleja de inmediato a ese “fantasma”!

— B-bueno, para eso tenemos que avanzar en la misión...

— ¡¡Entonces haz que avance!!

Kirito intentó liberarse de Asuna, pero ella se agarraba cada vez con más fuerza a su abrigo.

— ¡Nooo! ¡¡Quédate quieto!!

— B-bien.

Intentó mantener quieto el cuerpo de Asuna mientras intentaba girar para hablar con el fantasma.

— Esto... ¿Señora fantasma por qué atormentas esta capilla?

Momentos después, resonó una voz parecida al silbido del viento. Asuna sintió unas ganas terribles de gritar, pero se pudo reprimir justo a tiempo.

— Porque... no me puedo ir...

— ¿Por qué no puedes?

—...Estoy atrapada... dentro de esta capilla...

Seguía siendo espeluznante, pero su voz en vez de odio parecía que desprender tristeza. Ese hecho ayudó a despejar un poco la mente de Asuna, e incluso con su rostro presionado en el pecho de Kirito, se dio cuenta de algo.

Cuando entraron en la capilla, la puerta estaba mal centrada pero no cerrada. Además para un fantasma sin cuerpo, esto no debería suponer un problema ya estos pueden pasar a través de puertas y paredes a su antojo.

Debido a que Kirito compartía la misma sospecha –bueno, en parte porque ya conocía el patrón de conversación idóneo para hacer avanzar la misión–, pudo sortear con facilidad la conversación con el espíritu.

“Ella” se quedó atrapada en esta capilla hace treinta años, cuando todavía estaba viva.

Quién la encerró, fue el hombre a quien una vez le prometió su vida. Y su odio hacia él es lo que la mantenía encadenada a ese lugar.

Una vez que todos esos datos fueron relacionados, el fantasma se desvaneció.

Asuna todavía no apartaba su rostro del abrigo de su compañero, así que cuidadosamente Kirito le dijo:

— Esto... ¿Asuna?

— ¿...y-ya se fue?

— De momento, parece que sí.

— ¿...y no volverá?

— Por ahora, no.

Dejó escapar un profundo suspiro y relajó sus hombros. Al terminar el espectáculo fantasmal su miedo disminuyó solo para ser reemplazado por una creciente sensación de malestar.

Al fin y al cabo había gritado a todo pulmón y se había escondido en el pecho de su compañero, lugar donde seguía descansando en ese momento. No sabía cómo huir de la situación ni que cara debía poner.

Mientras continuaba congelada y desorientada, escuchó a Kirito decirle en un tono incomodo:

— Ummm, bueno...Perdóname por no darme cuenta que tenías problemas con los f.... monstruos de tipo astral...

Esa palabra desconocida hizo que Asuna levantara un poco la cabeza.

— ¿...astral?

— Es una clase de monstruo. Los Kobolds y los Goblins son semi-humanos, las arañas gigantes y las mantis son insectos, los gólems y gárgolas son de tipo encantado, etcétera. Los espectros y los fantasmas como él que acabamos de ver –no muertos y sin un cuerpo físico básicamente– son de tipo astral. Los otros no muertos con un cuerpo físico como los zombis y esqueletos están clasificados como muertos vivientes.

— Ya veo...

Esa explicación le ayudó a reforzar el concepto de que al final todo se resumía en un conjunto de datos en una computadora, sea fantasmal o no. Asuna contó hasta tres y se forzó a apartarse.

Miró a su alrededor para asegurarse de que todo estuviera en orden, luego se apartó de Kirito –que seguía arrodillado en el suelo– y se puso las manos en las caderas, anunciando:

— Sólo me sorprendió lo repentina que fue su aparición, eso es todo.

— D-de acuerdo...

— Vamos a olvidar lo que ha ocurrido hoy aquí y no nos molestaremos en recordarlo en un futuro... ¿Entendido?

— E-está bien...

Después de ponerse de acuerdo con ella en las dos oportunidades, se levantó.

Basándose en experiencias anteriores, ella notó en la respiración de Kirito señales de una lucha interna para decidir si se burlaba de ella o no, y lo fulminó con su mirada.

— ¡Y nada de estúpidas bromas infantiles!

— Si madame... –le respondió Kirito, como si de un niño regañado se tratara, y empezó a encender unas cuantas velas.

Al final, Asuna se sintió lo suficientemente cómoda como para soltar una pequeña carcajada.

Inspeccionaron el área donde el fantasma había aparecido y encontraron un colgante de oro marcado como un objeto de la misión y después regresaron a la ciudad. Se lo enseñaron a un NPC que les contó que no se trataba de una reliquia, sino de una insignia que pertenecía a una rica familia de mercaderes de Karluin, y sin dudarlo se dirigieron a la mansión de la familia.

Después de una breve discusión con el vigilante de la entrada, obtuvieron permiso para conocer al quincuagésimo-algo líder de la familia, a quién le mostraron el colgante que encontraron en la capilla. El hombre rompió a llorar, admitiendo el crimen que cometió en el pasado. Treinta años atrás se cansó de la joven con la cual estaba prometido y la atrajo a la capilla subterránea con la excusa de ir a cazar reliquias, pero mientras encerraba a la mujer dentro, esta le arrancó el colgante.

Asuna quiso golpearlo en la boca, pero Kirito le advirtió de que haciendo eso pondría en peligro la misión, así que se reprimió y siguió al hombre hacia la capilla subterránea. Volvieron a apagar todas las velas, y el fantasma de la muchacha apareció, haciendo que el mercader se arrodillara y se arrastrara para pedir perdón por sus pecados. Al final el fantasma desapareció; escoltaron al hombre de regreso a su mansión y recibieron unas cuantas recompensas. Pero mientras cerraban la
puerta de su despacho para marcharse, escucharon un terrible estruendo proveniente del interior y al abrir de nuevo la puerta el hombre había desaparecido por completo... Un final un poco macabro pero en el fondo satisfactorio para la misión “El Lamento de los Treinta Años”.

Mientras se alejaban de la mansión y se dirigían a la plaza principal de la ciudad, Kirito revisaba las recompensas que había obtenido durante la misión. Asuna le comentó:

— Ya sabes... esa misión no era apta para todo públicos.

— ¿Ehh? Ohh... es verdad. El NerveGear no está hecho para que sea usado por menores de trece años y SAO está recomendado para jugadores que tengan quince años o más. Así que no debería haber ningún niño por aquí... O eso espero.

— Sí, tienes razón...

Ahora que lo mencionaba, Asuna había cumplido los quince años un mes antes del lanzamiento de SAO, por lo que estaba dentro de la edad recomendada Si durante el 6 de noviembre hubiese tenido catorce años ¿No habría jugado al juego? ¿Habría renunciado a tomar prestado el NerveGear de su hermano y su destino hubiese evitado con éxito esta trampa mortal?

No... sabía que no ara así. Cuando ella entró en la habitación de su hermano en el desafortunado –o afortunado– día en que él se había marchado por negocios al extranjero, y se puso el dispositivo NerveGear en su cabeza, ni siquiera se había molestado en mirar la edad recomendada por el juego.
Pensó en ello pese haberse prometido no volver a lamentarse del pasado en el que ella salió de su habitación en el Pueblo de los Inicios. Ahora sólo debía fijar su vista hacia el lejano piso número 100 de Aincrad y continuar avanzando en su intento de superar el juego. Y si por desgracia se topaba con un monstruo de tipo astral, simplemente lo iba a evitar.

— ¡Bien! ... Vayamos hacia la siguiente misión... Espero que no haya fantasmas en la misión del cachorro. ¿O si los hay? –le preguntó, sonriendo con malicia a su compañero.

— Probablemente no. Pero quien sabe... a lo mejor aparece el fantasma de un perro.

Una vez que terminaron las dos misiones subterráneas (afortunadamente sin elementos terroríficos) se encontraron con otros jugadores en la ciudad. Por la tarde ambos habían subido de nivel: Kirito al 18 y Asuna al 17.

Mientras repetían el camino hacia el restaurante/posada de la noche anterior, Asuna regañó a su compañero:

— Por alguna razón, parece que no puedo llegar al mismo nivel que tú.

— ¿Ehh...?

— Bueno, la cantidad de experiencia para subir de nivel siempre es más alta para ti que para mí, ¿no? ¿Cómo es posible que siempre estés exactamente un nivel por encima de mí?

— Hum, es verdad... –Kirito se rascó torpemente la cabeza mientras pensaba en cómo responder a la pregunta–. Verás, en SAO no existen los bonos de grupo para la experiencia ganada, cuando un grupo de gente vence a un monstruo la experiencia se divide entre ellos, pero no es ni siquiera una división... Se tiene en cuenta el daño y debuff infligido así como el tiempo dedicado y otras cosas por el estilo. Nuestro patrón de ataque implica que yo tenga que atacar con agresividad todo el rato, así que supongo...

— Oh... ya veo...

En ese caso, Asuna no podía quejarse. Siempre que luchaban contra un monstruo, Kirito atacaba primero usando una habilidad de espada; luego se cambiaban y ella utilizaba un ataque normal para que luego él lo rematara con una habilidad propia. Con ese orden, era normal que Kirito obtuviera más experiencia, ya que siempre era el objetivo.

Y dado a que él atesoraba más conocimiento, experiencia y técnica, era obvio que asumiera ese papel en vez de Asuna.

— Hummm... –murmuró, incapaz de aceptar la realidad de ese hecho.

Al final Kirito optó por dedicarle unas palabras de apoyo:

— V-vamos... Ya casi estamos cerca del punto donde un nivel apenas marca la diferencia... Y ambos estamos dentro del margen de seguridad, así que no deberías estar preocupada.

— Hummmmm... –dijo ella mientras asentía con el ceño fruncido.

Por supuesto, Kirito tenía razón en ello, y ella tampoco planeaba presionarlo para provocar un cambio en sus roles durante los combates. Pero todavía se sentía molesta al respecto.
Desde que llegó al quinto piso sintió que sus peores cualidades habían aflorado.

Se volvió codiciosa mientras buscaba reliquias, se asustó y gritó con la aparición del fantasma, e incluso le pidió un duelo personal, sólo para rendirse antes de que alguno de ellos lanzara un solo golpe. Mantuvo la esperanza de llegar al mismo nivel que Kirito, pero al no lograrlo se dio cuenta de que dependía de él incluso en situaciones normales.

Tal vez su asociación fuera solo temporal, pero no le gustaba tener que recibir ayuda siempre, quería aportar algo... algo que pudiera ser beneficioso para el grupo.

“...necesito pensar sobre qué puedo hacer”.

No obstante, llegó a esa conclusión cuando entraba al restaurante mientras Kirito le sujetaba la puerta. Se regañó a si misma por ello.

Incluso siendo la segunda noche en el quinto piso, el restaurante Blink & Brink estaba completamente vacío. Era la hora de cenar y no había rastro de jugadores dentro del restaurante o en la terraza al aire libre.

— ¿Ehh? –exclamo Kirito mientras se sentaba en la misma mesa que la última vez, y ojeaba el menú.

— ¿Qué sucede?

— Bueno... Las tartas de arándanos azules que comimos el otro día aún no se han agotado... Supuse que a estas alturas la gente estaría haciendo cola para conseguirlas.

— Eso es sorprendente... sobre todo por el montón de jugadores que están buscando reliquias en el subsuelo. Entonces, ¿lo han estado haciendo sin el bono de visión todo este tiempo?

— Eso creo.

Mientras tanto, la camarera NPC llegó para tomar sus pedidos, así que detuvieron su conversación para ordenar. Hicieron un brindis con Ficklewine para celebrar los logros de la jornada –blanco para Asuna y rojo espumoso para Kirito– y tomaron un trago.

Kirito vació medio vaso de un solo trago, luego examinó su copa y dijo:

— Me gusta el sabor, pero dudo que esta cosa roja y espumosa sea real.

— Ah, eso es real. Hay Lambrusco italiano, Shiraz australiano, etcétera.

— ¿Queeé? ¿En serio? Eres una experta “Profesora Asuna” –le contesto asombrado.

Ella lo negó con una sonrisa satisfactoria, luego miró hacia abajo y añadió:

— Estos conocimientos no me van a ser de gran ayuda aquí...

— ¿Ehh?

Asuna se fijó en la seria expresión de Kirito.

— Hay muchas ocasiones donde los conocimientos del mundo real son de mucha utilidad en algunas misiones o cuando hay que resolver algún rompecabezas...

Además, a primera vista, Aincrad podría parecer un mundo de fantasía, pero no es un auténtico “otro mundo”. Tanto nosotros como los NPC hablamos japonés y las interacciones entre los jugadores se establecen en valores japoneses modernos.

Aunque sea un tabú hablar del otro lado, tampoco deberíamos ignorarlo como si nada.

— Mmm... –Asuna asintió.

Su compañero miró otra vez al menú con la esperanza de cambiar de conversación y de estado de ánimo.

— De todas formas... sabiendo que siguen vendiendo la tarta de arándanos azules me entran ganas de comerme otra. El bono de visión es genial y también me gusta el sabor.

— Estoy de acuerdo –dijo Asuna, recordando el fresco aroma de los arándanos y la densa crema–. Pero me pregunto por qué no se vende. No encontrarás un bono más práctico para buscar reliquias.

— ¿Podría ser qué Argo no lo haya puesto aun en la guía de estrategia? O tal vez... –dijo Kirito mientras miraba en dirección al portal de tele-transporte.

— No recuerdo haber visto la guía de estrategia de La Rata en ninguna tienda de artículos. Tal vez no haya empezado a entregarlas aun.

— Ahora que lo mencionas... hasta ahora, la primera edición de su guía se encontraba disponible la tarde del día siguiente en que se activaba el portal de tele- transporte.

— Hmm... Bueno, seguro que tendrá sus motivos... Tal vez debería enviarle un mensaje.

Kirito soltó su tenedor y abrió su menú, escribiendo rápidamente un mensaje en su teclado holográfico. Unos segundos después, frunció el ceño.

— No se ha enviado...

— Tal vez esté en otro piso –le sugirió Asuna.

Kirito murmuró desviando la vista:

— No... Es un mensaje entre amigos.

Eso la tomó por sorpresa, ya que ella era su compañera temporal y aún no la tenía registrada como amiga. Entonces Asuna soltó un largo y deliberado:

“Ohhhhhh”.

Kirito le explicó con prisas:

— E-es solo... que le compro mucha información y de vez en cuando le ofrezco la mía, por lo que me resulta más útil tenerla registrada como amiga.

— No he dicho nada –le dijo mientras lo observaba con una sonrisa y reflexionaba sobre esta nueva información.

Un mensaje corto e instantáneo podía ser enviado a cualquier jugador siempre y cuando supieras su nombre (y también escribirlo en el alfabeto occidental), pero estaban restringidos por el espacio y no llegaría a su destino a menos que ambos se encontraran en el mismo piso. Por otro lado los mensajes entre amigos podían ser más largos y se podían enviar a cualquier amigo, independientemente del piso donde se encontrara, siempre que no se encontrasen dentro de una mazmorra o un mapa desconocido.

— Eso significa que Argo podría estar dentro de una mazmorra ahora mismo – sugirió Asuna, mientras Kirito asentía.

— Sí... tal vez, pero no recuerdo que existiera información lo suficientemente relevante en esta mazmorra como para retrasar el lanzamiento de su guía.

— ¿A qué te refieres con “esta mazmorra”?

— Oh... –Kirito dirigió su mirada bajo la terraza–. El primer nivel subterráneo donde hemos estado hoy está dentro de la zona segura, así que el mensaje le hubiera llegado. Pero a partir del segundo nivel se considera como una mazmorra que técnicamente esta fuera de la ciudad.

— Hmm... ya veo. ¿Y cuántos niveles hay en total?

— Tres creo. Al final hay un jefe de piso y si lo derrotas se abre un túnel que te conecta directamente con la siguiente ciudad.

— Así que no es una mazmorra irrelevante. Me imagino que no sería de extrañar que Argo recopilase información de una mazmorra importante.

Kirito sacudió su cabeza sin estar del todo convencido

— Sí... tal vez tengas razón. Esa mazmorra está vinculada a la ciudad, así que creo que quiere mapearla por completo en su primer intento.

— De seguro que aparecerá de la nada como hace siempre

— Sí... Vamos a comer –al final Kirito cerró su ventana y volvió a tomar el tenedor
con una sonrisa.

Como las tartas de arándanos no se habían agotado todavía, ambos pidieron una.

También decidieron alquilar una habitación en el segundo piso de Blink & Brink que, además de restaurante, también funcionaba como posada.

En el pasillo acordaron encontrarse por la mañana, se dieron las buenas noches y cada uno abrió la puerta de su respectiva habitación. Asuna se detuvo por un momento pero Kirito desapareció dentro de su espacio mientras bostezaba enérgicamente, así que siguió su ejemplo y cerró la puerta de golpe.
Abrió su ventana y seleccionó el maniquí de equipamientos, apretó el botón de “remover equipo” dos veces, se quedó en ropa interior y se metió en su cama.

Mientras enterraba su cara en la gran almohada, protestó para sí misma:

“¡Hmpf! ¡Bien! No me importa de todos modos...”

Como era de esperar, ella lo entendía. No había ninguna necesidad de hacer amistad con Kirito por el momento, ya que actualmente estaban trabajando juntos como equipo. Era poco probable que se separasen en diferentes pisos, por lo que los mensajes instantáneos eran suficientes si necesitaban comunicarse cuando estuviesen alejados el uno del otro.

Pero a nivel emocional, no podía dejar de cuestionaba por qué no él se lo había preguntado, todo lo que debía decirle era una frase como: “Bueno... ¿Deberíamos agregarnos también? Solo por si acaso...”, y ella se hubiese quedado a gusto contestando: “¡Claro! No veo por qué no”.

Mientras estaba tumbada en su cama, refunfuñando, recordó la conversación que mantuvo con Kirito la tarde anterior:

“¿Cuánto tiempo planeas seguir avanzando junto a mí?”

“Hasta que seas lo suficientemente fuerte como para no necesitarme”

Tal vez era allí donde Kirito quería poner el límite. No eran amigos sino compañeros... Así que cuando llegara el momento y sus caminos se separaran sería menos duro si no estuvieran registrados como amigos.

— No... Él es tan inconsciente y desconsiderado –gruñó mientras se relajaba y se acomodaba en la cama. Miró hacia el techo (que parpadeaba con el juego de luces y sombras que proyectaban las lámparas de la habitación), y murmuró–. Esta bien. Algún día te pediré una solicitud de amistad... El día en que sea tan fuerte como tú.

Estiró sus brazos, juntando las manos, luego se balanceó y tomó impulso para levantarse. Decidiéndose a tomar un baño, Asuna miró a su alrededor, pero no vio nada parecido a la puerta de un baño. Al tocar la pared apareció un mapa de la habitación, donde se confirmaba que esta no tenía baño propio. Sólo disponía de un baño grande al final de las escaleras, en la sala de arriba.

Se asustó por un breve momento, recordando la experiencia en la enorme bañera del Castillo Yofel, luego se percató que a diferencia de ese baño mixto, la de la posada estaba separada por sexos. No obstante, no quedaba suficientemente claro si se trataba de una norma o de un consejo sobre buen comportamiento.

Sólo por si acaso, activó su ropa casual y se la puso para poderse equipar con el bañador que confeccionó en el cuarto piso por si se daba el caso, y se marchó.

Acababa de doblar la primera esquina hacia el baño, el cual estaba al lado contrario del final de la escalera, cuando escucho una puerta abrirse y cerrarse justo detrás de ella y, por instinto, se aferró contra la pared.

Cuando se asomó por la esquina vio una figura alejarse por el pasillo. Se relajó por un momento, pero entonces sus ojos se abrieron como platos.

Aunque solo fuese una silueta, ella sabía perfectamente a quien le pertenecía.

Era Kirito. Estaba equipado con su habitual abrigo largo y unas botas, también pudo distinguir la elegante empuñadura de su nueva espada Eventide sobre su hombro.

Ya eran las nueve de la noche. Tal vez se iba a practicar un poco, pero caminaba con firmeza y agresividad.

Seguramente se iba a adentrar en las catacumbas subterráneas para buscar a Argo La Rata.

— ¿...por qué tiene que ser un lobo solitario? –gruñó Asuna, extendiendo la mano para activar la ventana de su menú. Seleccionó en su maniquí de equipamientos su peto, una falda de cuero y su Chivalric Rapier. El baño tendría que esperar. Iba a seguir a ese chico.

Se había disgustado por el asunto de la solicitud de amistad, pero Argo también era una buena amiga suya. Puede que Aincrad fuera grande, pero Argo era la única que la llamaba por el apodo “A-chan”. Si Argo se encontraba en peligro lo más lógico era renunciar al confort del baño para ir a ayudarla.
El pasillo estaba vacío. Corrió por la escalera saltando los peldaños de dos en dos, pasó en frente del NPC que estaba en el mostrador, quien la saludo con un genérico “Ten un buen viaje” y pasó a través de la puerta principal de Blink & Brink.

Capitulo 3                                                        Indice                                                           Capitulo 5

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