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progressive 4 capitulo 5

Capitulo 5
Scherzo of Deep Night

Asuna apenas se fue un minuto después de él, pero no vio a su compañero a lo largo de la calle principal de la ciudad. Tal vez empezó a correr en cuanto salió de la posada.

Decidió no escribirle un mensaje, ya que si se paraba a escribirlo aumentaría aún más la distancia que les separaba. La única opción que tenía era correr. Pero no importaba cuantas esquinas doblara, no era capaz de divisar la espalda de Kirito por ningún lado.

— Mierda... ¿Cómo puede correr tanto? –gruñó, mientras el callejón trasero por el que circulaba se unía a la calle principal, que estaba llena de gente. Miró a su alrededor y suspiró aliviada al ver una figura que le resultaba familiar.

Pero no quiso llamarle para no exponerse en un lugar lleno de gente, así que no le quedó más remedio que continuar con su persecución. Kirito corría con agilidad, mientras esquivaba a jugadores y a NPCs por igual. Atravesó la plaza de tele- transportación, situada en la parte norte de la ciudad y cuando llegó a la plaza donde se encontraba la entrada a las catacumbas, se adentró en ruinas sin detenerse.

— ¡Eh! ¡Espera un momento! –le gritó. Pero fue demasiado tarde, ya que él no pareció escucharla. En menos de un minuto, Asuna llegó a las ruinas del templo y se detuvo al frente de la escalera descendente que emergía desde el suelo.

Por un instante, un horrible sentimiento de ansiedad se formó en su pecho.
Pero ahora ya no era momento de acobardarse. Abrió su menú con la intención de priorizar un encuentro con Kirito y le escribió un mensaje corto que decía: “Espérate en la habitación B1 para que nos podamos reunir”.

Inmediatamente en su ventana saltó un mensaje de error:

“Esta persona está en algún lugar inaccesible o desconectado”

— ¡¿Qué...?! –jadeó, mientras miraba a la esquina superior de su lado izquierdo, sólo para comprobar que la barra de HP de Kirito seguía allí como consecuencia de pertenecer al mismo equipo. Desechó así, la última y horrible opción del mensaje de error. Reenvió el mensaje para asegurarse de que no había escrito mal su nombre, pero el resultado fue el mismo.

El primer nivel subterráneo de las catacumbas se consideraba como una zona dentro de la ciudad, así que debería ser capaz de enviarle un mensaje. Lo que significaba que en menos de un minuto Kirito había llegado hacia el segundo nivel, el cual se consideraba como una mazmorra.

Era difícil de creer, pero no había ninguna otra solución. Debía rendirse y volver a la posada.

— No...

Se prometió a si misma que no se sería una persona que dependiese de los demás todo el tiempo. Si se marchaba ahora, nunca se convertiría en una compañera equiparable con él.

— Todo irá bien –ella había absorbido suficiente conocimiento e instinto para defenderse en los últimos cincuenta días.

— Te alcanzaré pronto –juró en voz baja mientras descendía por la escalera.
Incluso a esas horas de la noche, la gran sala de la entrada, que servía como base para los buscadores de reliquias de la ciudad, estaba llena de jugadores. Pero como era de esperar, Kirito no se encontraba entre ellos.

Abrió su ventana y revisó su mapa. Se habían pasado todo el día haciendo misiones, con lo cual habían mapeado el 80% del primer nivel subterráneo, pero aún quedaban algunos rincones por explorar, en particular, la zona situada tras el portón del sur de la habitación.

La zona que habían explorado durante el día no tenía rastro alguno de escaleras que descendieran hacia otro nivel, por lo tanto, lo más lógico era que se encontraran tras esa puerta. Asuna cerró su ventana, caminó a través de la sala y empujó el portón de piedra cubierto de musgo.

A diferencia de los portones del norte, este y oeste, en este no había ningún pasillo, solo una pequeña habitación con unas escaleras descendentes en el centro.

Lo más probable es que el segundo nivel de la mazmorra se encontrara allí. No era de extrañar que Kirito lograse atravesar el primer nivel en menos de un minuto.

Cuando Asuna se acercó, divisó un pequeño letrero colocado en un lado, contenía un mensaje escrito a mano y en japonés que advertía: “El siguiente nivel ya no es una zona segura, vaya con cuidado”. Su función debía ser la de asegurar que los buscadores de reliquias no se metieran en problemas.
Dentro de los objetos, los letreros tenían una duración bastante larga, pero esta no superaba las veinticuatro horas. Quien hubiese gastado su dinero en colocar ese cartel, lo debía renovar cada día, aun así, ella iba a ignorar esa advertencia.

Después de revisar una última vez su equipo y confirmar que sus pociones estaban en su bolso de cintura, descendió cautelosamente por las oscuras escaleras.

Afortunadamente, las escaleras no eran muy largas, y con solo veinte pasos ya se encontraba en el suelo del segundo nivel subterráneo. En el momento en el que entró en una pequeña habitación, similar a la que se encontraba al principio de las escaleras del piso superior, una advertencia apareció de la nada, lo que significaba que el código anti-crimen no la iba a proteger más allá de ese punto.

Los muros de piedra azulada y el suelo agrietado eran parecidos a los del primer nivel, pero el aire frio en su piel y el suelo duro bajo sus pies lo hacían sin duda alguna diferente al piso superior.
Obviamente, no era la primera vez que se adentraba sola en una mazmorra. Se pasó entre tres y cuatro días en las mazmorras secundarias y el laberinto de la torre del primer piso, sola, peleando constantemente, y ahora era más fuerte que antes.

El nivel que se recomendaba para adentrase en esa mazmorra era de 12 y Asuna actualmente estaba ya en el 17. Mientras pudiera afrontar su miedo con los monstruos de tipo astral y no se alejara a más de dos escaleras de la zona segura, no debería temer por nada.

Asuna se frotó las piernas para alejar la sensación de frio y empezó a andar de nuevo.

La pequeña habitación solo tenía una salida, así que Asuna se adentró en ella y fue conducida hacia un largo pasillo. En las paredes se alternaban débiles antorchas a punto de apagarse, y pequeñas puertas. Era agradable tener un poco de luz, aunque por otro lado, la idea de revisar por lo menos una docena de puertas le resultaba un poco extenuante.

Pero si Kirito se encontraba allí debajo, en busca de Argo, las revisaría todas.
Estaba a unos minutos por detrás de él, así que la probabilidad de abrir una puerta, encontrarle y darle una bofetada era alta.

Si gritase su nombre a pleno pulmón tal vez la escuchase, pero también atraería la atención de los monstruos. Optó por el método lento, acercándose hacia la puerta más cercana para escuchar a través del metal oxidado antes de empujarla para abrirla.

La habitación estaba más oscura que el pasillo, iluminada sólo por unas pocas velas en un rincón de la pared más alejada. No había rastro de ningún jugador o monstruo en ese espacio estrecho, pero había una caja rectangular situada justo al final de la sala. Era demasiado grande para ser un cofre del tesoro, pero incluso después de un examen más exhaustivo, seguía equivocada. Era un ataúd, pero era
lógico ya que esa mazmorra era en realidad una gran tumba.

Asuna simplemente cerró la puerta, sabiendo que nada bueno podría pasar si se acercaba o abría ese ataúd. Suspiró y se acercó con cautela hacia la siguiente puerta y la abrió. Otro tumba con un ataúd dentro y ningún jugador en ella. Cerró la puerta rápidamente.

En el tercer y cuarto intento obtuvo los mismos resultados. Se estaba impacientando, pero justo cuando estaba a punto de cerrar la quinta puerta con la misma rapidez que las otras, se quedó paralizada.

Algo brillaba a lo largo de la pared del fondo.

No era la luz reflejada por las velas. El tenue resplandor blanco era similar al que se reflejó la noche anterior en el templo de Karluin. Revisó su barra de HP y vio que el ícono del buff de visión estaba activado, lo que significaba que todavía conservaba los efectos del pastel del restaurante Blink&Brink

Eso significaba que el origen de la luz blanca estaba en una reliquia que aún no había sido recogida.

—.........

Después de dudar por un instante, Asuna decidió adentrarse en la cripta. Al bono para encontrar reliquias le quedaban 6 minutos más antes de que se desactivara, así que no le quedaba mucho tiempo. Sería una lástima que se desperdiciara sin darle uso...

Se deslizó unos nueve metros dentro de la cripta, dirigiéndose hacia la pared del fondo. El objeto brillante estaba en una grieta de la pared de piedra, al sacarlo, vio que se trataba de un antiguo colgante de plata. Asuna ignoró su valor hasta que lo examinó detalladamente, por lo que lo guardó en su bolsa de cintura y se volvió para salir de la sala.

En eso se escuchó un chirrido.

— Gruk, gruk... –como el sonido de un mortero de piedra procedente de la derecha. Miró hacia un lado abrumada por un fuerte presentimiento.

La idea de un mortero de piedra no era del todo equivocada, pero en realidad era el sonido procedente de frotar fuertemente una piedra contra otra, en este caso, la tapa de un sarcófago movida hacia un lado por un cuerpo.

—.........

Asuna apretó sus labios para reprimir un grito y desenvainó su Chivalric Rapier, que estaba en su cintura. Mientras tanto, una resplandeciente figura humanoide emergía del ataúd que estaba medio abierto, con un gemido parecido al silbido del viento.

Se parecía al fantasma de la chica vengativa que se le apareció durante la misión “El lamento de los Treinta Años”. La diferencia más notable era el pálido cursor rojo que flotaba sobre la cabeza de ese ser. En la barra de HP de este apareció el nombre “Fantasma Melancólico”.

Era un monstruo, un espirito furioso que podría herirla.

— Hyoooooh...

El espectro gimoteó, extendió sus brazos y se abalanzó hacia ella. Pese a que la parte más racional de su mente sabía que esa aparición sólo eran datos dentro de un ordenador, no fue capaz de superar su miedo. Retrocedió rápidamente hacia la esquina derecha de la cripta mientras esgrimía con fervor su espada contra el monstruo.

Sus botas pisaron una piedra particularmente grande, la cual se hundió un poco mientras hacia un pequeño chasquido.

Bajo circunstancias normales, Asuna se hubiese dado cuenta de la anomalía y alejado rápidamente incluso sin saber lo que podría suceder. Pero estaba tan concentrada en controlar su miedo hacia el fantasma que reaccionó demasiado tarde a ese suceso.

Antes de ser consciente de la situación, la piedra se deslizó hacia abajo, creando así una trampilla. El estrecho agujero se tragó a Asuna y cayó por él sin hacer ni un solo ruido.

Lo primero que se le vino a la cabeza fue la altura.

De cierta forma, la única cosa más aterradora que un jefe de piso, capaz de matar indiferentemente hasta el más fuerte de los guerreros, era el daño producido por una caída. Esta variaba según el nivel máximo de HP, la fuerza, la agilidad y el terreno donde se aterrizaba. Pero incluso estando en el nivel 17, si Asuna cayera por más de 9 metros de cabeza y aterrizara sobre un suelo duro, fácilmente moriría por el impacto.

El agujero estaba revestido por un estrecho tubo de plata, así que su cuerpo no giraría durante la caída. Solo le quedaba rezar para que la caída no fuera muy larga, y mientras lo hacía, juntó sus pies.
Cuando salió del agujero vio un suelo de piedra muy parecido al del segundo nivel. Había caído alrededor de 3 metros. Soltó su estoque para prepararse para el impacto, cuando sus pies aterrizaron en el suelo, dobló sus piernas y rodó por este.

Ejecutó dos volteretas hacia atrás hasta que una pared hizo contacto con su espalda, haciendo desaparecer así su frío.

El impacto fue intenso, pero la pérdida de HP fue inferior al 10 por ciento. Se quedó quieta por un momento para asegurarse de que nada más pudiera suceder.

La trampilla se desvaneció en el techo y los gemidos del fantasma ya no se podían escuchar. Dejó escapar poco a poco el aire que había retenido en su pecho y reorganizó sus pensamientos.

Asuna pensaba que ya era capaz de controlar su miedo hacia los fantasmas (concretamente, de monstruos de tipo astral), pero había perdido por completo la calma y no pudo ser capaz de notar que había activado una trampa a causa de ello.

Era patético, pero lo importante en ese momento era reaccionar y recuperarse, en lugar de lamentarse por ello. Tenía que evaluar la situación y pensar en una maniobra inteligente.

Su primera prioridad era la de regresar al segundo nivel de la mazmorra desde esa planta baja. Eso significaba que lo primero que debería hacer sería explorar todo lo que la rodeaba.

Asuna se levantó lentamente y miró a su alrededor en busca de su Chivalric Rapier, que había soltado durante su caída.

El estoque plateado estaba tirado a unos dos metros de ella.

Pero había algo más allí.

Una criatura humanoide de piel azulada de apenas medio metro de altura, con un hocico alargado como el de un roedor y unos grandes ojos amarillentos que la observaban.

El pequeño monstruo miró a Asuna y chilló en tono burlón. Luego tomó su estoque –que era más largo que él, si lo comparábamos en altura–, lo escondió bajo su brazo y se echó a correr a una velocidad inimaginable.

— ¡¡Oye, espera!! –gritó, aunque nunca antes había detenido a un ladrón. La criatura desapareció en medio de la oscuridad, dejando un cursor con el nombre “Sly Shrewman[6]”.

Si lo dejaba escapar hasta que el cursor desapareciera, sabía que no lo volvería a encontrar, por lo que ella optó por perseguirlo.

Mientras corría notó como su alrededor se parecía más a una cueva natural que a una estructura echa por el hombre. La única fuente de luz eran trozos de musgo brillantes en las paredes de piedra, con lo cual apenas podía ver el suelo frente ella.

Tendría que sacar su linterna del inventario para iluminar el camino y evitar tropezarse, pero eso no era posible en medio de esa persecución. Siguió corriendo, rezando para tener suerte y no caer sobre el suelo resbaladizo y desigual.

Gracias a que había remplazado su habilidad de costura por la de sprint hacía unos días, fue capaz de divisar una pequeña silueta en medio de la oscuridad en tan solo treinta segundos. La alimaña se giró un instante y volvió a chillar, pero esta vez de miedo.

— ¡¡No vas... a escapar... de mí!! –gritó lo suficientemente fuerte para que el roedor humanoide la escuchara mientras se inclinaba lo máximo que su cuerpo le permitía para estirarse e intentar agarrar la escurridiza cola del ladrón. Las puntas de sus dedos rozaron el extremo de su cola, la miró y logró agarrarla con fuerza tras el tercer intento, pero de repente su pie se hundió en un charco.

La suela de su bota perdió el agarre y su cuerpo se desplomó hacia adelante.
[6]: Hombre Musaraña Astuto.
Apenas pudo evitar golpear su rostro contra el suelo, aterrizó con fuerza con su trasero en el agua, provocando un enorme chapoteo. El hombre musaraña salió disparado.

El cursor rosa claro desapareció en silencio de su vista, dejándola con la desagradable sensación del agua fría filtrándose en su falda.

Tardó quince segundos en levantarse.

Rehízo el camino hacia la pared dando pasos pesados. Del borde de la falda y de las puntas de su cabello chorreaba agua. Una vez hubo encontrado un rincón seco en el suelo, se sentó de rodillas.

Su espada se había ido... Su esperanza en este mundo, su Chivalric Rapier +5 que contenía el alma de su antiguo Wind Fleuret.

La sensación de miedo que le causó esa pérdida se apoderó de su mente, impidiéndole pensar con claridad. Necesitaba despertar su ingenio y tomar las decisiones óptimas en ese momento. Pero su cabeza se sentía pesada y torpe haciéndola incapaz de pensar sobre lo que debería hacer.

Con su mano derecha examinó su lado derecho, pero lo único que sus dedos hallaron fue la roca fría, en lugar del compañero que siempre estaba con ella.

Sí.... si Kirito estuviese allí le diría lo que tendría que hacer exactamente.

Localizaría al monstruo con alguna habilidad desconocida para Asuna y traería de vuelta su espada.

— Kirito...

No hubo respuesta a su petición. Miró hacia el techo de la cueva apenas iluminado por el musgo resplandeciente. En algún lugar, en esa dirección del segundo nivel de la mazmorra se encontraba Kirito. Podría estar a solo unos metros de ella en ese instante.

Asuna tomó aire, preparándose para gritar el nombre de su compañero con todas sus fuerzas.

Pero cuando apretó sus labios para formar “Ki...” empezaron a temblar.

Quería llamarlo. Quería gritar su nombre una y otra vez, sollozando como un niño.
Quería aferrarse a la posibilidad de que su compañero aparecería de la nada y resolvería sus problemas como por arte de magia.

Pero estaba en el fondo de las catacumbas bajo Karluin, en el quinto piso de Aincrad. Hasta el pasado 29 de diciembre, era, literalmente, la primera línea del progreso del jugador. Los monstruos de este lugar eran más poderosos que cualquiera de los que había visto anteriormente y gritar para llamar la atención hacia ella estando desarmada era similar a un acto de suicidio.

Levantó su mano y se tapó la boca, ahogando sus fuertes deseos de gritar y llorar, pero los reprimió, dejando que solo las silenciosas lágrimas salieran de ella. Estaba asustada y sola. En ese momento quería regresar a la ciudad.

Asuna nunca había sentido un miedo como ese estando sola en el laberinto de la torre del primer piso. Abusó de su equipo hasta el punto de romperlo, y si moría, ahí se acababa todo.

Desde entonces, su equipo y estadísticas se habían vuelto más poderosos.

¿Acaso la incapacidad de levantarse por sí sola era una señal de que su corazón se había debilitado? ¿El hecho de conocer a Kirito y luchar junto a él le había hecho perder la fuerza que tenía cuando lo hacia ella sola?

No.

Eso no era cierto. La única razón por la que la antigua Asuna no tenía miedo era porque ya se había rendido. La razón por la que ahora sentía tanto miedo era porque había encontrado un motivo para sobrevivir y seguir con vida.

De hecho, se había propuesto un nuevo objetivo justo hoy: ser tan fuerte como Kirito para pedirle una solicitud de amistad. No era momento para rendirse. Haría uso del conocimiento que él le había ofrecido y regresaría viva. No había otra opción.

Tan pronto como se hizo ese juramento a sí misma, escuchó el eco de la voz de su compañero resonando en su cabeza.

Kirito le había ayudado en una situación similar –justo después de perder su Wind Fleuret en la estafa de mejora. Lo recuperaron usando el botón de “materializar todos los elementos”. Ella aún podía recordar claramente sus palabras.

——Así que buscó un lugar que creyó era seguro, usó el truco de materializar todos los elementos, dejando tiradas todas sus cosas frente a sus pies. ¡El problema es que hay muchos ladrones en esta mazmorra! Todos esos gremlins salieron de su escondite para recoger todo lo que encontraron en el suelo, lo metieron en sus sacos y desaparecieron como si nada. Él tardó alrededor de cinco horas en matar a todos los gremlins y recuperar sus cosas... Te lo digo de todo corazón”.

Los gremlins de la historia de Kirito hacían referencia al shrewman. Lo relató como si se tratara de una historia que le había contado otro jugador, pero ella pensó que debía tratarse de un suceso que Kirito vivió en carne propia. Los mobs ladrones tenían la habilidad “Robar” que sobrescribía inmediatamente el derecho de posesión de un objeto una vez que este era robado, por lo que, incluso si presionaba el botón de “materializar todos los elementos” no regresaría. Eso era lo que él había dicho.

Intentar eso de nuevo no serviría de nada. Si quería recuperar a su Chivalric Rapier tendría que derrotar a ese roedor humanoide.

— Bien... lo haré –murmuró con la boca aún cubierta por su mano, luego la descubrió y se frotó los ojos con la parte posterior de su otra mano.

El color rojizo del cursor del monstruo que le había robado la espada era muy débil, lo que significaba que, sus habilidades de lucha estaban muy por debajo de las de Asuna, que estaba en el nivel 17. Si lo atacaba usando una habilidad de espada sería capaz de acabar con él de un solo golpe.
Pero necesitaba un arma para ello.

Asuna abrió su ventana y revisó su inventario. Presionó el botón “clasificar”, rezando para sí misma, y lo organizó para que sólo se le mostrara la categoría “estoques”.

Con un pequeño efecto de sonido, el inventario se redujo hasta que sólo quedó un solo nombre.

“Iron Rapier”, el ultimo que le quedó de todos aquellos que compró en masa a un NPC del primer piso para usarlos sin preocuparse en lo más mínimo por su mantenimiento. Había querido deshacerse de él por mucho tiempo, pero nunca lo hizo.

Presionó el objetó, seleccionó “materializar” y una tosca vaina de madera apareció por encima de su ventana.

La tomó y se puso en pie, colocó su mano derecha en la empuñadura y desenvainó lentamente el estoque.

Esa espada era la más básica dentro de su categoría; la hoja estaba desgastada y la empuñadura era un simple trozo de metal curvo. Pero en esa situación era lo único que podía salvar su vida.

— Lo siento, no te he cuidado como merecías. Por favor... ayúdame –le susurró a su estoque mientras lo volvía a envainar y lo colgaba en el lado izquierdo de su cintura. Luego, cambió su capa con capucha por otra plateada que estaba guardando. Después de eso, se equipó con las recompensas que obtuvo en el Castillo Yofel.

De sus orejas colgaban los “Earring of Ripples[7] ”, en forma de pequeños caracoles y que mejoraban las capacidades auditivas. En sus piernas llevaba unas botas a media altura por donde sobresalían unos largos calcetines llamados “Prancing Knots”, que le proporcionaban un pequeño bono en potencia de salto y que además amortiguaban el sonido de sus pasos.

Equipada con lo mejor que tenía disponible, Asuna miró en dirección a lugar donde el ladrón se había escapado.

[7] Pendientes Ondulantes

Quería ir tras él, pero también era cierto que si se movía las probabilidades de encontrarse con otros monstruos aumentarían. Casi era un milagro que durante su persecución no se hubiera encontrado con ningún otro enemigo.

Por el otro lado, si se quedaba allí, no volvería a aparecer. Tenía que existir alguna forma de aprovechar los hábitos de los mobs saqueadores para atraer su atención.

Asuna inspeccionó su mapa y revisó cuidadosamente sus alrededores. Se encontraba en la parte sur del tercer nivel de la mazmorra, con apenas un pasillo recto marcado desde el punto por donde había caído por la trampilla. El camino se ensanchó en el lugar donde tropezó y parecía bifurcarse justo en frente de ella.

Desconocía cuál de los dos pasillos había tomado la criatura.
Luego cerró la ventana, alcanzó su bolsa de cintura y sacó el colgante plateado, la causa original de todo este embrollo. No sabía que beneficios podría otorgarle, pero ahora le serviría para hacer de carnada.

— Cuando el roedor humanoide robó mi estoque, esto estaba aproximadamente a dos metros de él.

Tiró el pendiente en un charco asqueroso, mientras la luz plateada oscilaba en el agua poco profunda, dio un paso hacia atrás, luego otro más y así sucesivamente hasta alcanzar los dos metros de distancia, que era la distancia mínima para activar una habilidad de espada. Desenvainó su Iron Rapier y esperó a que el ladrón furtivo hiciera acto de presencia, sin embargo...

— No aparece....

Pasó un minuto y el roedor no apareció. O ella estaba demasiado cerca o el señuelo no tenía suficiente valor. Pero de la forma en que Kirito dijo lo de “materializar todos los elementos” durante la prueba beta, y que los ladrones aparecían de todos los lados para recoger todos los objetos que se encontraban en el suelo, el factor de la distancia y el valor no parecía tener influenciar en ello.

¿Qué diferencia había en ellos en ese entonces y ahora?

Meditó, luego dirigió su mirada hacia el estoque que sostenía en su mano. Luego de que Kirito presionara el botón en su inventario, se debería haber quedado desarmado. Así que tal vez se trataba de si estabas preparado para luchar o no.

Envainó de nuevo su estoque en la funda colocada al lado izquierdo de su cintura.
Al cabo de unos segundos, su capacidad auditiva mejorada detectó el sonido de unos pasos acercándose.

— ¡¡Ahí está!!

Con los nervios a flor de piel, se preparó para desenvainar la espada en cualquier momento. Tal vez esa criatura no era la que le había robado su Chivalric Rapier, así que solo le quedaba confiar en su suerte para que lo fuera.

Pero en el instante en que se acercó a una distancia de unos treinta metros, sus pasos se detuvieron. Era como si la criatura hubiese percibido la mirada asesina de Asuna.

De hecho... ¿Eso podría ser verdad? No había forma de sentir físicamente una mirada en la piel en el mundo real, pero este lugar era distinto. El sistema sabía lo que Asuna miraba ya que en primer lugar era el dispositivo el que enviaba las imágenes al cerebro. Así que era posible alertar al monstruo de que ella lo estaba mirando.

— Esta bien, en ese caso...

Se enderezó y se dio la vuelta lentamente sobre sí misma. Ahora dependía únicamente de su audición. Se colocó las manos frente a los oídos para captar la mayor cantidad de sonidos posibles. Enfocando sus nervios en cada uno de los pasos de la criatura.

“Plep, plep, plep”

En cuanto sus ojos apartaron la vista, el dueño de los pasos se volvió a mover.
Se movía de forma irregular: se paraba y volvía a reanudar la marcha. De repente escuchó como salpicaba ligeramente el agua.

— ¡¡¡...!!!

Asuna se giró y desenvainó su estoque.

A dos metros de distancia, el roedor humanoide ya había tomado el colgante del agua y estaba a punto de desaparecer.

La habilidad de espada con mayor rango de alcance que Asuna conocía era “Shooting Star”, pero la secuencia para iniciarla era compleja y el movimiento tardaba en activarse. En esta ocasión iba a usar una habilidad básica, de menor alcance pero con una descarga más rápida.

Con un movimiento que había realizado tantas veces que ya le salía solo, Asuna volvió a desenvainar su estoque. Un destello plateado brilló en la punta, para luego envolver toda la hoja. A medida que el sistema de asistencia se iba encargando del movimiento, su cuerpo fue empujado hacia delante mientras ella se impulsaba con fuerza desde el suelo.

“¡Sha-keeen!” –la habilidad de empuje inferior de una parte, “Oblique”, rompió la oscuridad de la cueva. Mientras el resto del mundo parecía moverse en cámara lenta, vio como el brillante extremo de su estoque se acercaba a la espalda del monstruo que estaba huyendo, hacía contacto y perforaba levemente su piel.

Eso fue suficiente para hacer que su barra de HP desapareciera. Con un pequeño y patético estallido, acompañado por un breve chirrido, la silueta humanoide estalló en mil pedazos.

Mientras aterrizaba en el suelo y se volvía a levantar, un mensaje se le apareció indicándole los puntos de experiencia recibidos, los col y los objetos obtenidos. La experiencia y el dinero no eran gran cosa, sin embargo los objetos parecían más interesantes: una cola de musaraña, setas globo y el colgante misterioso que ella le había lanzado. Nada más.

— Huh...

No pudo detener ese suspiro de lamento, pero tampoco se podía rendir ahora.
Desconocía cuantos Sly Shrewmen de ese tipo habitaban esa área en ese instante, pero si los seguía cazando usando el mismo modo, tarde o temprano acabaría recuperando su estoque.

Asuna se estiró, recuperó el colgante de su inventario y lo volvió a lanzar de nuevo al charco, luego guardó su espada y se dio la vuelta.

Durante los siguientes quince minutos, Asuna atrajo a 3 Shrewmen más y venció a cada uno de ellos de un solo golpe. Pero los únicos objetos que dejaban, eran más colas y setas, sin rastro alguno de su Chivalric Rapier. El tercero también dejó una bola de papel con lo cual aumentó aún más su decepción.

— Hrrgh... –gruñó Asuna, rechinando sus dientes mientras materializaba la bola de papel. Quería lanzarla como si fuese una pelota de béisbol, pero de repente, su brazo se detuvo.

— ¿Rrrr...rgh?

Asuna paró y sujetó el papel en frente de su rostro, parecía como si algo estuviese escrito en él. Cuidadosamente desenvolvió la bola de papel, asegurándose de no rasgarlo.

Era un trozo de papel común y corriente, de unos 18 x 28 centímetros. Al parecer sí que había unas líneas de texto escritas en él, pero la cueva estaba demasiado oscura como para leerlas. Incluso con la luz que emanaba del musgo brillante no era suficiente. Estaba a punto de arrugar el papel de nuevo y lanzarlo cual pelota a causa de su frustración, cuando recordó que Kirito nunca se rendiría en una
situación como esa. Se puso un puño en la boca para calmar su creciente irritación.

Al final, su estado de ánimo regresó a la normalidad y exhaló un largo suspiro.
De repente, y para sorpresa suya, una cálida luz apareció cerca de su mano.
Giró su mano y vio que la piedra insertada en la parte superior del anillo de su mano emitía una débil pero firme luz. Entonces la voz de Kirito volvió a su cabeza:

“¿Por qué no te equipas con ese anillo? Te podría resultar útil.”

Era el “efecto lámpara” del anillo. Cuando se respiraba en él, este brillaba un poco. Kirito tenía razón, era práctico.

Le dio las gracias en silencio a su compañero ausente por cederle ese anillo, luego lo acercó al trozo de papel que sostenía con su otra mano. Esta vez se leía claramente la inscripción:

“29, 22:00, 3NS (181. 203) “

— ¿Qué significa esto? –se preguntó. Si se tratara de una misión, el registro de esta se habría actualizado en el momento en el que leyera la inscripción. Pero no había ningún indicador. ¿Así que sólo era un trozo de papel en el que algún un jugador escribió y luego lo tiró para que, al final, una de esas criaturas lo recogiera y se adueñara de él?

“22:00” parecía una hora, las diez de la noche. Lo que significaba que 29 era una fecha y 3NS hacía referencia al tercer nivel subterráneo de la mazmorra. Pero los números entre paréntesis seguían siendo un misterio. Mientras seguía desconcertada, la luz del anillo se desvaneció, por lo que volvió a respirar en él y lo acercó en el papel. En ese instante se dio cuenta de que no era un punto separando
los dos números misteriosos, sino que era una coma.

Una pequeña chispa iluminó sus ideas y Asuna murmuró:

— ¿Acaso estos números son unas coordenadas?

Abrió su ventana y seleccionó el mapa del tercer nivel subterráneo de la mazmorra. Cuando hizo clic sobre el icono que representaba su posición en el mapa, prácticamente vacío, vio una nota con su nombre y las coordenadas de su posición representadas por los números: 181, 235

Las coordenadas en SAO se expresaban en metros, con el punto cero en la esquina superior izquierda, lo que significaba que Asuna se encontraba en ese momento a 181 metros a la derecha (en el este) de la esquina superior izquierda (en el noroeste) de la mazmorra y a 235 metros de profundidad (en el sur).

Basándose en el tamaño del mapa, parecía como si la mazmorra se hiciera 300 metros a un lado, por lo que su posición estaba en algún lugar cercano al centro del nivel, pese a estar en el cuadrante inferior derecho. El valor de “X” en las coordenadas del papel era exactamente el mismo, así que llegaría al lugar viajando unos treinta metros desde el lugar donde se encontraba.

Toda esa información se juntó en su mente, lamentablemente, ninguna de ella respondía al mensaje oculto tras la nota y la razón de por qué estaba en manos de un mob saqueador.

Respiró de nuevo en el anillo para recargar la luz y lo acercó a la nota. Cuando revisó los números otra vez, hizo un nuevo descubrimiento. En la coordenada “Y” 203, el numero 2 parecía más o menos bien escrito en comparación a los otros.

Debía tratarse de la corrección de un fallo, aunque también se parecía un poco a un 3. Escribir en un pergamino con una pluma en SAO era un poco difícil, por lo que era común que los jugadores con poca experiencia o con falta de práctica cometieran errores en ello.

— Así que fue un jugador quien escribió la nota... Cometió un error, y al intentar corregirlo falló de nuevo, por lo que hizo una bola de papel y la tiró... ¿Y finalmente un mob ladrón la recogió del suelo?

Su compañero no se encontraba allí para responder a su pregunta, pero ella estaba completamente segura de que tenía la razón.

La siguiente pregunta era el significado tras esas coordenadas.

Si quien la escribió trató de corregir un error, quedó insatisfecho con el resultado y usó otro pergamino, significaba que esa nota no tenía ningún valor aparente. Y dado que mencionaba una fecha, era altamente probable que la nota indicase un espacio y un tiempo para una reunión.
Pero seguía teniendo dudas.

¿Por qué la necesidad de escribirlo en un trozo de papel? Para eso estaban los mensajes instantáneos. Cualquier error podía ser corregido inmediatamente con la tecla de retroceso y el botón de enviar lo mandaría en un momento. ¿Por qué no usar ese método? ¿Acaso era una carta de amor? De ninguna manera, estaba escrita de forma vulgar e insensible.

Asuna miró al reloj de su ventana, eran las 21:45 horas del día 29.

— Quince minutos para solo moverme treinta metros... –se justificó a si misma mientras agregaba el trozo de papel en su inventario.

Asuna se dirigió hacia el norte por el pasillo con su mapa abierto, y la decisión de posponer temporalmente su plan para eliminar a los mob saqueadores.

Atravesó unos veinticinco metros sin encontrarse a ningún monstruo y empezó a escuchar el tenue sonido del agua fluyendo. Echó un vistazo y vio que más adelante había una pequeña cueva. Una estalagmita redondeada se levantaba en forma de banco y el agua emanaba de la pared situada al este, formando una pequeña fuente.

De repente se notó sedienta y con el impulso de tomar inmediatamente esa agua para calmar su sed, pero se contuvo y se mantuvo firme.

Sus coordenadas actuales eran 138, 230. No había duda alguna que la pequeña habitación era la localización que indicaba la nota misteriosa. Miró a su alrededor y encontró un hueco en una pared cercana que le serviría para espiar, por lo que se metió en él.

“Si una parejita de enamorados termina por aparecer aquí, eso me convertirá inmediatamente en una perturbada voyeur...” –pensó. Se preguntó brevemente qué demonios estaba haciendo, pero ya no había vuelta atrás. Envainó su Iron Rapier y se pegó con firmeza contra la pared. Si tuviera la capa de invisibilidad de Kizmel con un nivel de ocultamiento de 95%, o por lo menos hubiese practicado un poco más su habilidad “ocultarse”... Pero no había ninguna necesidad de preocuparse por ello ahora. Pasaron diez minutos, dejando apenas tiempo para que llegara la hora del encuentro, que era a las diez en punto.

Cerró su ventana y se puso la capucha de seda en su cabeza mientras escuchaba con atención.

Un minuto después empezó a escuchar el sonido de unos pasos acercándose.

No eran el ruido que hacían los Sly Shrewman al caminar, sino el crujir de unas botas duras al pisar el suelo de piedra. Probablemente se trataba de un jugador.

Tal y como esperaba, los pasos se detuvieron en la pequeña cueva húmeda.
Asuna espero un momento, luego asomó su cabeza a través del hueco para observar la sala que se encontraba a cuatro metros y medio de su posición.

El visitante no llevaba ninguna luz, así que la poca iluminación que había allí venía del musgo luminoso que era más abundante en esa habitación que en los pasillos, por lo que al menos pudo identificar una figura.

Todo lo que podía decir era que era pequeño y delgado. Una capa encapuchada cubría a la figura desde los pies hasta la cabeza, escondiendo todo lo demás.

Tampoco se apreciaba la silueta de ninguna arma, por lo que probablemente se encontraba desarmado o llevaba con él algún arma pequeña, como una daga.

Asuna se esforzó con dificultad para hacer aparecer el color de su cursor, pero lo único que vio fue que este era verde y que su barra de HP estaba llena.

Ya que ese individuo había llegado solo al tercer nivel de la mazmorra, lo más probable es que se tratara de un jugador del grupo de la delantera, pero era incapaz de distinguir su nombre sin agudizar aún más su mirada. Si era algún conocido le podría pedir ayuda para salir de allí... o al menos eso esperaba, hasta que el sonido de más pasos empezó a resonar en su oído.

Unos segundos después, otro jugador apareció en la sala desde el lado norte.

Este también estaba equipado con una capa con capucha, pero parecía como si llevara una espada de una sola mano colgando en el lado izquierdo de su cintura.

El primer jugador hizo un gesto con su mano parecido al que se hace con La Regla de Fleming[8], con el pulgar, el dedo índice y el corazón extendidos, a lo que el otro jugador le respondió de la misma forma. El hecho de que ambos jugadores se comunicaran con un lenguaje de signos mientras usaban largas capas era un poco sospechoso. Por lo menos no eran dos amantes en una cita y ella tampoco estaba dispuesta a llamar su atención y revelar su presencia.


[8]:Es una ley mnemotécnica utilizada en electromagnetismo que determina el movimiento de un

conductor que está inmerso en un campo magnético o el sentido en el que se genera la fuerza dentro de él.

Asuna notó como su corazón empezaba a latir cada vez con más fuerza, y colocó su mano derecha sobre su pecho. Luego tragó saliva, y notó como un escalofrío le recorría el espinazo. El sonido de su garganta resonaba con fuerza en sus oídos y se puso tensa pensando en que podría ser descubierta.
Como era de esperar, las figuras encapuchadas que estaban a 5 metros de ella no escuchaban los latidos de su corazón y aún menos el sonido que hizo al tragar saliva. Se sentaron en el banco de estalagmita que estaba contra la pared, uno frente al otro. El último en llegar fue el primero en hablar.

— Joder, hombre... llegaste temprano. ¿Esperaste mucho?

Su descuidada forma de hablar hizo que Asuna casi cayera al suelo de rodillas.
Se aferró a la pared, escuchando atentamente.

— No mucho, pero venir hasta aquí me ha sentado como una patada en los huevos –dijo el primer jugador. Su aguda voz le resultaba familiar, pero su capucha se la distorsionaba un poco, por lo que no pudo confirmar su sospecha. Lo único seguro era que ambos individuos parecían ser de sexo masculino.

— Hablando de eso... Escribir estas notas a mano realmente fastidioso. Además, odio este jodido bolígrafo. ¿No podemos enviarnos mensajes normales?

— Sabes que no podemos. Si lo hiciéramos el mensaje quedaría registrado en tu historia, ya sabes.

A pesar del suave tono de la conversación, los contenidos de esta eran increíblemente sospechosos. Pero eso respondía al hecho de por qué no acordaron el punto de reunión a través de un mensaje instantáneo, por lo menos.

— Me he tomado un tiempo y he dejado los dos gremios pa’ que las cosas se calmen. Si descubren que he estado enviando mensajes, todo este lío será en vano.

— Bien, bien, ya entiendo.

Basándose en la forma en la que hablaban, el primer individuo parecía poseer un mayor grado de autoridad ya que el segundo individuo habló con una especie de cortesía informal. Pero por alguna razón, Asuna se hizo una idea opuesta sobre ellos. El segundo jugador alzó la voz y murmuró:

— Sólo por si acaso... No te siguieron, ¿o sí?

— Es por eso que vinimos bajo tierra, ¿no es así? Esconderse no funcionaría con los monstruos de tipo astral, por lo que si alguien me siguiera quedaría expuesto.

— Si, buen punto. Bueno, volvamos a los negocios... ¿Cómo ha ido el asunto? – preguntó el segundo individuo, mientras abría su ventana y empezaba a teclear en su teclado holográfico para tomar apuntes.

— Fue bastante bien. Nuestra fuerza principal se va a desatar justo antes del evento de cuenta regresiva organizado para dentro de dos días, intentarán limpiar el laberinto por su propia cuenta.

“¿Cuenta regresiva?” –se preguntó Asuna a sí misma, mientras seguía escuchando. Luego pensó en que en dos días sería el 31 de diciembre, la Víspera de Año Nuevo. Era muy probable que existiera un evento de cuenta atrás.

El problema estaba en lo que dijo después de eso. Limpiar el laberinto significaba derrotar al jefe de piso y en Aincrad sólo había dos gremios capaces de tal hazaña:

los DKB de Lind o los ALS de Kibaou. Lo que significaba que el primer jugador, el de voz aguda, era miembro de uno de los dos.

Pero las actividades y planes de los gremios eran altamente secretos. Si él había bajado hasta allí en secreto para revelarlos a ese extraño, eso lo convertiría en...

— ¡Un espía! –murmuró Asuna en silenció e inmediatamente se mordió el labio.

Lo primero en lo que pensó fue que el primer jugador, el bajito que pertenecía a los DKB o a los ALS, estaba revelando información al jugador que llevaba una espada larga, que era miembro de otro gremio. Pero por la forma en la que hablaba parecía que no pertenecía a ninguno de esos dos.

¿Pero quién podría ser capaz de llegar a tales extremos para obtener información interna de uno de los dos mayores gremios? El tercer grupo en el que pensó fue en el “Bro Squad” de Agil, pero ninguno de sus miembros utilizaba una espada a una sola mano y tampoco tenían ningún motivo para andar espiando. Agil se pasó al mundo de los negocios mercantiles en el cuarto piso una vez que se hubo abierto el quinto piso. Era difícil imaginar que estuviera pensando en superar a hurtadillas
a los DKB y ALS para llegar al sexto piso.

El único grupo que quedaba era “The Legend Braves”, quienes hicieron un enorme progreso en el segundo piso hasta que su estafa fue revelada y se separaron de la fuerza principal. Pero como tuvieron que entregar todo su equipo de alto nivel a modo de compensación por sus actos, lo más probable era que evitaran dolores de cabeza similares. De hecho, ni siquiera fueron ellos quienes
idearon la estafa, sino un extraño y misterioso hombre en un bar que usaba un poncho negro...

— ¡¡¡.........!!!

Asuna tuvo que apretar su mandíbula para contener el jadeo que estuvo a punto de escapársele a causa de su estado de shock.

Las palabras que Kirito le había dicho el día anterior resonaron en su cabeza:

“Podrían haber tres o cuatro... incluso un grupo entero de PK'ers por ahí fuera, en Aincrad.”

¿Podría ser eso cierto? ¿Podría el espadachín, que usaba al jugador encapuchado de voz aguda como espía para obtener información confidencial de los gremios, formar parte del grupo de PK'ers que tanto preocupaba a Kirito?

De ser así, Asuna se encontraba en un peligro aún mayor de lo que se imaginaba.

Ya estaba nerviosa antes, por el hecho de estar escuchando a escondidas una conversación ajena y sentirse mal al ser descubierta. Si se disculpara o mintiera, tal vez pudiera pedirles ayuda para escapar de aquella mazmorra.

Pero si se trataba de PK'ers, asesinos, y su importante reunión en lo profundo de la mazmorra era escuchada por alguien más... ¿Cómo solucionaría la situación? ¿Con amenazas? ¿Tal vez con sobornos? ¿O más bien...?

Todo su cuerpo se quedó helado, petrificado como una roca. Mientras tanto el segundo jugador continuó con un tono de indiferencia:

— Hmm, suena bien, la situación entre “Lin” y “Kiba” se ha relajado un poco en los dos últimos pisos. Tenemos que agitar las cosas y hacer que se enfrenten de nuevo para acabar con este aburrimiento.

— No lo hagas parecer tan fácil. Es un fastidio tener que manipular las reuniones del gremio para que tomen una decisión en concreto.

— Lo sé, lo sé. Pero el jefe nos está entrenando para ello con esa maravillosa “estrategia de conversación”, ¿sabes?

— Es verdad. Creo que finalmente he captado la idea exacta donde no dejo de ser desagradable al hablar tanto.

— Jajajaja. Ya yo desistí de eso.

— Seguro, porque tu forma de hablar supera lo desagradable.

El primer jugador se rió entre dientes y se sentó en la estalagmita con las piernas cruzadas mientras se balanceaba hacia delante y hacia atrás.

— Aun así, no puedo decir lo que el jefe está pensando. Se lo que quiere hacer, pero es jodidamente retorcido....Creo que podría hacerlo de una forma más directa.

— Jajaja, por ahora solo estamos preparando el terreno. No seas impaciente, de lo contrario la diversión de nuestro pequeño espectáculo se desvanecerá enseguida.

— Siii... Lo sé, lo sé. Hay que disfrutar del proceso, ¿verdad?

— Exacto.

Los dos se volvieron a reír entre dientes y Asuna sintió como un sudor frio recorría su espalda.

“Jefe”, esa era la palabra que usaban esos dos para referirse a una especie de líder. Tal vez se tratase del hombre del poncho negro, el mismo que llevó a “The Legend Braves” por mal camino.

Lo que temía Kirito se confirmó. En ese momento, había una pandilla de PK's de, por lo menos, 3 miembros... Y no parecían de los que atacan a la gente directamente. Al contrario, parecían conspirar para confundir, agitar y guiar a los jugadores y gremios a cometer asesinatos.

“¿Pero por qué?”

Esa gran pregunta volvió otra vez a los pensamientos de Asuna.

¿Qué beneficio sacarían de enfrentar a los DKB y a los ALS entre ellos mientras siembran el caos entre los mejores jugadores del juego? ¿Qué provecho podrían obtener que fuera más importante que escapar de este juego mortal?

Si ella tuviera a su “Chivalric Rapier” a mano se saldría de su escondite, apuntando su filo contra ellos, y pidiendo respuestas. Les preguntaría en que estaban pensando.

El impulso que sintió en ese momento hizo que el punto de equilibrio de su avatar se desestabilizara. El balanceo hizo que su pie derecho avanzara unos 5 centímetros. Fue suficiente para que recupera el equilibrio por sí misma, pero la punta de su bota pateó a una pequeña piedra que se encontraba sobre el terreno.

“Tak, takak”

La piedrecilla se deslizó hacia el frente, haciendo que el sonido resonara por toda la cueva. Las risas que llenaban la sala, a solo 4 metros de ella, se detuvieron de golpe. Asuna recuperó su posición inicial, presionando con fuerza su espalda contra la pared.

— ¿Has escuchado algo...? –dijo el jugador de la espada

Y el primer jugador le respondió:

— Hmmm... ¿Podría ser un mob?

— No fue el sonido de un monstruo apareciendo... ¿Cómo es el pasillo por ahí?

— Es un pasillo recto de unos 6 metros que no tiene salida. Si alguien estuviese allí sin duda alguna veríamos su cursor.

— Hmm... Pero en estas cuevas y pasillos naturales hay un montón de grietas y hendiduras. Sería jodido si alguien escuchase nuestra conversación secreta.

“Oh no, van a venir a revisar. Incluso con esta oscuridad ellos se podrían acercar lo suficiente como para detectarme, y no puedo ganar una pelea con este estoque de novato.”

Tenía que pensar. Si lo hacía con agudeza, en el peor de los escenarios posibles, tal vez su cerebro podría imaginar un plan para salir de esa situación.

Un sinfín de pensamientos inundó su cabeza en menos de un segundo, como chispas uniéndose al azar para formar una idea.

Su mano derecha se metió dentro de su bolsa, sacando de ella el pedazo de pergamino con las instrucciones mal escritas. Hizo una bola y la tiró delicadamente a sus pies, no hizo ruido alguno ya que se trataba de un trozo de papel arrugado tirado en el suelo.

Luego se giró e imploró:

— ¡Rápido, rápido! ¡Date prisa!

—...creo que iré a echar un vistazo por ahí –le llegó la voz del jugador que llevaba una espada. Escuchó como se puso de pie. El sonido de unos pasos a través del húmedo suelo de la cueva. Uno, dos, tres pasos. Y entonces——

— ¡Wooah! ¡¿Pero qué mierda?! –exclamó el primer individuo al mismo tiempo que el chillido de un roedor. Un Sly Shrewman reaccionó con el trozo de papel que Asuna tiró al suelo, corriendo a través de la habitación desde el otro pasillo.

— ¡Vete a la mierda! –gritó el jugador, mientras su compañero de la espada se reía.

— Vamos... Mantén cerrada la puerta del otro lado. Por favor.

Se escuchó el sonido de una espada siendo desenvainada seguida por el sonido de una habilidad de espada. La luz azul iluminó la sala y el monstruo chilló por última vez.

— Rata de mierda, mira que asustarme de esa forma... Debió ser el causante del sonido que escuchamos antes.

La espada regresó a su funda y Asuna dejo escapar un largo y silencioso suspiro.

Se agachó y recogió el trozo de papel bajo sus pies. Los dos individuos continuaron con su charla.

— Estos malditos y fastidiosos saqueadores... ¿También estaban durante la prueba beta?

— Si se te caía tu arma, estabas jodido. Lo mejor de eso era que de vez en cuando te soltaban algún buen equipo de otro jugador... ¡y lo que ya sabes! ¡A esto es lo que me refería!

Asuna sintió una desagradable sensación en su garganta mientras el espadachínse regocijaba. Escuchó el sonido de un objeto materializándose y el jugador más pequeño exclamó:

— Joder... ¡No puede ser! ¡Este estoque parece rarísimo!

Una vez que la información completa de la conversación fue develada y llegó a su cerebro unos segundos después, Asuna sintió como se le helaba la sangre.

“No... No puede ser” –suplicó Asuna, pero no existía ninguna otra posibilidad realista. Para empezar el monstruo que Asuna invocó para salir de esa situación era el mismo que le había robado su “Chivalric Rapier”, la espada que habían conseguido esos dos individuos después de acabar con él.

Una vez que hubo aceptado ese duro golpe, Asuna empezó a pensar en lo que sucedería con los derechos de propiedad del objeto y las propiedades para equiparlo. De nuevo le llegó la voz de Kirito a su cabeza repitiendo la lección que aprendió durante la estafa de mejora del piso 2:

“Si alguien recoge tu arma o tú la entregas a otro, la casilla que ocupaba en tu inventario se quedará en blanco. Incluyendo ocasiones como en la que entregaste tu Wind Fleuret al herrero. Pero cuidado, la casilla de equipamiento puede que esté vacía como si no estuvieras usando ningún equipo... pero la información correspondiente al propietario de la “Anneal Blade” no se ha borrado. Los derechos
de posesión están protegidos con más firmeza que un simple derecho de pertenencia. Por ejemplo, si saco de mi inventario un arma que no esté equipando y te la entrego mis derechos de pertenencia desaparecerán en apenas 300 segundos—— el equivalente a 5 minutos. Tan pronto como este sea añadido en el inventario de otra persona, el derecho de pertenencia se transfiere a ese jugador.

Pero el derecho de posesión que se aplica en los objetos equipados es mucho más largo. No se sobrescribirá hasta que hayan pasado unos 3600 segundos aproximadamente o que el propietario legitimo utilice un arma distinta en ese lapso de tiempo.

“O que el propietario legitimo utilice una arma distinta en ese lapso de tiempo”

Esa frase golpeó el cerebro de Asuna como si fuera un martillo. Después de que su Chivalric Rapier fuera robado lo substituyó rápidamente por un Iron Rapier de su inventario. En ese momento ya había perdido el derecho de posesión sobre su Chivalric Rapier.

Existía una probabilidad muy alta de que el monstruo ladrón tuviera la habilidad “Robar”, la cual, eliminaba inmediatamente los derechos de posesión en el momento en el que el objeto le era sustraído a su propietario. Y ahora que el jugador encapuchado lo había eliminado, los derechos de propiedad le pertenecían a él, sin ninguna duda.

Devastada, Asuna se dejó caer contra el muro. Mientras tanto el primero de los dos jugadores encapuchados gritó eufóricamente:

— Ehh, déjame ver eso... Asombroso. ¡Es pesada! Veamos sus propiedades... ¡Joder! ¡¿Me estás jodiendo?! Mira sus valores de ataque. ¡Podría ser como una espada de dos manos!

— Suena cool.

— ¿En serio? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¡Dámela si no estás interesado en ella!

— Esto... Pero tú eres un usuario de daga. ¿Tienes la fuerza suficiente?

— ¡Si tuviera una arma como esa me pasaría a usuario de espada! La espada se llama... “Cilvaric Rapier”... ¡Joder, suena de putísima madre!

— Míralo más de cerca, aquí pone “Chivalric”.

— ¿A quién le importa el nombre de la espada? ¡Wow y ya ha sido mejorada hasta +5!

Asuna luchó desesperadamente contra el impulso de caer y taparse los oídos.
Había caído ingenuamente en una trampa, dejando caer su estoque, el ítem más preciado que poseía. Se lo había robado un monstruo, perdiendo su rastro. Luego otro jugador acabó con él y se adueñó del estoque. Ya ella no tenía los derechos de ese estoque y era consciente de ello.

Pero no podía renunciar a él ahora. Ella no podía. Si esos miembros de la pandilla PK lo usaban, era probable que el Chivalric Rapier pusiera fin a la vida de algún jugador... La vida de una persona. Asuna no podía soportar eso.

Saldría de su escondite y suplicaría para que se lo devolvieran de nuevo. Incluso si eso significaba revelar el hecho de que había estado escuchando acerca de sus secretos y de que ellos la amenazaran con sus armas. Todo esto lo haría para proteger a los demás de los daños que pudieran ocasionar esos dos con su Chivalric Rapier.

Asuna suspiró profundamente, reuniendo hasta la última pizca de valor que poseía. Se asomó un poco a través del agujero para observar de cerca a los dos jugadores que estaban alejados de ella, uno de ellos sostenía su amada espada.

Juntó fuerza en sus piernas, que estaban temblando a causa del miedo y de los nervios, y se preparó para salir al pasillo.

En ese instante, la oscuridad del pasillo al norte de la cueva de la cascada, se ondeó como una superficie acuosa mostrando una nueva figura que vestía de negro.

— ¿Pero qué car...? –balbuceó el individuo más pequeño, el cual sostenía el estoque, mientras su compañero se ponía tenso.

Asuna apenas podía notar lo que estaban haciendo los dos jugadores encapuchados.

El nuevo individuo que entró en escena llevaba un largo abrigo de cuero negro.

Una espada larga con un hermoso diseño colgaba de su espalda. Debajo de su negro flequillo ardían dos ojos más oscuros que la oscuridad que les rodeaba. La mirada que proyectaban sus retinas visuales era tan vivida que Asuna ni siquiera podía parpadear.

— Vaya, vaya, vaya... –dijo el segundo jugador encapuchado, con su hilo de voz lúgubre pero con un tono más frío aún–. Parece que siempre nos encontramos en los lugares más divertidos.

Los hombros del primer hombre encapuchado se tensaron mientras se preparaba para gritar algo, pero el segundo individuo le golpeó en el pecho con la parte trasera de su mano para hacerle callar. Dio un paso hacia adelante para esconder la identidad de su compañero mientras le gruñía al recién llegado:

— ¿Te importa si te pregunto algo? ¿Cuánto hace que estas aquí?

— Acabo de llegar y los escuché hablando –dijo al fin el espadachín vestido de negro. Su voz familiar casi provocó que Asuna se desplomara al suelo, aliviada.

Pero no era el momento de perder la compostura, de ser necesario debía estar preparada para salir de su escondite para ayudar a su compañero.

— Bueno, no nos deberías haber escuchado. Pensé que estábamos llevando la conversación en un tono tranquilo y silencioso para que no se nos escuchara desde el pasillo principal, pero nos habremos descuidado en el momento en el que hemos obtuve este extraño botín... Jajaja

— Acerca de esa arma... Dijiste que era un Chivalric Rapier +5, ¿verdad? ¿Estás seguro de ello?

— Carajo, parece que te has quedado con ese detalle con solo escucharlo una vez ¿Qué tiene de importante eso, colega? –le preguntó el segundo jugador encapuchado, extendiendo sus manos teatralmente, en tono de desafío.

El espadachín negro le respondió fríamente:

— Mi compañera usaba este estoque.

El primer jugador se volvió a poner tenso, pero su compañero lo volvió a silenciar con el dorso de su mano. Parecía como si no quisiera que su compañero dijera nada.

Una vez se hubo asegurado de que su camarada accediera a regañadientes a permanecer en silencio, hizo un gesto teatral de confusión

— Ohh... ¿Así que era eso? Bueno, lo cierto es que se lo quité a un mob saqueador... Creo que tengo una buena coartada, ¿no es así? Hmm... ya veo, quieres que le devuelva el arma a tu amiga, ¿verdad?

— No, no voy a considerar tu coartada, es solo que... no tengo forma de saber si tus palabras son ciertas o no.

El espadachín de cabello oscuro dio un ligero paso hacia al frente, su voz era tranquila, pero a la vez escalofriante:

— De todas formas le podrías haber arrebatado esa espada a mi compañera, matándola través de un duelo PvP, ¿no, Morte?

Una vez que escuchó su nombre, el segundo jugador levantó su mano izquierda y se fue retirando lentamente la capucha, revelando así una cota de malla con el dobladillo rasgado. La sacudió haciendo tintinear las cadenas enhebradas mientras se reía en un tono de voz que no había usado durante toda la conversación anterior.

— Ahaa... acertaste. Veo que estudiaste a fondo. ¿Te refieres al mismo método que utilicé contigo en el tercer piso, Kirito?

Asuna sintió como aumentaba progresivamente la tensión en la cueva justo después de que ambos muchachos se hubiesen llamado por su nombre. Ninguno de ellos había mostrado sus armas, pero prácticamente podía ver como se lanzaban cuchillos mutuamente con la mirada.

“Morte”

El individuo con la cota de malla era el mismo asesino de duelos que había retado a Kirito a un duelo de “modo acabado medio” en el tercer piso y que justo antes de reducir sus puntos vitales a la mitad para finalizar el duelo, quiso darle un golpe lo suficientemente cítrico como para acabar con su vida.

Los espadachines, uno en un abrigo negro y el otro usando una capa del mismo color, se miraron en silencio. Incluso el ruidoso y charlatán usuario de daga se volteó, concentrado en contener su lengua durante esa escena.

Asuna seguía siendo compañera de Kirito, por lo que junto a su barra de HP él vería que la de su compañera mantenía el 90% de sus puntos vitales. Con lo cual haberle dicho que había conseguido esa espada a través de un duelo mortal no era más que una vil mentira. Aun así, la enorme presión que emanaba por todo su cuerpo le hacía parecer que iba totalmente en serio. Por su parte, Morte dominaba su propia aura asesina sin retroceder ni un solo paso.

Ella estaba totalmente convencida de que si alguno de ellos desenfundaba su arma, en vez de un duelo tendría lugar un combate, de esos en donde el que da el primer golpe se convierte en un jugador naranja, incapaz de entrar en la ciudad hasta que su cursor recupere el color verde. Pero ambos ya debían ser conscientes de ello. Cada uno veía al otro como a un enemigo cuya derrota merecía ese alto costo.

Sin embargo:

Por orden de Akihiko Kayaba, creador de Sword Art Online, el mundo dentro del juego no era normal. Era un cruel y frío juego mortal, donde la pérdida de todo tu HP significaba la muerte real del jugador. Cometer “PK'ing” ya no era simplemente PK'ing, sino que era un asesinato real.

No podía dejar que las manos de Kirito se mancharan con sangre por algo que había empezado con un error suyo. Debía poner fin a la situación antes de que la batalla diera comienzo.

Probablemente solo existía una solución: recuperar a su Chivalric Rapier del primer jugador encapuchado por medios distintos a una batalla. Por lo menos eso eliminaría la posibilidad de que Kirito atacara a Morte y como ya conocían el asombroso poder de su estoque, dudarían en comenzar un combate de dos contra dos.

El primer jugador le estaba dando la espalda a ella, ignorando su presencia. Si esto fuera el mundo real, solo tendría que acercarse sigilosamente hacia él y arrebatarle el estoque de sus manos, pero en este mundo no estaba claro que el hecho de robar un objeto a la fuerza funcionara. Además, liberándola de los dedos del primer jugador no se suprimía el derecho de pertenencia que ahora poseía Morte.

Sí... El castillo flotante Aincrad estaba gobernado por las leyes absolutas del juego, leyes que no existen en el mundo real. Por eso la mejor herramienta para sobrevivir dentro de este mundo, era entender el sistema y utilizarlo de forma que te fuera favorable.

¿Qué podía hacer ella para asegurarse de recuperar definitivamente a su Chivalric Rapier?

Necesitaba poseer físicamente el objeto y después reajustar los derechos de pertenencia. No existía ninguna otra forma, pero para lograrlo necesitaba estar en posesión del artículo por unos 300 segundos. Era bastante tiempo, y no bastaba con solo robar el objeto de las manos del primer jugador.

Mientras tanto, el ojo y oído derecho de Asuna se dieron cuenta de dos fenómenos respectivamente:

Su ojo observó como la mano izquierda del primer jugador buscaba un arma en el lado derecho de su cintura.

Su oído escucho el chasquido producido por la aparición de un monstruo hacia el sur del pasillo. La dirección del lugar donde ella cayó por primera vez.

Esos dos factores combinados entre si la llevaron a confeccionar una sola estrategia. No estaba segura de sí funcionaría y además sería peligrosa, pero no tenía ninguna otra idea mejor en ese instante.

Kirito y Morte se miraban silenciosamente, pensando en cómo podría reaccionar el otro. Pero el primer jugador, al ser más impaciente, sería el primero en atacar y entonces el combate ya no se podría detener. Si ella iba a intervenir, debía hacerlo en ese mismo instante.

Asuna llenó sus pulmones con un soplo de aire fresco y se puso tensa.

El primer jugador echó su capa a un lado con su mano izquierda, mostrando una daga.

En ese mismo momento, Asuna volvió a lanzar una bola de papel con su mano e instantáneamente el sonido de unos pequeños pasos se empezó a aproximar desde el sur.

Con la intención de dejar libre su mano derecha, el primer jugador intentó pasar el estoque hacia su mano izquierda. Justo en el momento en el que la vaina estaba a punto de pasar de mano en mano, Asuna salió su escondite, desenvainó a su Iron Rapier y agotó todo el aire que le quedaba en los pulmones, convirtiéndolo en un grito ensordecedor.


— ¡Aaaaaaaaaah!

El grito fue tan intenso que hizo saltar un poco de polvo de las paredes. Tanto Morte como el jugador no identificado saltaron por la sorpresa.

El Chivalric Rapier se resbaló de las manos del hombre encapuchado y cayó al suelo.

Apenas pasó un segundo y ni Asuna, ni Morte, ni el jugador encapuchado tuvieron tiempo para abalanzarse sobre el arma, ya que un oportunista “Sly Shrewman” se les adelantó. En el momento en el que el roedor se estaba a punto de dar la vuelta y huir, Asuna lo atacó con un “Oblique”, su habilidad de espada más veloz.

El cuerpo del monstruo estalló en un montón de pedazos azules y la espada que llevaba con el desapareció. Retrocedió tanto como pudo y abrió su “ventana de equipos”. En la casilla del arma principal intercambió su Iron Rapier por el arma que el monstruo acababa de dropear. El estoque que sujetaba con su mano derecha desapareció con un haz de luz al mismo tiempo que un peso tranquilizador se formaba al lado izquierdo de su cintura.

Solo habían pasado unos 3 segundos desde el momento en el que salió de su escondite.

Al mismo tiempo en el que aterrizó, Asuna desenvainó a su Chivalric Rapier +5, que era más pesado que el Iron Rapier, pero la empuñadura que cubría su mano parecía absorber bien el peso. Ahora que el arma estaba en su posesión, tanto física como dentro del sistema, la sostuvo firmemente en frente suyo.

La situación continuaba siendo peligrosa, pero por un instante pudo ver el rostro de su compañero entre los dos hombres encapuchados. Kirito también se mostraba un poco sorprendido, pero rápidamente recupero la calma, le sonrió y asintió.

El primero en hablar fue el individuo encapuchado que había llegado antes, quien seguía sin entender lo que acababa de pasar.

— ¿Pero qué car...? ¿D-de dónde ha salido esto?

Fue un grito agudo, pero Morte extendió su mano izquierda para cubrir la boca de su compañero, el rostro del cual se asomó un poco por la capucha mientras se daba la vuelta.

Asuna se aseguró de clavar su mirada hacia el rostro del “PK'er” ya que era la primera vez que lo veía. No pudo ver mucho a través de la cota de malla que cubría su cabeza a causa de la tenue luz que desprendía el musgo, pero pudo distinguir algunos rasgos faciales. Tenía un mentón puntiagudo y unos labios finos, echados a un lado en una fiera expresión. Grabó su apariencia como la de un joker de un juego de cartas en su retina.

Sus labios relucieron y se curvaron formando una mueca de desprecio, fría como el hielo.

— Jajaja, asustado por una pequeña mierdecilla. Primero fue Blackie y ahora tú.

Parece que a los dos les gusta aparecer de la nada... Dime, ¿cuánto tiempo hacía que estabas escondida allí?

Quería gritarle que lo había oído todo, pero se lo pensó mejor al ver a Kirito sacudiendo su cabeza por encima del hombro de Morte.

— ¿Qué te pasa? ¿El gato te comió la lengua? Durante esos tres segundos me has pegado el susto de mi vida. Creo que me la debes –dijo Morte, más sarcástico que nunca.

El otro jugador apartó su mano del campo visual de Morte y la movió hacia la daga en su cintura, buscando la reluciente empuñadura, mientras gruñía en un tono de voz áspero como el metal oxidado:

— En este momento estoy demasiado enojado. ¿Crees que es momento para estar de pie y charlar con tanta calma? Debemos actuar bajo la suposición de que lo escucharon todo.

Morte se encogió de hombros, indignado:

— La impaciencia no te va a llevar a ningún lado, ¿sabes? Además, ya has visto los “stats” de ese estoque, ¿no? Asumiendo que yo me encargara de Blackie por aquí ¿Crees que serías capaz de arreglártelas tu solo con ella?

— ¡No me insultes! Puedo defenderme perfectamente en un duelo PvP contra una novata como ella –escupió el primer jugador.

Asuna se dio cuenta de que su respiración se había disparado, pero eso duró hasta que escuchó la siguiente frase del individuo.

— Además, no puedo regresar a casa después de que me hayan arrebatado esta espada tan brutal solo por un estúpido golpe de suerte.

“¡¿Desde cuándo te pertenece este estoque?! ¡Lo llamaste ‘Cilvaric’!” –pensó furiosa sin dudar.

Tal vez gritar de la forma en la que lo hizo no era la más ortodoxa para ejecutar una táctica, pero no se trataba de forma alguna de un golpe de suerte. Asuna escogió ese preciso momento después de estudiar la situación a través de la lógica.

Estaba convencida que quien había escrito y rechazado la nota que la llevó a ese lugar fue ese mismo individuo. Fracasar en el acto de escribir un número tenía que ser obra de alguien con un trastorno de disconformidad en el sistema de inmersión total del juego, o por lo menos parecía como si tuviera problemas al realizar movimientos delicados con los dedos en el sistema de inmersión total, en resumen: era torpe. Si ella lo atusaba justo en el momento en el que pasaba el arma de una mano a la otra, lo más seguro era que la dejara caer al suelo. Ese fue el razonamiento que siguió para gritar de ese modo.

Lo hizo con la intención de que el roedor saqueador la recogiera del suelo para luego poder matarlo y asegurarse que el estoque regresaba de nuevo a su poder.

Nunca más lo volvería a dejar ir, sería capaz de enfrentarse a otros jugadores para proteger su preciada arma.

Asuna dirigió la punta de su estoque hacia el frente, haciendo muestra de esa voluntad.

El primer jugador encapuchado chasqueó su lengua y apretó la empuñadura de la daga.

Pero en ese momento, la situación dio un giro inesperado.

Detrás de ellos, Kirito se dio la vuelta y corrió por el flanco izquierdo de Morte, dirigiéndose hacia Asuna.

— ¡¿...?!

Mientras Asuna se inclinaba hacia atrás, sorprendida, él la agarró por su coraza y saltaron hacia el hueco donde Asuna se había estado escondiendo. Kirito la presionó contra la pared y la cubrió con su abrigo mientras activaba su habilidad de ocultarse.

Obviamente, eso no iba a servir para ocultarlos.

Instantes después, Asuna supo el por qué de todo eso. Desde la parte norte del pasillo se empezaron a escuchar ruidos metálicos, señal de que un grupo de monstruos se estaba acercando. Pero ¿por qué tan de repente?

La respuesta vino de golpe a su cabeza.

Por supuesto, sería extraño si no sucediera eso en una mazmorra después de gritar de esa forma.

Ya no podía ver más a los jugadores encapuchados, pero escuchó al primero de ellos susurrar:

— ¡Mierda! ¡Han atraído una horda de monstruos para realizar un “MPK9” contra nosotros! ¡Malditos hijos de puta!

[9]: Monster Player Kill

— Jajajajaja... No creo que esté oyendo esto de ti –Morte se rió en un tono menos confiado y arrogante que antes.

Asuna escuchó el sonido de sus armas siendo desenvainadas, pero cuando los monstruos se acercaron, le dio a su camarada una orden en un tono tenso y de preocupación:

— No importa... será una mierda tener que luchar contra todos ellos. Debemos retroceder.

— Tsk... Está bien.

— Ups, hay un callejón sin salida por aquí. Tenemos que correr hacia la escalera, así que esfuérzate por mantenerte en pie, hombre.

— Ehh... ¡Espera!

Dos conjuntos de pasos corrieron alejándose, eclipsados eventualmente por el estridente sonido proveniente de la persecución de los monstruos. El ruido se fue calmando poco a poco y al final desapareció.

Silencio.

No, no exactamente. Aun se escuchaba un sonido que palpitaba sin cesar en sus oídos en un tono muy bajo. Era su corazón, su sangre corriendo por ese órgano virtual. O tal vez era su corazón real que, al latir con tanta intensidad, era capaz de escucharlo a través de sus orejas. Mientras lo escuchaba, su pulso se fue calmando poco a poco, alejándola gradualmente de su completo estado de tensión.

Por un instante, notó como su ingenio se desvanecía. Estuvo a punto de volver a dejar caer su estoque, pero nunca más dejaría que eso volviera a suceder. Reunió fuerza en sus dedos y devolvió el estoque dentro de su vaina, en el lugar bajo el abrigo que cubría todo su cuerpo.

En repuesta hacia esa acción, Kirito dejó escapar un largo suspiro y se preparó para ponerse en pie desde su postura encima de Asuna. Ella inconscientemente levantó su mano derecha tirando de su mano izquierda cuando se levantó.

Justo allí, al alcance de sus brazos, estaba la presencia tranquilizadora de su compañero.

Sí... Ahora todo estaba bien, no había nada por lo que temer.

Asuna empezó a temblar con fuerza, azotada por el repentino surgimiento de todas las emociones que habían sido presionadas y escondidas dentro de ella desde el momento en el que se había caído por la trampilla. Sus ojos se empezaron a calentar y notó como algo le subía por la garganta. Su fuerza se desvaneció de sus rodillas haciendo que casi cayera al suelo.

Pero la mano de Kirito se apoyó en su espalda y le dijo a su oído:

— Lo has hecho bien... Me alegro... Ya estás bien.

Esas palabras impregnaron su mente, eliminado cualquier indicio de auto-control.

La exigencia de que ella tenía que ser más fuerte.

El reproche de que ella siempre necesitaba ayuda.

Y el miedo de que, si mostraba alguna debilidad, sería abandonada por los demás.
Todos esos sentimientos fluyeron de golpe e hicieron que ella presionara su cabeza contra el pecho de Kirito. A través de sus temblorosos labios, Asuna sollozó como un niño pequeño:

— Tenía miedo... Estaba muy asustada...

Cerró sus ojos con fuerza y dejó que fueran sus emociones las que hablaran.

— Apareció un fantasma y me caí por un agujero... Luego me perdí, me robaron el estoque y pensé que ya estaba lista para... Pensé que me iba a morir dentro de esta horrible y oscura cueva... Estaba asustada... Muy asustada... Hablo muy en serio.

Su cuerpo temblaba espasmódicamente y se aferró a la camisa de Kirito, con el anhelo espontaneo de mantener contacto con él (aunque solo fuera virtual).

De repente, una agradable y dulce sensación la envolvió.

Kirito le estaba acariciando la parte superior de su cabeza, repitiendo el embarazoso pero sincero movimiento, una y otra vez.

— Todo está bien... Tú estás bien –le susurró en un tono apenas audible. Pero la firme voluntad tras esas palabras fue más sincera que cualquier otra cosa en este mundo.

— Si alguna vez nos volvemos a separar, te encontraré y vendré en tu ayuda.

Eres mi... compañera Asuna.

—...si.

Con un cambio drástico de actitud, Asuna dejó de temblar, pero no se soltó de él, y Kirito tampoco paró de acariciar su cabeza. Mantuvieron un largo y silencioso abrazo en ese pequeño rincón de la mazmorra de la catacumba.

Capitulo 4                                                        Indice                                                           Capitulo 6

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