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progressive 5 capitulo 2

Capitulo 2
Canon of the Golden Rule (I)

A pesar del hecho de que olvidé poner una alarma despertador, mis ojos se abrieron 3 minutos antes de la hora a la que acordamos reunirnos.

En el mundo real, con tan poco tiempo, jamás lo habría logrado; pero aquí, no era necesario lavarte la cara, peinarte el cabello o elegir qué ropa usar. Solo salí rodando de la cama, me coloqué el abrigo sobre mi camiseta, y dejé la habitación.

El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose fue más fuerte de lo esperado, y por un instante, me pregunté si aún me encontraba un poco aturdido por el sueño. Pero no, mi compañera en la habitación contigua había salido a la misma hora.

Asuna y yo compartimos una mirada por unos dos segundos. Parecía que ella también acababa de despertar, y su cerebro aún no estaba funcionando a toda potencia. En el silencio, escuché las placas numéricas de ambas puertas sonar y traquetear mientras revolvían sus rompecabezas.

— Buenas— –comencé a decir, pero Asuna echó su capa a un lado y pasó corriendo por mi lado en dirección a las escaleras.

“¡¿Por qué huyó?!”

Pero la respuesta me vino a la mente de inmediato. Ella iba a llegar al restaurante un segundo antes que yo, por lo que ella podría, engreídamente, acusarme de ser yo el que se quedó dormido.

— ¡E-eso no se vale! –grité, comenzando a correr, pero no pude a alcanzar a Asuna a toda velocidad, dada su estadística de agilidad (aparentemente) más alta. Su larga cabellera brilló con el sol matutino mientras se desvanecía cerca del final del pasillo.

Iba a perder la carrera.

Resignado al mal comportamiento, me separé del suelo y tomé uno, dos, tres pasos a lo largo del muro más cercano, arrastrando los bordes de mis zapatos por la piedra llana. Esta era una habilidad fuera del sistema que yo llamaba Correr por la Pared. Tres pasos era lo mejor que podía hacer sin un bono de equipamiento, pero la gente como Argo la Rata, con la estadística de Agilidad tan extremadamente mejorada, probablemente podrían dar más.

Aun así, fue suficiente para llevarme hasta la esquina del pasillo, por lo que, en mi tercer paso, empujé con fuerza y salté hacia el muro más alejado para doblar la esquina, luego brinqué hacia la barandilla de las escaleras. Aterricé justo detrás de Asuna, quien había bajado la velocidad en el cruce del pasillo que estaba en el rellano de las escaleras. Con un último gran salto, me escabullí por un lado suyo y corrí hacia el vestíbulo del primer piso.


— ¡Oye, eso es trampa! –me gritó desde atrás, pero la competencia atlética era intrínsecamente injusta. La entrada al restaurante estaba pasando la recepción. Bajé mi centro de gravedad para prepararme para los últimos quince metros de la carrera—

— ¡Hi-yah! –hubo un grito perturbador encima de mi hombro, y sentí como estaba siendo jalado hacia atrás. Mis suelas perdieron su agarre y se deslizaron a lo largo del piso pulido. Asuna había agarrado el borde de mi abrigo.

— ¡Oye…falta! ¡Eso es falta! –me quejé mientras caía sobre mi trasero, pero no hubo pitazo del árbitro.

Justo al lado de mi cara, la escuché decir: ‘¡Tarde!’ mientras sus blancas botas de cuero me pasaban a toda velocidad.

Sí—no había reglas o árbitros en esta batalla. Sólo nuestras buenas conciencias limitaban lo que haríamos. Y yo era el tipo de persona que estaba más alejada del concepto de ‘buena conciencia’: además del hecho de ser un jovencito y un antiguo beta-tester.

Me estiré sin decir nada y agarré el tobillo izquierdo de Asuna.

— ¡¿Dafuq?! –la esgrimista exclamó, una extraña abreviación de la palabra inglesa ‘What the fuck?5’, y luego perdió el equilibrio. Un segundo después, ambos rodamos por todo el suelo, la dama NPC detrás del mostrador gritó: ‘Por favor, no se permiten desordenes dentro del edificio’. Si no fuese mi imaginación, su voz parecía más fría de lo normal.

Nos sentamos en la mesa más alejada al fondo del restaurante y ordenamos el los platillos del desayuno y café.

Asuna suspiró:

— Ahhh… Lo último que necesito en la mañana es cansarme…

— B-bueno, la que se antojó de correr primero fuiste tú.

— Sólo estaba marcando mi paso, más nada.

Sabía que ella mentía, pero la comida llegó antes de que pudiese decírselo. El platillo de desayuno variaba dependiendo el pueblo y el local; este tenía dos rollos de mantequilla, ensalada verde, queso, jamón, y huevos, lo cual era una combinación considerablemente ortodoxa.

Asuna cortó limpiamente el cuadrado de queso en dos triángulos y remarcó:

— No tienes que resolver un rompecabezas para comer.


5 N.T: fue una modificación intencional. Lo original era ‘Heywha?’, abreviación de ‘Hey, what are you doing?’
(Oye, ¿qué haces?).


— Oh, ¿lo prefieres de esa forma? Para el almuerzo, conozco un lugar que vende un platillo servido en una caja de acertijos…

— No, gracias –dijo, agarrando el queso duro con sus dedos y dándole un mordisco. Comimos en silencio luego de eso, y no fue hasta que ambos habíamos terminado la mitad de nuestros platillos que Asuna volvió a hablar.

—…Entonces, ¿por qué hay tantos rompecabezas por todo Stachion?

— Oh. Eso se debe a que el tema de este piso está compuesto por ellos –dije, revelando finalmente y con detalle lo que había olvidado decirle la noche anterior. La esgrimista parpadeó con sorpresa.

— Eso quiere decir que… no es sólo el pueblo principal, sino que todo el piso es así, ¿cierto?

— Sip. La mayoría de las mazmorras están llenas de acertijos y trucos. Era un piso que realmente dividía la base del jugador durante la prueba beta, eso te lo puedo asegurar.

— Eh… Eh.

Hubo algo extraño en la mirada de Asuna, pero con el escaso nivel de mi habilidad de Comunicación, no podía saber qué era.

— ¿Qué significa esa expresión….? –le pregunté, colocando jamón dentro de la abertura de mi mini-rebanada de pan duro. Asuna se encogió de hombros.

— Bueno, no es que yo deteste los rompecabezas… Me encantan los juegos de sudoku numéricos como el de la plaza—los rompecabezas, puzles de desarme, y similares. Pero… cuando pienso en el jefe del quinto piso, me preocupo…

— Oh. Buen punto…

Al final, entendí la razón por la que se veía incómoda. El jefe de piso que derrotamos justo ayer—Fuscus the Vacant Colossus—comenzó como un monstruoso golem de tu arquetípico RPG pero resultó ser horrorosamente diferente: una criatura fusionada con la recámara en sí. Luego desplegó un sinfín de trucos y trampas complejos que fueron un enorme dolor de cabeza para todo el grupo de asalto.

— Entonces, si el tema del piso son rompecabezas, ¿significa que el jefe es de la misma forma? –preguntó Asuna.

— Algo así –admití–. El jefe en la prueba beta era algo parecido a un Cubo de Rubik con brazos y piernas. La hilera que atacabas empezaba a girar, y una vez que lograbas alinear todos los lados, su armadura se rompía. Pero como todos se volvían torpes en ello, los colores se desalineaban una y otra vez…

—……


Asuna suspiró profundamente, su tenedor pausó en medio del aire con un vegetal parecido a un pepino en él.

— Eso es exactamente lo mismo por lo que Lind de los DKB y Kibaou de los ALS discutirán – quien será el que tome las decisiones en batalla. ¿No te parece que sea mejor que retemos a este jefe con el mismo grupo de la última vez?

Era astuto, pero tenía que desechar esa idea:

— No, ni de chiste. En este caso, no tenemos más elección que evitar que los ALS se adelanten… pero lo ideal en las batallas contra jefes es usar un equipo de asalto completo e ir con las fuerzas al máximo. Y nunca sabes si haya habido cambios desde la prueba beta.

— De cualquier modo, es probablemente para hacerlo más irritante.

Esta vez tenía que estar de acuerdo. No quería imaginar una configuración más fastidiosa que la del Cubo de Rubik, pero si cada patrón se ha mantenido hasta ahora, era que nada había sido hecho más fácil desde la prueba beta.

Encima de eso, tenía otro problema que resolver con respecto a la batalla del jefe más allá de solo rompecabezas potenciales.

Asuna sintió algo en mi expresión. Masticó un trozo de pepino y sacudió el tenedor como una bandera blanca:

— Hablando de cosas… ¿qué harás con esa cosa que tienes?

— Ni idea –dije. Ella puso una expresión que decía que ya sabía que diría eso.

Esa ‘cosa’ que yo tenía era el Estandarte de Valor, un ítem ultra-raro que dropeó el jefe del quinto piso – conocido de otra forma como el estandarte gremial.

Si lo registraba bajo el nombre de tu gremio y lo plantabas en el piso cualquier miembro del gremio en un radio de quince metros disfrutará de cuatro tipos de mejoras de estadísticas diferentes. La razón por la que los ALS de Kibaou intentaron infiltrarse en una batalla contra el jefe de primeros era porque temían que los DKB se hicieran con el estandarte y el enorme bono que este otorgaba.

Pero el improvisado grupo de asalto que Asuna y yo habíamos juntado derrotó al jefe del quinto piso antes, y el estandarte en cuestión quedó en mis manos. Lind probablemente no conocía de la existencia de dicho objeto, por lo que iba a establecer una reunión con los miembros principales de los DKB luego de ese día para explicarlo todo. Comprendiendo el orgullo de ese hombre, no había forma de decir cómo reaccionaría.

Cuando Kibaou entró a toda prisa en la recámara del jefe justo después que derrotáramos a Fuscus, le di las condiciones a ser cumplidas antes de yo entregar el estandarte.


Uno: me quedaría con el estandarte hasta que otro igual aparezca, en ese momento, lo entregaré para que los ALS y los DKB tengan uno cada uno.

O dos: si los ALS y DKB se unen, lo entregaría inmediatamente.

Cualquiera de las dos sería satisfactoria para mí, pero sabía que ninguna era un resultado realista. Se trataba de un objeto tan contundente que los jugadores lo llamaban ‘roto6’, por lo que no habría múltiples copias de ese tipo de objeto siendo dropeados a diestra y siniestra – en la prueba beta, solo el del quinto piso fue el que apareció.   Y   los   DKB   y   ALS,   quienes   mantenían   ideologías   opuestas, ¿fusionándose? Eso era como pedirle peras a un manzano.

—…Si le entregamos el estandarte alguno de los dos gremios, el balance que hemos mantenido hasta ahora será destruido. Acabará completamente con cualquier oportunidad de paz entre ambos lados y, en el peor de los casos, arrasaría con la mitad del poder del grupo de la delantera –murmuré, mirando la cosa verde que parecía perejil en mi plato. Sentí a Asuna asintiendo. Luego levanté esa cosa frondosa y la torcí con mis dedos–. Pero también es tan poderosa que sería una pena dejarla pudrirse en mi inventario… Actualmente, difícilmente tenemos medios para añadir buff7 de combate, y esto, con solo clavarlo en el suelo, mejorará cuatro tipos diferentes…

— ¿Cuáles son los buff exactamente?

— Incrementa la potencia de ataque, el poder defensivo, enfriamientos recortados, e incrementa la resistencia a todos los debuffs8.

— Vaya…

Su voz quedó en silencio por el asombro. Asuna aún era nueva ante los conceptos generales de los  RPG, pero aun así podía reconocer los enormes beneficios que representaba esta combinación de efectos.

— Claro, en términos completamente numéricos, los valores individuales son muy pequeños, pero también puede afectar a cualquier número de jugadores—y por una cantidad ilimitada de tiempo… Y lo más loco de todo es que el estandarte en sí está categorizado como un arma de asta con cierto número de intentos de mejora posibles…

— Oh… ¿C-cuántos?

— Diez.

Una vez más, una mirada de incredulidad cruzó el rostro de Asuna:


6 N.T: para aquellos que no conozcan esto. En términos gamer, se refiere a algo demasiado poderoso, o mal equilibrado.
7 N.T: Recordemos que esto es para referirse a efectos positivos.
8 N.T: Recordemos que esto es para referirse a efectos negativos.


— Y…supongo…que no es para incrementar su poder como arma, sino…

— Eso también debería afectar el porcentaje de efectos positivos. Me da hasta miedo imaginar cómo sería si lo mejoras exitosamente las diez veces.

— Hmmm –la esgrimista gruñó de forma poco usual. Apuntó su cuchillo y tenedor hacia mi dirección–. ¿Y qué opinas de esta idea?

— ¿Qué cosa?

— ¿Por qué no fundas un gremio, registras el estandarte, y absorbes a los DKB y a los ALS?

Un sonido que si era posible transcribirlo sería deletreado algo así como blrmpph salió disparado de mi boca. Por suerte, evité escupir el perejil medio masticado en el rostro de Asuna, pero algo pareció bastante raro en el simulador de sabor del juego—mi boca se sintió extrañamente texturizada. Tomé un sorbo de café para reiniciarlo, inhalé y exhalé varias veces, y luego me expresé de una forma más racional esta vez.

— Ni loco. Jamás. Primero muerto. ¡Cero más cero, menos cero, por cero, entre cero!

—……

La mirada en su rostro decía ‘¿Acaso eres un niño?’. Tomó un delicado sorbo de su café.

— Solo era una sugerencia. Sé que lo detestas, y tampoco es que quiera ser la sublíder de algún gremio. La versión más práctica de la idea sería preguntarle a Agil… pero incluso eso parece improbable…

Ella quedó en silencio, pensando profundamente. Consideré preguntar si ella estaría totalmente de acuerdo en ser mi vice-capitana en un gremio hipotético, pero no estaba seguro si era buena idea mencionarlo. Decidí encerrar eso en el lugar más recóndito de mi inventario mental, por ahora.

—…Bueno, Agil ya lidera un gremio por su cuenta… pero si le hiciéramos expandir a los Bro Squad y formar una organización más grande, siento que obligaría a todo el mundo a usar armas a dos manos…

— Ja, ja, ja, ja. De ninguna manera –rió Asuna, sólo para detenerse de repente. Ella debió imaginarse como miembro del Bro Squad, blandiendo un enorme martillo de guerra. Luego sacudió la cabeza–. E-en fin, debemos pensar en una forma de usar, de manera efectiva, ese estandarte de gremio. Esperemos que Lind tenga algunas ideas constructivas en mente…

— Sí, sin bromas…

En eso, el reloj marcó las diez. Nuestra reunión con los DKB era a las doce y media, y se llevaría a cabo en alguna parte de Stachion. Por lo que, factorizando el tiempo de viaje, eso nos dejaba con unas dos horas para pasar el rato. Lancé el último trozo de pan en mi boca, murmuré un ‘gracias por la comida’, y le sugerí algo a mi compañera.

— Eh, para completar la mañana, ¿por qué no vamos a Stachion, aceptamos todas las misiones que podamos, y completamos una o dos de las más fáciles? ¿O qué me dices de un duelo de práctica, como ese del que hablamos ayer? ¿Qué prefieres?

— Hmm –murmuró Asuna, pero su respuesta llegó de inmediato–. La práctica. No quiero retrasarme y luego lamentarme.

— Oh…b-bien –dije, sorprendido por su elección–. En ese caso, encontremos un lugar donde podamos estar solos. Si la gente escucha o espía nuestra práctica, sólo dará el efecto no deseado.

— Me parece bien… pero ¿tienes algún lugar en mente?

— Algo así –sonreí, dando un salto.

A diferencia de la noche anterior, la plaza de teletransporte estaba abarrotada de jugadores. Más de uno tenía papel pergamino y pluma en mano, mirando las baldosas enumeradas. Aún no estaba claro si esos iban a ser la nueva generación de sudokeros, pero les desee buena suerte en silencio y salté a través del portal que brillaba de azul en el centro de la plaza.

Nuestro destino era Zumfut, el pueblo principal del tercer piso. Pero el pueblo en sí no era lo que yo buscaba. Avanzamos más allá de los tres baobabs gigantes en el mapa y salimos del camino. Una vez que me aseguré que no había jugadores siguiéndonos, corrimos hacia el suroeste, en lo profundo del bosque.

Los monstruos nos atacaban de cuando en cuando, pero a estas alturas, Asuna y yo éramos tan fuertes que una mendiga emboscada de pequeños treants o arañas gigantes en el Bosque de Nieblas Ondulantes necesitó no más de dos habilidades de espada para acabarlos. Los ignoramos y seguimos corriendo, dejándolos llenos de polvo.

Eventualmente, un valle se hizo visible, la niebla que cruzaba a través de las sogas era más densa de lo usual. Dejé mi mapa abierto y seguí corriendo a través del valle por otro minuto.

Asuna hizo una reverencia a los inexpresivos guardias mientras los pasaba, luego me murmuró:

— Han pasado más de diez días desde la última vez que vinimos. Es bueno estar de regreso… pero ¿por qué ahora? ¿Quieres decir que no hay ningún lugar privado que podamos encontrar en Stachion o Karluin?

— Si los hay… pero había una cosa más que quería resolver.

— ¿Qué cosa…? ¿Acaso el próximo destino de la misión ‘Guerra Élfica’ no es en el sexto piso?

Asentí. La historia general de la campaña, la cual había comenzado en este piso, era que los elfos oscuros y los de bosque estaban luchando por seis llaves secretas que abrían la puerta a un lugar llamado el Santuario que existía en alguna parte en Aincrad. Pero detrás de este conflicto se escondían los Elfos Caídos, quienes también se encontraban detrás de las llaves.

Nosotros habíamos ganado la Llave Jade en el tercer piso, la Llave Lapis en el cuarto, y la Llave Ambar en el quinto. La caballero elfo oscuro de élite Kizmel usó un árbol espíritu, un medio de viaje especial sólo para los elfos, para transportar las llaves a una fortaleza en la región noroeste del sexto piso, donde ahora estaban guardadas. Una vez que llegáramos a ese fuerte, la porción de la campaña del sexto piso se iniciaría – pero antes de eso, yo tenía cosas que resolver.

— Este recado no tiene nada que ver con alguna misión. Solo quiero mejorar esta belleza –dije, colocando mi mano detrás de mí para acariciar la empuñadura de mi espada. Asuna murmuró al comprenderlo.

En el centro del extenso hueco en el valle estaba la inmensa tienda-comedor, frente a la cual estaba una pequeña zona comercial. Por el camino estaba una tienda de objetos, una sastrería, una peletera, y un herrero. Se veía tal cual que la última vez que vinimos, excepto que los normalmente indiferentes y bruscos elfos realmente nos llamaron esta vez, saludándonos y preguntándonos cómo estábamos. Quedé sorprendido por esto que todo lo que pude hacer fue asentir, pero Asuna les respondió con una sonrisa y dijo: ‘¡Buenos días!’.

Supuse que algún tipo de valor de afinidad con los elfos oscuros se estaba elevando mientras procedíamos más y más en la misión de campaña, y eso significaba que nuestra fama y valor de búsqueda entre los elfos de bosque se elevaban con ellos. No habíamos interactuado con ellos en el quinto piso, pero lo que sólo me quedaba orar para que el patrón se mantuviese así en el sexto piso también.

Nos detuvimos en la cuarta tienda de la fila. Justo al frente estaba un hombre de apariencia severa usando un delantal pesado y guantes largos, su cabello atado en una coleta, golpeando un trozo de metal caliente y rojo encima del yunque con golpes rítmicos. Luego del cambio de los demás elfos, asumí que él también sería más amigable, por lo que esperé que pausara el trabajo antes de dirigirme con un ‘¡¿Q-qué tal?!’.

El hombre nos miró, resopló, y siguió trabajando.

—…Bueno, él no ha cambiado ni un poquito –susurró Asuna, conteniendo sus risitas, pero yo no me daba por vencido.

Me quité toda la vaina de la espalda y dije:

— Eh, me gustaría fortalecer esta espada.

Él volvió a resoplar. La única cosa que dejaba ver que no era un rechazo a mi petición fue la aparición de una ventana especial de un herrero NPC ante mí.

“Te lo juro, algún día lograré agradarle a este tipo” –pensé mientras registraba mi petición de trabajo en la ventana.

Mi Anneal Blade +8 había sido mi compañera de confianza desde poco después de comenzar este juego de la muerte, pero se rompió a la mitad durante la lucha contra el comandante elfo de bosque en la batalla en el Castillo Yofel en el cuarto piso. Ahora yo usaba la Sword of Eventide, una espada larga a una mano que había sido una recompensa por ganar esa pelea. Además de sus excelentes estadísticas base, tenía un efecto mágico que añadía +7 de agilidad. Con ella equipada, mi habilidad de Corrida por la Pared se extendía de tres pasos en el mejor de los casos a casi diez.

Sin embargo, como regla general, las armas poderosas también eran difíciles de mejorar. Por eso la había estado usando sin intento de incrementar su poder durante todo el quinto piso. Ahora que íbamos a comenzar el sexto, quería llevarla a un +3 al menos. Y hasta donde sabía, el mejor herrero NPC que a quién podía acudir era este de acá. Con una habilidad como la suya, una pequeña antipatía no sería un problema… Espero.

Acomodé los materiales que encajaban con el tipo de mi arma en la pantalla del menú y me detuve a pensar cuando llegué a la sección de materiales aditivos.

El sistema de mejora de armas en SAO te permitía elegir entre cinco parámetros diferentes: Filo, Peso, Rapidez, Precisión y Durabilidad. Filo (o Resistencia para armas contundentes) simplemente incrementa su daño, y Peso aumenta las probabilidades de romper el arma o armadura del oponente. Rapidez mejora la velocidad de ataques regulares o habilidades de espada; por su parte, Precisión mejora el ratio crítico, y Durabilidad aumenta la propia habilidad del arma para resistir daño. Cualquiera de ellas sería una mejora, pero el movimiento astuto era elegir valores que fueran de la mano con tu estilo de combate. Yo, normalmente, elegía Filo y Durabilidad para mis mejoras, ya que no interferían con la ayuda del sistema como lo hacían las demás.

Decidí que iría dos veces por Filo y una por Durabilidad, por lo que elegí el número máximo de materiales adicionales que correspondían a Filo, luego presioné el  botón  OK.  Cuando  tratabas  con  un  jugador  herrero,  tenías  que  elegir manualmente los materiales necesarios y adiciones de tu propio inventario, pero con un NPC, era automático. Una pequeña bolsa llena con los materiales apareció en la ventana. La sujeté con una mano y tomé mi espada con la otra, luego le pedí al herrero que procediera.

Pero el elfo ignoró la bolsa de materiales en mi mano y sólo tomó la espada. La sacó de su vaina y la dejó recibir el sol matutino. Frunció ligeramente el ceño.

— ¿Este es el trabajo de un maestro Lyusulano9…? –preguntó abruptamente. Al principio, me asusté, preguntándome si era el inicio de algún evento del juego, pero tuve que ser honesto a estas alturas. El reino de Lyusula era la nación élfica oscura que existió en la tierra antes de que Aincrad fuese creado, y ellos seguían llamándose a sí mismo ‘la gente de Lyusula’.

— S-sí… La recibí del maestro del Castillo Yofel en el cuarto piso.

— Ahh, una pieza de la familia de Leyshren, entonces.

Me incliné hacia Asuna, sintiendo que ya había escuchado ese nombre antes, y susurré:

— Eh, ¿me repites quién era ese?

— ¿En serio? Ve si prestas más atención y recuerda las cosas. Ese era el nombre del vizconde Yofilis10.

— Ah, sí es cierto –dije, pero luego fruncí el ceño, inseguro. El herrero se acababa de referir a ese elfo oscuro noble por su primer nombre de una forma muy casual, pero no podía decir si eso era algo notable o solo era una costumbre de su cultura.

Él no pareció prestar atención a nuestros susurros, claro. Continuó examinando la hermosa espada:

— Ordenaste una mejora en su Filo, ¿cierto?

— Sí, para empezar.

— Ni te molestes.

— ¿Eh…?

Ahora sí que me dejó aturdido. Pude sentir mis ojos y boca abriéndose notablemente. El Viejo Romolo, el constructor de botes que construyó nuestra góndola en el cuarto piso, había sido algo excéntrico por los estándares de NPC, pero ni siquiera él se negó rotundamente a una petición por sus servicios. Aun así, el  elfo  herrero  iba  a  rechazar  la  orden  que  yo  había  registrado  mediante  el mismísimo menú de sistema. Nunca exclamó una queja cuando le hice mejorar el Filo de la Anneal Blade…

9 N.T: vendría a ser el gentilicio de los residentes de Lyusula.
10 N.T: Leyshren Zed Yofilis, se presenta en el volumen 3.

— Eh… ¿P-por qué no? –pregunté.

El herrero resopló con obvia irritación, pero al menos esta vez dio su explicación:

— Esta espada ya es lo suficientemente filosa. Afilarla más no la mejorará.

— Ya… veo…

Supuse que eso significaba que, comparado a la Anneal Blade, darle +1 de Filo sólo otorgaría un pequeño aumento adicional de potencia de ataque.

Era cierto que la mejora debía ser apropiada para el tipo de arma. Aumentar la Rapidez de un enorme martillo de guerra a dos manos una o dos veces apenas registraría un cambio en velocidad—e incrementar el Peso de un estoque rápido o una daga sólo arrasaría con su naturaleza especial sin mejorar su habilidad para destruir otras armas o armaduras.

Pero  nunca  consideré  que  pudiese  haber tendencias  individuales  entre  las diferentes armas en la misma categoría de espadas a una mano cuando se trataba de mejorarlas. Asombrado, le pregunté:

— Entonces, ¿qué tipo de mejora me recomendaría?

— Elige la calidad que desees, además de Filo… eso es lo que normalmente diría, pero si Leyshren te debía tanto como para darte esto, supongo que mereces un consejo más profundo –dijo fríamente. El herrero miró con detenimiento la Sword of Eventide una vez más–. Precisión sería bueno para esta espada.

— Owww… –exclamé como un niño malhumorado.

Mejorar Precisión incrementaba la tasa crítica del arma: esto era un hecho innegable. El problema era simplemente que en SAO, un golpe crítico no había sido establecido.

Muchos monstruos tenían puntos débiles definidos, los cuales, si los golpeabas directamente, sufrían un gran daño. Casi todos los jugadores entendían eso.

Pero además de eso, cuando golpeabas puntos no-débiles, había una rara oportunidad de que el efecto de golpe fuese sólo un poco más brillante de lo normal—y causaba solo un poco más de daño. Era más fácil  hacer eso con habilidades de espada que con ataques normales, pero eso no era lo mismo que la técnica ‘aumento de poder’ que te permitía tomar ventaja por lanzar tus brazos y piernas más allá de los movimientos que el sistema te ayudaba a hacer automáticamente durante una habilidad de espada. Esto era algo en lo que la misma habilidad de espada que golpeaba exactamente en el mismo lugar del enemigo podían causar efectos variados—eran completamente aleatorios.

Si escuchabas a los fundamentalistas de golpes críticos que habían estudiado los crits11 desde la prueba beta (nosotros los llamábamos critters), golpear el punto débil de un enemigo era una habilidad, y el mayor daño registrado mediante las habilidades del jugador no era un golpe crítico. Ellos estuvieron buscando ese punto de daño extra aleatorio, el verdadero golpe crítico de los RPG de antaño—esa cosa que no podía ser afectada por técnicas astutas.

Más allá de este punto estaba un interminable pantano de datos, idealismos y fanatismo de cultos de los cuales era prácticamente imposible escapar. Los critters te dirían que un golpe crítico real era determinado por cuán verdaderamente serio el NerveGear detectaba al jugador; que era más fácil de determinar mientras más de madera que contenía tu arma; que mientras menos HP te quedaba, mayor era el grado; que una luna llena incrementaba tus probabilidades; y pare usted de contar… No había suficiente tiempo en esta vida para probar rigurosamente cualquiera de esas teorías.

Y con toda la honestidad posible, no tengo ni la menor intención de acercarme a ese pantano, pero el problema era que yo sabía que había verdaderos golpes críticos diferentes a los críticos en puntos débiles. El placer de  ver el efecto exagerado de 20% y un daño mayor era adictivo una vez que te acostumbrabas a ello. Yo no era un  critter  ni nada  parecido, pero por otro lado, había  estado manteniendo mi ranura de modificación abierta por cinco días desde que alcancé un 150 de dominio en espadas a una mano porque no podía elegir si quería Retraso de Habilidad Recortado o Incremento de Grado Crítico, lo cual tuve que asumir afectaría las probabilidades de un verdadero golpe crítico.

Puede que pienses que si esto era tan tentador, yo debería irme por el Incremento de Golpe Crítico, pero el problema era que mejorar la Precisión del arma afectaba solo los críticos en puntos débiles, no los verdaderos golpes críticos.

Cuando la Precisión de un arma ha sido mejorada, el sistema se ajusta automáticamente para mejorar tu puntería cuando tratas de golpear el punto débil de un monstruo. Algunos jugadores, como Asuna, pueden dominar este sistema y usarlo como una segunda naturaleza. Pero yo no dependía de algún tipo de ayuda del sistema que tomara el control sobre mí. Durante la prueba beta, lo intenté con una Anneal Blade con Precisión incrementada a +8, y las sensación de la espada curveándose en dirección al punto débil del monstruo me hacía sentir que estaba blandiendo una espada viviente con mente propia.

Por eso… ¿cómo se suponía que le explicara a este elfo oscuro cada una de las rarezas mías, basándome en las preferencias más que en la ganancia racional? Si insistía en Filo, eso podría resolver el asunto, pero parecía que había un —no, un 10% de probabilidades de este NPC dijera ‘Entonces no lo haré’. En lugar de eso, sólo miré de un lado a otro entre la espada y su cara.

11 N.T: Abreviación de Critical Hits (Golpes Críticos)

Finalmente, Asuna rompió ese punto muerto con una solución simple y perfecta.

— ¿Por qué Filo no es la mejor opción? –preguntó. El herrero asintió:

— De todas las grandes espadas de Lyusula, esta es especialmente filosa—y por ende, frágil. Para preservar y proteger la espada, lo mejor es acabar con el enemigo con la menor cantidad de golpes posibles. Queriendo decir con ello que Precisión sería la mejor opción, seguida por Durabilidad.

— Ah, ya veo… por eso Precisión sirve para hacer más eficiente la pelea –dijo Asuna, haciendo eco a mi propia reacción.

La Durabilidad de la espada no era tan mala de acuerdo a sus especificaciones, pero desde que comencé a usarla, noté que parecía reducirse más rápido en batalla. La Sword of Eventide era mejor desgarrando puntos descubiertos y desprotegidos que golpeando varias capas de armadura, por lo visto. Si uno se centraba en golpear puntos débiles desde el principio, entonces el efecto de la ayuda del sistema actuando podría no ser tan confuso, después de todo.

Eso no había acabado con todas mis dudas, pero si esta era una espada forjada por un elfo oscuro, probablemente era mejor aceptar el consejo del herrero elfo oscuro.

— Muy bien, comprendo. Mejoremos su Precisión entonces, por favor –dije.

— Muy bien –respondió el herrero, y la ventana apareció una vez más. Reinicié los ítems y valores, volví a presionar el botón OK, y agarré la bolsa de materiales que apareció.

El herrero tomó los objetos y los arrojó al horno que parecía ser de madera. Los materiales se derritieron al instante, y las llamas de color naranja comenzaron a brillar de color azul. Colocó la Sword of Eventide dentro, y al instante, también comenzó a brillar de color azul.

Luego transfirió la espada al yunque—no pude decir por qué eligió la técnica específica de ello—y comenzó a golpear con su martillo. Con solo diez golpes, lo bastante rápidos que ni siquiera me dio tiempo de ponerme nervioso, la espada rápidamente comenzó a destellar más.

— Está listo –dijo, empujando la espada en mi dirección.

— Eh –dije sin tomarla–. En realidad, me gustaría otra más en Precisión, seguida por Durabilidad.

Incluso maximizando la cantidad  de  materiales que  pudieses  colocar en  el proceso, la mejora no podría subir más de un 95% de probabilidades de éxito, pero el herrero fácilmente hizo tres intentos perfectos. Estaba en mi naturaleza el querer mantener la racha, pero tristemente, ese era el final de mi inventario de materiales. Aún tenía los tablones moomoo (los trozos de metal marca de vaca) que podían aumentar tus probabilidades al máximo de una vez, pero los estaba guardando para cuando fuese realmente necesario.

Por su parte, Asuna decidió aumentar su Chivalric Rapier a +7—la parte más aterradora era que a ella aún le quedaban ocho intentos—y luego le agradecimos al herrero, quien nos dio un resoplido desinteresado y volvió a lo suyo. Yo tenía curiosidad acerca del porqué él llamó al Vizconde Yofilis por el nombre Leyshren, pero no tuvimos tiempo; eso tendrá que esperar para otro día.

También nos detuvimos donde la peletera y la costurera para algunas mejoras a nuestras armaduras—ambas eran mujeres cinco veces más amigables que el herrero. Cuando todo estaba listo, Asuna y yo nos movimos a las afueras de los campos de entrenamiento en el extremo oeste del campamento. Ya eran las 10:40, por eso, aun contando nuestro viaje, nos quedaba una hora entera de práctica.

No había forma de que pudiese enseñarle cada truco y  lección que había aprendido durante mi tiempo con el juego, y eso igual era probable que fallara con Asuna. Enseñarle más que todo lo esencial, sobre la mentalidad que uno necesitaba, era más probable que  le ayudase  a usar su propia creatividad  y habilidades proactivas.

El problema era que darle una lección sobre la postura mental era mucho más complicado que hablar de técnicas. Y era más difícil cuando el profesor era sólo un muchacho torpe como yo que carecía de experiencia en enseñar.

Me detuve en la entrada de un campo de entrenamiento vació, miré a Asuna, quien estaba de pie a unos treinta grados de mí, y fui directo en cómo comenzar con la primera frase. Todo en lo que pude pensar fue en la forma cómo Asuna dijo ‘No quiero hacer esto’ cuando tratamos de practicar un duelo en el cuarto piso.

— Bueeeeeno… esteeeeee...

Me encogí y espeté, tratando de encontrar una forma de iniciar el tema. De repente, Asuna sonrió y dijo:

— Escucha, Kirito.

— ¿S-sí?

— Fui a darme un baño con Argo cuando estuvimos en el pueblo de Shiyaya en el quinto piso.

— ¿S-sí?

Eso me sonaba familiar, no podía comprender la razón por la que ella estaba hablando de eso ahora. La miré con sospechas:

— S-sí, me parece recordarlo. Tú y Argo tuvieron una pequeña cháchara de chicas en el…

— ¡Qué chácharas ni que nada! –dijo, frunciendo el ceño de repente. Luego sonrió–. No, Argo y yo tuvimos un duelo allí.

— ¿Q-qu—? ¿En el…baño?

— Así como oyes.

— ¿S-sin…ropa?

— Con trajes de… Oye, ¡ese no es el punto!

Ella me golpeó en las entrañas con sus dos primeros dedos juntos. Ya tarde, recordé que no estábamos en una zona segura del pueblo—pero por fortuna para mí, ella no hizo nada peor que eso.

—…Pero cuando digo duelo, todo lo que hicimos fue golpearnos una a la otra con un montón de hierbas olorosas que pusieron en la bañera. Argo me preguntó…si me asustaban los duelos.

— ¿Y tú qué le dijiste…?

— Le fui honesta. Le dije que tenía miedo, pero al pensarlo, Argo usa todos sus puntos para agilidad, por lo que tiene un HP menor al mío. Aun así, en el duelo, luchó con fuerza con solo un montón de plantas y no se veía para nada nerviosa. Ella se dirige al último calabozo sin una pizca de vacilación… Por eso, a cambio, le pregunté ‘¿No te da miedo?’.

— ¿Y ella qué dijo…?

— ‘Lo siento, pero algo más de esto te costará’ –dijo Asuna, una imitación extraordinaria de la forma de hablar de Argo la Rata, y se dirigió al otro extremo del campo. En eso le dije:

— Eh, ¿será que puedes explicarme qué se supone que significa esa historia? La esgrimista se dio la vuelta, su largo cabello se batió, y me sonrió pícaramente:

— ¿Qué crees tú que significa?

“¡¿Cómo demonios voy a saberlo?!” –grité internamente. Lo probable era, que Asuna trataba de decir que ahora estaba bien. Por eso, sólo tenía que enseñarle tanto como pudiese en el corto tiempo que teníamos. Una vez que ella se deshizo del miedo de luchar con otro jugador humano, no había más nada que limitase el potencial de Asuna ni la punta afilada de su Chivalric Rapier +7.

Levanté la mirada hacia el bosque que rodeaba el campamento y susurré una advertencia al hombre con el poncho negro y sus amigos, independientemente del lugar de Aincrad en el que estuviesen ahora.

— La próxima vez te derrotaré.

— ¿Eh? ¿Dijiste algo? –gritó Asuna.

— ¡Nada! –le respondí, gritando y pasando con prisa sobre el corto pasto hacia mi compañera.

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